Tsipras pide a la UE una reunión urgente para evitar la quiebra

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YVES HERMAN

El presidente del Eurogrupo deja caer que habrá corralito si se produce un impago

18 mar 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Grecia vuelve a encallar en las negociaciones con la troika. Poco ha cambiado desde que Atenas presentó su plan de reformas para los próximos cuatro meses y se comprometió a cumplirlo para acceder al préstamo pendiente de 7.200 millones de euros que necesita para alejar la amenaza de quiebra inminente que llama a sus puertas.

El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, pide a sus socios europeos que abran el grifo de forma urgente a Grecia. No se sabe cuánto más puede aguantar el país sin ayuda externa pero algunos expertos anticipan que no llegará a fin de mes. El Gobierno de Syriza se niega, sin embargo, a asumir los sacrificios que le exige la troika como en los viejos tiempos. Atenas denuncia un «boicot» de los técnicos al acuerdo que firmó el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, el 20 de febrero, y la situación vuelve a tomar forma de embudo. Tsipras, impaciente, solicitó ayer al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, una reunión extraordinaria al más alto nivel para desatascar el conflicto.

El encuentro podría tener lugar mañana en Bruselas con motivo de la reunión que mantendrán los líderes europeos en la capital belga. Tsipras solo quiere la asistencia de la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, François Hollande, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

Mientras los contactos se suceden, Atenas anuncia la creación de una comisión de expertos para auditar la deuda y deja caer algunas advertencias a sus socios europeos. Ante la aparente pasividad de sus socios en torno a una quiebra inminente, el Gobierno griego ha decidido cambiar la baza del impacto económico en la eurozona por la amenaza geoestratégica. En plena crisis con Rusia, Atenas insinúa que podría haber un acercamiento a Moscú. Rusia necesita un buen aliado en la UE para descafeinar los acuerdos sobre la imposición de sanciones económicas y Tsipras se reunirá el ocho de abril con Vladimir Putin.

Las nuevas compañías del Gobierno griego no preocupan tanto en Bruselas como un «accidente» y eventual salida de Grecia del euro. Tusk advirtió ayer del riesgo que se cierne sobre la UE si Atenas se aleja definitivamente de sus socios y cumple también la amenaza de abrir las fronteras del espacio Schengen, un golpe a las políticas de contención de la inmigración y de control sobre el flujo de yihadistas que usan Grecia como trampolín a Turquía, puerta de entrada y salida del conflicto sirio. «Perder a Grecia abriría el capítulo más dramático de la historia de la UE», aseguró el polaco, quien demandó que «no se juegue con la humillación» del pueblo heleno.

La otra bala que le queda a Tsipras apunta a Berlín. Alemania asume que los griegos no darán marcha atrás y exigirán indemnizaciones por los daños que provocó la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. La cuestión, que ha irritado a los conservadores alemanes, quienes dan por «cerrado» ese capítulo, amenaza sin embargo con abrir grietas dentro de la coalición de Gobierno. Los socios del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)creen que Berlín debe negociar con Atenas.

Y en medio de esta red de alto voltaje en la que se ha convertido la crisis griega, el presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, hizo saltar ayer más chispas al evocar una posible solución «a la chipriota» para evitar la salida de Grecia del euro. «Tenemos listos los escenarios en caso de que Grecia, en julio, no haya cumplido con las exigencias. El control de capitales podría impedir su salida del euro», confirmó. Un corralito heleno del que Tsipras no quiere ni oír hablar.