Grecia pasa la primera prueba de fuego

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

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El Eurogrupo respalda con grandes reservas el plan de reformas de Alexis Tsipras

25 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Grecia cumplirá, pero lo hará a su manera. El Eurogrupo dio ayer su visto bueno al plan de reformas presentado por el Gobierno de Alexis Tsipras a pesar del recelo que despierta el planteamiento de los griegos entre sus socios y las instituciones (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).

El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, comunicó tras la teleconferencia que mantuvieron a mediodía los ministros de Finanzas del euro que la propuesta era «suficientemente completa» para volver a abrir el grifo del rescate a Atenas, en cuanto el Gobierno heleno ponga en marcha las medidas y la antigua troika pueda verificar que cumplen con los objetivos.

Las medidas son lo suficientemente ambiguas como para dar un pequeño margen de maniobra a Tsipras. Atenas se compromete a «no revocar privatizaciones» y garantiza las que están en marcha pero habla de «revisar» las que aún no se han acometido para comprobar que se «maximicen los beneficios del Estado a largo plazo». La letra convence a Bruselas pero a la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no le gustó la melodía: «Los compromisos no son claros». El organismo se muestra especialmente preocupado por el IVA, las pensiones y el mercado de trabajo. Grecia trabajará sobre ese impuesto pero «sin impacto negativo en la justicia social». Tsipras prefiere eliminar ventajas fiscales para aumentar los ingresos. Los recortes en las pensiones se descartan, aunque se eliminarán los incentivos a las prejubilaciones, especialmente en el sector público y la banca. Queda por saber cómo se articulará el «vínculo estrecho entre las pensiones y las contribuciones» que propone el Gobierno de Syriza.

Los malabares lingüísticos salpican todos los compromisos en torno a la reforma del mercado laboral y la negociación salarial: «Un enfoque inteligente en la negociación colectiva para equilibrar flexibilidad y equidad», sugieren. Tampoco se libran de la inconcreción las medidas para paliar la crisis humanitaria en Grecia. Navegando entre dos aguas, la de los acreedores y el electorado, Tsipras asegura que evitarán los desahucios de primera vivienda «en colaboración con bancos e instituciones». La medida se aplicará a hogares cuyo umbral de ingresos esté por debajo de un nivel «determinado».

Donde el Gobierno griego sí ha puesto especial énfasis es en la reforma para perseguir y castigar la evasión y el fraude fiscal. Atenas emprenderá una campaña para instaurar la «cultura del pago», que el BCE exige que se ponga en marcha con rapidez para poder sostener las finanzas públicas a la luz de los escasos impuestos que pagan los griegos. La reducción del gasto de las Administraciones será otro objetivo: la burocracia y los aparatos del Estado consumen un 56 % del gasto total.

A pesar de dar luz verde al plan de reformas, el presidente del BCE, Mario Draghi, se mostró ayer desconfiado: «Los compromisos adquiridos difieren de los que constan en el actual programa». Tsipras tendrá en los próximos cuatro meses la oportunidad de demostrar que las políticas sociales no están reñidas con el cumplimiento de los compromisos. Sus propuestas deberán pasar primero por la lupa de varios parlamentos nacionales esta semana (Alemania, Holanda, Finlandia y Estonia). En la Eurocámara, una eurodiputada preguntaba ayer a Dijsselbloem si las intenciones del Gobierno griego eran «serias». El holandés dejó atrás los enfrentamientos y admitió: «Sí lo son, pero tienen una visión política distinta (?) Queremos lo mismo que Syriza, un futuro de Grecia en la eurozona».

Nuevas grietas en Syriza

Los griegos siguen respaldando al Gobierno de Tsipras, pero el líder de Syriza empieza a sufrir el desgaste político dentro de su propio partido. Cada día se suman más voces críticas por las concesiones que Atenas ha tenido que asumir. El último en hacerlo fue el titular de Reconstrucción Productiva, Panayotis Lafazanis, quien después del Consejo de Ministros de ayer mostró su disgusto por la redacción final del texto argumentando que no cumple las promesas que hicieron al electorado. «No vamos a aceptar un acuerdo que tenga como objetivo cancelar la base de nuestro programa radical, progresista», dijo a un medio griego. El emblemático eurodiputado Manolis Glezos encabezó la rebelión interna el domingo al llamar a los ciudadanos a movilizarse contra el acuerdo con el Eurogrupo.