Grecia cierra un acuerdo de mínimos con la Eurozona para evitar la quiebra

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

OLIVIER HOSLET | Efe

Alemania no se mueve un ápice de su postura e impone más condiciones a Atenas

21 feb 2015 . Actualizado a las 13:31 h.

Grecia y el Eurogrupo bajan las armas y firman una tregua. La reunión de ministros de Finanzas del euro decidió ayer en Bruselas sellar un acuerdo de mínimos que les permitirá salvar la fecha límite que se impusieron para encontrar una solución a la inminente quiebra griega. Se trata de un mero acuerdo político que deberá detallarse en los próximos días a nivel técnico y que servirá para que los parlamentos de Alemania, Holanda, Finlandia y Estonia den el visto bueno a la propuesta de extensión del rescate, imprescindible para volver a abrir el grifo a Grecia durante los próximos cuatro meses.

No fue exactamente la «fumata blanca» que esperaba el ministro griego, Yanis Varufakis, pero sí un paso muy importante para aliviar las necesidades inmediatas de liquidez del país heleno. El 28 de febrero expira su actual programa de rescate y Atenas no ha cumplido con todas las reformas que exige la troika para desbloquear el último desembolso. La urgencia llevó ayer a Varufakis a aceptar nuevas concesiones políticas tras criticar la posición intransigente de algunos socios europeos en las negociaciones: «El Gobierno griego no ha hecho el último sino los diez últimos avances», aseguró antes de la reunión en Bruselas.

Las líneas rojas siguen siendo claras. Alemania no se ha movido ni un ápice y exige que cualquier acuerdo global se haga en base al actual programa de rescate, el mismo que Tsipras dio por «muerto». El memorando con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) seguirá vivo, el Gobierno griego deberá emprender más ajustes y, a mayores, no podrá llevar a cabo medidas conflictivas que puedan poner en riesgo la estabilidad presupuestaria y financiera, según dice el texto. Por otra parte, se abre la mano a la solicitud de Atenas de relajar el objetivo de superávit primario que se evaluará en base a la actual situación económica del país.

El Eurogrupo se compromete a explorar «toda la flexibilidad que ofrece el actual programa de rescate». Los detalles siguen sin desvelarse y las interpretaciones de la letra pequeña se multiplican en torno a las reformas. Grecia deberá remitir una carta el lunes explicando el carácter de esas medidas que tiene pensado aplicar. Las instituciones de la troika las examinarán para desbloquear el desembolso de fondos.

Por el momento se mantiene alejado el fantasma del Grexit con el que muchos especulaban aunque no ayudaron mucho las declaraciones del ministro de Finanzas maltés, Edward Scicluna, que en los minutos previos al Eurogrupo encendió más los ánimos al segurar que sus colegas habían llegado a un punto en el que solo cabía decirle a Grecia «si de verdad quieres irte, márchate». La canciller alemana, Angela Merkel, fue ayer muy tajante al respecto: «Haremos todo lo que sea para que Grecia siga en el euro». El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, zanjó la disputa: «Grecia es un miembro permanente de la familia europea. Su salida del euro no va a ocurrir».

Sin embargo, los dardos no dejaron de volar en la reunión de ministros. El alemán Wolfgang Schäuble abrió la veda al acusar a Varufakis de socavar la confianza en la eurozona y advirtió en un tono más amable que «no se trata solo de Grecia. Se trata de Europa. De que podamos fiarnos los unos de los otros y entre todos los ciudadanos de los diferentes países europeos», aseguró apremiando a los griegos a cumplir con los compromisos que firmaron los anteriores Gobiernos. Sobre la misma cuestión incidió el líder del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, quien tras la reunión calificó el acuerdo como «un primer paso de un largo proceso para reconstruir la confianza» entre los socios tras las intensas discusiones de las últimas semanas.

A pocos metros de la sala donde Dijsselbloem trataba de transmitir las bondades del acuerdo, Varufakis aseguraba que Grecia «tiene la oportunidad de demostrar que la austeridad no es el camino» y anticipaba que no tocarán las pensiones ni subirán el IVA. «Hemos dejado atrás el tiempo en que Grecia era tratada como una extranjera», dijo. Comienza la difícil tarea de convencer al electorado griego.

El pacto disipó negros augurios sobre el Grexit

El pacto alcanzado por el Eurogrupo disipó los negros augurios que se fueron formando a lo largo del día y que ganaron intensidad cuando trascendió que la reunión había comenzado con tres horas y media de retraso y que tanto el ministro griego Varufakis y el alemán Schäuble habían evitado saludarse.

Con anterioridad, el semanario alemán Der Spiegel había publicado que el Banco Central Europeo (BCE) se estaría preparando para una posible salida de Grecia de la zona del euro. La prestigiosa revista informaba de que los trabajadores del BCE estaban inmersos en planear de manera interna posibles marcos para hacer frente al Grexit y mantener unidos al resto de miembros de la divisa.

Luego se supo que cuatro de los cinco miembros del Consejo asesor de economistas del Gobierno alemán consideraban que la eventual expulsión de Grecia de la moneda única no tendría por qué debilitar a la zona euro e incluso podría fortalecer «la credibilidad de su marco institucional» y su «integridad». No obstante, un cierto optimismo llegó desde París. La clara apuesta de los líderes de Alemania y Francia a favor de la permanencia de Grecia en la eurozona empezó a despejar los negros nubarrones que cubrían el horizonte.

«Cumple las exigencias de España»

La nota polémica de la noche llegó de la mano de los ministros de Finanzas español y portugués. Según fuentes griegas, Luis de Guindos mostró discrepancias sobre el texto ya acordado entre Grecia, Alemania y la troika. No es la primera vez que España, bajo el paraguas de Berlín, obstaculiza las negociaciones con Atenas. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, acusó indirectamente en la pasada cumbre de jefes de Estado al Gobierno español de «extrapolar a Europa problemas nacionales», haciendo referencia al temor a que el ascenso de Syriza se contagie a España y aúpe a Podemos. De Guindos, quien llegó especialmente optimista al Eurogrupo, desmintió ese supuesto bloqueo y trató de quitarle hierro. Aseguró que solo pidieron aclaraciones sobre cómo se valorarán las reformas que Grecia deberá presentar el lunes: «Eso forma parte de las negociaciones. España ha defendido sus intereses», aclaró. Aunque dedicó palabras especialmente conciliadoras a sus colegas griegos antes de la reunión, el fondo de su discurso dejó entrever que el Gobierno español no quiere hacer concesiones a Tsipras: «Grecia debe cumplir todos sus compromisos y pagos derivados de la deuda», dijo antes del Eurogrupo. A su término, se mostró satisfecho con el acuerdo. «Cumple las exigencias de España», aseguró.