Egipto pide a la ONU una operación internacional para atajar la crisis libia

Laura fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los libios celebraron ayer el cuarto aniversario del alzamiento contra Muamar al Gadafi.
Los libios celebraron ayer el cuarto aniversario del alzamiento contra Muamar al Gadafi. EFE

El Consejo de Seguridad convocó para hoy una reunión urgente

18 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Egipto quiere dar un paso más. Con la segunda oleada de bombardeos como venganza a la ejecución de los 21 egipcios coptos por filiales del Estado Islámico (EI) en Libia, ha pedido oficialmente al Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que autorice una operación internacional en el país vecino. De momento, el consejo ha convocado para hoy una reunión urgente en la que participará el titular de Exteriores egipcio, Sameh Shukri, para afrontar el imparable deterioro de seguridad que ha facilitado la consolidación de grupos afines al EI en territorio libio.

Francia e Italia han apoyado también reclamar nuevas medidas a la ONU, mientras que el Reino Unido, uno de los cinco miembros permanentes, insiste en la solución política y descarta, «por el momento», una intervención militar en Libia. Las Naciones Unidas hace tiempo que intentan, a través de negociaciones lideradas por su enviado especial, el español Bernardino León, promover el diálogo entre las milicias armadas para encontrar una solución negociada a un conflicto interno en el que se mezclan pasados políticos, tras la caída del dictador Muamar el Gadafi, y la violencia oportunista.

Hasta ahora Egipto se había mantenido al margen de la coalición internacional, encabezada por EE.UU., que combate al grupo terrorista en Irak y Siria, por discrepancias en la estrategia. La intervención aliada está dirigida exclusivamente a la erradicación del EI. Sin embargo, para el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, la táctica contra el terrorismo debía «ser más amplia».

Sus enemigos incluyen toda la amalgama de grupos islamistas, que se confunden con el enfrentamiento interno que mantiene con uno de ellos: los opositores Hermanos Musulmanes de Egipto, oficialmente considerados terroristas, aunque estos, al igual que toda su organización regional con representación oficial en países como Jordania y Túnez, se desmarquen y condenen las acciones del EI. Lo cierto es que en contextos caóticos como Libia, Siria y el Sinaí egipcio, indefinidos grupos islamistas, sobre todo, salafistas, se han ido radicalizando y algunos de ellos se han unido al fenómeno del EI.

«Lo que sucede en Libia podría convertir este país en caldo de cultivo de yihadistas que amenazarían a toda la región, no solo a Egipto. Egipto, la cuenca mediterránea y Europa deben enfrentarse a este problema porque la misión no fue completada por nuestros amigos europeos. Abandonamos al pueblo libio y ahora es prisionero de las milicias extremistas», declaró ayer Al Sisi en su carta dirigida a la ONU.

Para Libia, todas las opciones están sobre la mesa, según un portavoz de las fuerzas armadas del Gobierno reconocido internacionalmente, que tuvo que refugiarse en la ciudad de Tobruk tras las elecciones. El presidente egipcio también ha pedido suavizar el embargo de armas a Libia que la ONU impuso en el 2011 para proteger a los civiles del aumento de la violencia.

El Estado Islámico quema a 45 iraquíes

Cuarenta y cinco iraquíes quemados en vida cerca de la ciudad de Al Baghdadi. Es la última barbarie atribuida al Estado Islámico (EI) por la policía de Irak. En declaraciones a la BBC, el gobernador de esta localidad, Qasim al Obeidi, aseguró que la mayoría pertenecían a las fuerzas de seguridad oficiales y reclamó al Gobierno y a la comunidad internacional ayuda para liberar una villa de viviendas militares asediada por los yihadistas. El 15 de febrero, milicianos del EI se hicieron con el control de esta zona tras largos combates. Desde el asesinato del piloto jordano quemado en una jaula, el EI extendió esta práctica. Esta semana, el grupo terrorista difundía como propaganda, un macabro desfile grabado al noroeste de Irak, en el que 17 prisioneros kurdos, vestidos con mono naranja, eran trasladados en jaulas para su inminente incineración.