Ambiente prebélico en la frontera

Laura Fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

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Ni Israel ni Hezbolá buscan una guerra abierta, pese a que las operaciones militares son del gusto de la derecha israelí en épocas preelectorales

29 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No sabía cuándo ocurriría, pero Israel esperaba la venganza de Hezbolá. Hace once días, un avión sin piloto israelí atacó un convoy de esa milicia chií libanesa, aliada del régimen de Bachar al Asad, en una zona siria de los Altos del Golán. En ese bombardeo aéreo murieron seis de sus combatientes y un general del cuerpo de élite iraní de los Guardianes de la Revolución. Aunque el Gobierno de Netanyahu intentó rebajar la tensión, al explicar que no tenían la intención de alcanzar el convoy, Hezbolá e Irán lo recibieron como una provocación y le recriminaron su continua intervención en la guerra siria, con operaciones para destruir su armamento.

Pocos compartieron la conveniencia del ataque israelí, hasta el punto de que un destacado general, Yoav Galant, declaró en la prensa local que el Gobierno de Netanyahu pretendía calentar la frontera norte con el Líbano (donde está la milicia chií) por motivos electorales. Opinión por la que tuvo que retractarse, pero que no cayó en saco roto para los analistas que, con la vista puesta en los comicios de marzo, saben que los ambientes bélicos benefician a la derecha, es decir, al Likud del primer ministro.

De hecho, las operaciones militares suelen entrar en el patrón de los procesos electorales en Israel, ya sea en Gaza o en las zonas fronterizas ocupadas. Hezbolá es enemigo conocido. La última guerra que libraron durante 33 días fue en julio del 2006.

La zona estaba en alerta máxima. El martes se produjeron los primeros enfrentamientos y ayer llegó la represalia de Hezbolá, que dejó dos bajas israelíes. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) reaccionaron bombardeando sobre posiciones de la milicia en la frontera sur del Líbano.

Más allá de esta atmósfera prebélica, a niveles sin precedentes desde la guerra del 2006, no es seguro que una guerra a gran escala, con sus consiguientes costes económicos y humanos, pueda favorecer a Netanyahu.

 

Implicación de Irán

Pero sí se esperaba una demostración de fuerza. «Recomiendo a los que nos retan que vean las consecuencias en Gaza», amenazó el primer ministro israelí en referencia a la ofensiva de este verano que dejó más de 2.000 palestinos muertos. Ahora está por ver la dimensión de la respuesta contra Hezbolá.

Netanyahu atribuyó además a Irán la responsabilidad última del ataque. El viceministro de Exteriores, Huseín Amir Abdollahian, ha utilizado los canales diplomáticos para hacer llevar a EE.UU. el mensaje de que el ataque del 18 de enero en la provincia siria de Quneitra tendría consecuencias. Aunque las relaciones entre los dos países están rotas desde 1979, actualmente están inmersos en la negociación del programa nuclear iraní. Otro de los motivos que puede contener una ofensiva masiva de Israel.