«Tsipras perdería un pulso con Europa»

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

CEDIDA

Advierte de que el 35 % que logró Syriza no daría a Podemos la mayoría absoluta en España

27 ene 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

El discurso de Alexis Tsipras es arriesgado y en ocasiones «infantil», afirma Ignacio Molina, investigador principal de Europa del Real Instituto Elcano, que advierte además sobre la frustración que en política sigue a veces a una ilusión excesiva, «como ya le pasó a Hollande» en Francia. Ahora el primer ministro griego deberá ser prudente en su relación con la troika, pues perdería cualquier pulso con Europa.

 

-¿Cómo enfocará Grecia la revisión de la deuda y su relación con la troika?

-La cuestión es más bien cómo la enfocará Bruselas respecto a Grecia. Nos podíamos imaginar incluso un escenario favorable a Tsipras, que ahora tiene en la mano un mandato democrático y un consenso entre los economistas, incluso en Alemania, acerca del fracaso de las políticas de austeridad, pero pactar con Anel, mantenerse en una línea inflexible tan dura... No veo a los Estados miembros muy dispuestos a ceder a sus exigencias.

 

-¿Negociará Europa nuevas condiciones para la deuda?

-Europa no puede ser muy flexible con Grecia porque hay países como España o Irlanda con elecciones a la vista y en los que existe un panorama similar, con gobiernos conservadores y una izquierda radical que se posiciona para conseguir el poder. Y ceder ante Tsipras sería como mandar un mensaje muy claro: la línea para superar la austeridad es votar a estos partidos.

 

-Tsipras queda ahora entre la espada y la pared: o se revuelve contra Europa o traiciona a sus votantes si cede ante la troika.

-Totalmente. O se aferra a su maximalismo o acepta las condiciones de Europa. Vamos a ver qué sucede. Es un líder carismático y atractivo que podría hacer ofertas que calasen en la UE, pero seguro que perdería un pulso con Europa si se atreviese a lanzarlo; entre otras cosas, porque es Grecia la que la necesita a ella, no al revés.

 

-¿No le concede ni una poción?

-Si en Francia, que es tan influyente en Alemania y que tiene numerosos aliados en la socialdemocracia europea, François Hollande no fue capaz de alterar sustancialmente la gestión del euro, escasas opciones tiene un partido sin esos aliados, poco influyente y con un endeudamiento enorme. Recuerdo los titulares de prensa cuando llegó Hollande. «La vida en rosa», decían. Pero la ilusión de modificar la política de austeridad y recortes le duró apenas unos meses. Desapareció pronto.

 

-Entonces, anticipa usted el suicidio político de Tsipras.

-El mensaje casi infantil de Tsipras ha sido: ?Esta noche se han acabado la austeridad y los recortes?. Eso está condenado al fracaso: ya es primer ministro y todo sigue igual. Lo que quiero decir es que las cosas no son tan fáciles. Grecia ha conseguido, tras un gran esfuerzo, un pequeño superávit primario. O sea, descontando la deuda. Pero lo ha logrado gracias al préstamo de la troika. Si rompe con ella, ese superávit desaparecerá de inmediato.

 

-También España es acreedora de Grecia: 26.000 millones de euros. ¿Qué pasaría en el más radical de los escenarios?

-Ese dinero lo perderíamos, claro. Aumentaría nuestra deuda, tal vez un punto y medio del PIB.

 

-¿Qué influencia tendrá Grecia sobre las elecciones en España?

-A ver, el 35 % que obtuvo Syriza no daría a Podemos la mayoría absoluta en España, donde la caída de los socialistas tampoco es como la de aquel país. Otra clave será el desgaste que pueda sufrir Alexis Tsipras en estos diez meses que quedan por delante. Tanta ilusión puede ser muy frustrante, como ya sabe Hollande en Francia.

 

-¿Le ha sorprendido la alianza con Anel?

-Es desconcertante. Es un partido de derecha nacionalista cuyos principios chocan con los de Syriza. No aprueba el matrimonio homosexual ni la separación Iglesia/Estado. Solo tienen en común su antieuropeísmo; es evidente que había un acuerdo previo. Pudo elegir a To Potami, de centro liberal. Sí, la verdad es que ha sido sorprendente.