Los grandes accidentes del 2014: la desaparición del QZ8501 se suma a las tragedias de los vuelos MH370 y MH17

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Restos del vuelo MH17 que fue derribado por un misil en Ucrania
Restos del vuelo MH17 que fue derribado por un misil en Ucrania ANTONIO BRONIC | Reuters

Las aparatosas catástrofes de los aviones de Malaysia Airlines y el naufragio del «Sewol» de Corea del Sur se han cobrado centenares de vidas

29 dic 2014 . Actualizado a las 17:36 h.

El 2014 ha sido un año negro para la aviación malasia. Pero este año no solo ha sido complicado para el transporte aéreo; y es que el 2014 será recordado como uno de los más turbulentos y accidentados. Este año que ya llega a su fin, terminará dejando gravísimos accidentes, entre ellos dos tragedias que golpearon a la misma aerolínea y cuyo nombre comienza por el MH de Malaysia Airlines. El hundimiento del ferry «Sewol» en Corea del Sur, el accidente minero de Soma, en Turquía, junto con las dos tragedias de este fin de semana; la desaparición del tercer aparato malasio, el QZ8501 y el incendio del ferri italiano; se suman a los sucesos más graves de un año que se ha cobrado centenares de vidas.

La desaparición de los radares del vuelo MH370 de Malaysia Airlines con 239 personas a bordo el 8 de marzo pasará a la historia como uno de los mayores enigmas de la aviación.

El Boeing desapareció sin dejar rastro. Las investigaciones en base a las señales satelitales interceptadas arrojaron algunas pistas, que no hicieron sino provocar nuevas preguntas: poco después de despegar de la capital malasia, Kuala Lumpur, con destino a Pekín, se desvió de la ruta prevista girando en dirección sur y siguió volando durante siete horas más. Durante todo ese tiempo, no hubo ningún tipo de comunicación con el piloto.

El jefe de gobierno malasio, Nayib Razak, dijo una semana después que con toda probabilidad el sistema de comunicación había sido apagado a bordo intencionadamente, pero añadió que las investigaciones del piloto y los pasajeros no habían arrojado datos destacables, algo que no todos han creído. ¿Se trató de un sabotaje, un secuestro o un acto terrorista? ¿Entró alguien a la cabina del piloto? ¿Se suicidó éste? ¿Se produjo un cortocircuito y un incendio a bordo que dejó a todos inconscientes? Meses después de la misteriosa desaparición del vuelo no se ha podido dar respuesta a ninguna de estas preguntas: sin restos del avión y sin cajas negras no se puede hacer nada, señalan los investigadores malasios. Durante meses se rastreó una zona en el oceáno Índico a 2.000 kilómetros al oeste de Australia con aviones, barcos e incluso con un submarino no tripulado, pero hasta ahora no se encontró ni el más mínimo rastro del avión accidentado.

Mientras, los rumores y teorías conspiratorias se veían alimentados por las contradicciones y rectificaciones continuas de la aerolínea y las autoridades de Malasia sobre las últimas palabras de la cabina del piloto o el último contacto con el mismo. Además, la prensa filtró detalles que desataron nuevas hipótesis, como el desvío de la ruta o el hecho de que el Ejército detectara en sus radares al avión muy lejos de su ruta de vuelo y no hiciera nada. Una de las teorías conspiratorias más extendidas fue la de un posible derribo por parte del Ejército, de forma intencionada o por error, que se estaría intentando ocultar a toda costa. Y mientras, para los familiares de las víctimas el sufrimiento continúa: ya en los primeros días se sentían abandonados por las autoridades malasias. «¡Es una conspiración!», gritaba el desesperado padre de un pasajero en marzo en un hotel de Pekín ante la falta de respuestas. «¡Están ocultando algo!», gritaba otro familiar.

El grupo de familiares Voice370 puso su confianza después en las autoridades australianas, que asumieron la búsqueda estableciendo un centro de coordinación, informando regularmente y publicando mapas de búsqueda. Sin embargo tampoco pudieron responder a sus preguntas. El pasado octubre algunos familiares de pasajeros interpusieron las primeras demandas judiciales: Jee Kinson, de 13 años, y Jee Kinland, de 11, perdieron a su padre y acudieron a los tribunales en busca de la verdad.

Vuelo MH17

El segundo incidente que golpeó a Malaysia Airlines en el 2014 se produjo el 17 de julio, cuando el vuelo MH17 con 298 personas a bordo que volaba de Ámsterdam a Kuala Lumpur fue derribado con un misil cuando sobrevolaba el este de Ucrania controlado por los rebeldes prorrusos. Todos ellos perdieron la vida.

En este caso el misterio gira en torno a la autoría del ataque, del que las autoridades ucranianas y los rebeldes prorrusos se acusan mutuamente: Kiev afirma que los rebeldes derribaron el avión con un misil de tecnología rusa, mientras estos lo niegan y alegan que el espacio aéreo ucraniano seguía siendo competencia del gobierno central.

Los trabajos de recuperación de los restos de las víctimas y del avión duraron meses, debido a las dificultades por los combates continuos en la zona. El pasado 23 de noviembre se dieron por terminados, mientras la mayoría de los restos mortales han sido ya identificados en Holanda, de donde procedía la mayor parte de los pasajeros. Los de Malaysia Airlines no fueron los únicos accidentes de avión que sacudieron el 2014: el mismo mes de julio un avión de Air Algérie caía en Mali, dejando 116 muertos.

Sewol

A ellos se unió un accidente de ferry de dimensiones catastróficas: unas 300 personas murieron al hundirse el «Sewol» el pasado abril en Corea del Sur, un caso que conmocionó especialmente al país porque la mayoría de las víctimas eran alumnos que iban de excursión. Las investigaciones arrojaron después que el ferry, que transportaba automóviles y personas, viajaba sobrecargado y que la carga no iba bien sujeta. En noviembre, el capitán del ferry, que fue uno de los primeros en salvarse, fue condenado a 36 años de cárcel.

Mina de Soma

Otra de las grandes tragedias del año ocurrió en Turquía, donde el peor accidente minero de la historia del país dejó 301 muertos: ocurrió el 13 de mayo tras un incendio desatado en la mina de Soma, en el oeste del país. El suceso desató además la indignación tras las controvertidas declaraciones del entonces primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, que rebajó la importancia de la tragedia desatando la ira de los familiares de las víctimas. Sin embargo, el caso no impidió su elección como presidente pocos meses después.