El papa Francisco jugó un papel clave en las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba

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INTERNACIONAL

CLAUDIO PERI | Efe

Obama y Castro agradecen la implicación personal del pontífice para mejorar sus relaciones

17 dic 2014 . Actualizado a las 22:23 h.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, destacó la implicación «personal» del papa Francisco en el proceso de negociaciones entre su país y Cuba para iniciar una normalización de las relaciones diplomáticas bilaterales.

Por su parte, el presidente cubano, Raúl Castro, agradeció el apoyo del Vaticano y al papa por su labor en el «mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos». Del mismo modo, Castro reconoció el esfuerzo del Gobierno de Canadá para falicitar el diálogo de «alto nivel» entre los gobiernos de los dos países.

El papa Francisco se manifestó «vivamente complacido por la histórica decisión de los gobiernos de Estados Unidos e América y Cuba de establacer relaciones diplomáticas» y confirmó que la Santa Sede ofreció sus «buenos oficios» como mediador entre las partes. El Vaticano confirmó que el papa argentino envió dos cartas a los presidentes Barack Obama y Raúl Castro y que recibió una delegación en octubre de los dos países para «favorecer un diálogo constructivo (...) del que han surgido soluciones satisfactorias para ambas partes», sostiene la nota.

Primer puente internacional

Aunque los intentos del papa argentino de contribuir a arreglar graves problemas internacionales no son novedad -ahí está la reunión entre palestinos e israelíes de la que fue anfitrión en los Jardines Vaticanos el pasado junio-, al papa se le resistía todavía un gran avance en sus cerca de dos años de pontificado. Como el que hoy quedó desvelado con la mediación confirmada del Vaticano en el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, que, a falta de la evolución de su aplicación práctica, ya se puede calificar como histórica.

Meses de discreta diplomacia vaticana -que como mandan los cánones en casos como este se sirvió de un tercer Estado, Canadá- han podido darle a Jorge Bergoglio un reconocimiento justo en el día en que el pontífice cumplía los 78 años. Todavía queda efectivamente, como agregó el portavoz, que los mandatarios cubano y estadounidense se pongan a resolver las «cuestiones humanitarias de común interés, como la situación de algunos detenidos, para dar inicio a una nueva fase de las relaciones entre las dos partes».

Pero la primera piedra de este puente de unión que coloca el Vaticano -por algo al papa se le llama «pontífice», un término procedente del Imperio Romano que alude al funcionario que vigilaba la estructura que permitía salvar el río Tíber- tiene nombre de papa latinoamericano. No puede quedar seguramente de lado esta circunstancia: la procedencia de Bergoglio, el primer papa latinoamericano, además entra en un particular libro de récords por comenzar a resolver un asunto que estuvo nada menos que en el origen de la división del mundo en bloques y que condujo a la «guerra fría» entre las dos potencias hegemónicas a mitad del siglo XX.

Cuando recientemente se dio el nombre de este papa en una hipotética «quiniela» de posibles candidatos al premio Nobel de la Paz entre los corresponsales de prensa en el Vaticano circuló el comentario de que a Francisco, por muy loables que hubieran sido sus aproximaciones a la resolución de conflictos, le faltaba «rematar» un trabajo.