La novia del yihadista y su madre coraje

INTERNACIONAL

La Justicia holandesa investiga a Aïcha, la joven que se fugó a Siria por amor

24 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Sterlina abandonó a su familia el pasado mes de febrero. Renegó de su religión y dejó atrás su ciudad natal, Maastricht (Holanda) para convertirse en una muhajirah, o peregrina. Cambió su nombre por Aïcha, se convirtió al islam y emprendió un viaje de ida a Siria para casarse con su prometido, Omar Yilmaz, un ex soldado holandés de origen turco con el que había contactado a través de las redes sociales. Como otras novias de la yihad, Aïcha renunció a su libertad para servir al Estado Islámico (EI) mientras Yilmaz extendía el terror de la guerra santa contra los «infieles».

Nueve meses duró su aventura en el califato islámico. Tras el fracaso del matrimonio, la joven de 19 años pidió ayuda a su madre para poder huir. Era el primer contacto que tenía Monique con su hija desde el mes de febrero, cuando desapareció sin dejar rastro. La madre coraje no se lo pensó dos veces e, ignorando las advertencias de las autoridades holandesas, se dirigió hacia Raqqa, bastión de los radicales islámicos. Recuperó a su hija y emprendieron juntas el camino de vuelta a casa. «A veces tienes que hacer lo que tienes que hacer. Y yo creo que he actuado bien», aseguró Monique a la prensa.

Aïcha logró escapar, pero de la suerte de sus otras compañeras poco se sabe. Sus familias y la opinión pública se preguntan estos días qué puede llevar a una mujer a sacrificar su vida por la causa terrorista. «¿Qué quiere hacer en Siria, un país en guerra, una chica holandesa como tú?», le preguntó Monique a su hija en una ocasión, reconoce la abogada de la familia, Françoise Landerloo.

Algunas mujeres alistadas en el EI lo explican abiertamente a través de las redes sociales. En Facebook y Twitter envían mensajes a otras jóvenes para que se unan al califato prometiendo todo tipo de bondades si se casan y tienen hijos con los yihadistas. Un ejemplo es el de la británica Umm Layth, quien critica en las entradas de su blog la ostentación y riqueza con la que, asegura, Occidente trata de someter voluntades. También anima a cortar los lazos familiares. «La familia que obtienes a cambio de dejar la otra atrás es como una perla en comparación con la concha que arrojas a la espuma del mar», asegura Layth antes de ensalzar la «hermandad islámica» y llamar a las mujeres a convertir en enemigos «a los que no aman a Alá». No todas encuentran su sitio en el EI. Pero una vez que se enrolan, no hay marcha atrás. Pocas logran regresar.

En la comunidad musulmana europea saltan las alarmas. El adoctrinamiento y la persuasión que ejercen los yihadistas sobre las mujeres se canaliza a través del contacto individual y directo por Internet. Algunas jóvenes musulmanas reconocen de forma anónima que siguen el fenómeno de cerca, pero no comulgan con los métodos que emplean. Existe pudor a la hora de hablar con franqueza sobre el tema.

Mientras tanto las familias de los yihadistas retornados insisten en que sus hijos son víctimas, no verdugos. En el caso de Aïcha, la historia se repite renglón a renglón. Su madre está convencida de que su hija fue seducida por Yilmaz con promesas falsas.

Afortunadamente la joven podrá contar su experiencia, aunque antes deberá rendir cuentas a la Justicia holandesa, que podría acusarla de delitos de terrorismo.

Pero todavía hay muchos interrogantes abiertos. Los holandeses quieren saber si Aïcha ha vuelto para dejar atrás el yihadismo o si puede ser una amenaza para la seguridad del país.