Netanyahu intenta rebajar la tensión en Jerusalén

laura fernández Palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

07 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tenemos que hacer todos los esfuerzos para mantener la calma y la seguridad». El socorrido mensaje es del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en conversación telefónica con el rey de Jordania, Abdalá II, en la que tuvo que asegurarle que no modificará el estatus de la Explanada de las Mezquitas, custodiada por la monarquía árabe, con el fin de rebajar la tensión que se vive actualmente en Jerusalén.

Comentarios como el del ministro de Vivienda israelí, Uri Ariel, no ayudan al sugerir que el Monte del Templo, referencia para los judíos en alusión a un santuario que desapareció hace 2.000 años, tiene que ser reconstruido en la actual Explanada. No es legal, como recuerda Jordania, garante de los lugares de culto de la ciudad, y uno de los dos únicos países árabes que tiene un tratado de paz con Israel, estos días cuestionado.

El lugar santo está en manos de una autoridad musulmana desde el siglo VII, aunque ahora lo haga bajo supervisión de la Policía israelí, fuerza ocupante que, según los palestinos, determina las normas de acceso al culto. De hecho, Jerusalén es una ciudad con un estatus especial porque no pertenece a ningún Estado. La disputa de su capitalidad es en realidad uno de los escollos de la paz entre un futuro Estado palestino e Israel.

La explanada absorbe las tensiones del ocupado Jerusalén Este, ayer testigo de un atropello mortal intencionado por un supuesto simpatizante de Hamás. El segundo del día, que hirió a tres soldados israelíes, fue considerarse un accidente tras entregarse el conductor palestino a las fuerzas de seguridad israelíes.

Ayer, el Tribunal Penal Internacional (TPI) rechazó investigar el ataque israelí a la flotilla que en el 2010 navegó hacia la Franja de Gaza. Según el TPI, «hay bases razonables para creer que se cometieron crímenes de guerra», pero no para juzgarlos, y sugiere que deben ser los tribunales nacionales los que se hagan cargo del caso, entre ellos, España. La resolución pondría «entre la espada y pared la jurisdicción española», según la oenegé Rumbo a Gaza, pero lo cierto es que con las últimas modificaciones la aplicación de la justicia universal ha quedado limitada.