El eje franco-alemán no se entiende

Úrsula moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

FABRIZIO BENSCH | REUTERS

Angela Merkel elogia el plan de reformas del Gobierno de Valls, pero rechaza una prórroga para la reducción del déficit público de Francia

23 sep 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

Las relaciones entre Berlín y París han pasado por mejores momentos. Volvió a quedar patente ayer cuando la canciller Angela Merkel recibió al primer ministro francés, Manuel Valls, en la capital germana. Alemania no está dispuesta a hacer un pacto de estabilidad a medida de los franceses porque teme por la credibilidad de la eurozona si París no logra controlar su déficit público. Francia por su parte está cansada del diktat (dictado) alemán, pide más tiempo para llevar adelante sus reformas y, al contrario que los países del sur de Europa, tiene algo más de fuerza para resistirse.

«Francia es un gran país, la quinta economía del mundo y la segunda de Europa (?), no es el niño enfermo de Europa», declaró un convincente Valls ayer en la cancillería berlinesa, a la vera de una Merkel que no se prodigó en elogios.

«El primer ministro me ha informado de las exigentes y ambiciosas reformas que están llevando a cabo (?) y les deseamos mucha suerte», dijo acerca de la hoja de ruta gala, para pasar el balón al tejado de la Comisión Europea: «Cada país lleva adelante sus reformas, pensando en el bienestar de sus ciudadanos (?). No se trata de imponernos mutuamente obligaciones. Es la Comisión la que tiene que valorar estos esfuerzos».

No obstante, cuando un periodista le preguntó sobre la petición francesa de ralentizar la reducción del déficit público (la semana pasada Manuel Valls dijo que «Francia no puede ahorrar más»), Merkel recordó la necesidad de respetar los acuerdos europeos. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento limita el déficit público al 3 % del PIB, y el Gobierno de François Hollande ya ha dicho que no podrá recortar su déficit a esos niveles antes del 2017.

Con todo, Valls confesó ayer que «Francia tiene que acometer su responsabilidad en lo que respecta a la competitividad» y recordó que su Gobierno ahorrará 50.000 millones de euros en los próximos tres años. La piedra en el zapato de Merkel es que el Elíseo quiere gastar 40.000 millones de euros en apoyar a las empresas francesas.

Diferencias

La situación de partida entre ambos países no podía ser más dispar. Mientras Merkel disfruta de altos índices de popularidad, el tándem formado por Hollande y Valls no podía ser más criticado. Alemania disfruta de finanzas saneadas, Francia todo lo contrario y su tasa de desempleo duplica la germana. Con todo Valls fue sincero con los alemanes y dijo entender sus «dudas y preocupaciones»: «No he venido a pedir indulgencia. Todos cumplimos con nuestras responsabilidades. Francia también, por nosotros mismos y por Europa».

Pero para ello quieren más tiempo. «También Alemania recibió más tiempo hace diez años», apuntó Valls. El problema es que nadie parece confiar en sus reformas, ni los alemanes, ni los propios franceses.