Las islas que se le rebelan a Escocia

Mariluz Ferreiro EDIMBURGO

INTERNACIONAL

Allan Milligan

Las Shetland, en territorio escocés, también reclaman más autonomía

18 sep 2014 . Actualizado a las 13:28 h.

Los partidarios del sí tienen clara la independencia... Hasta que se les pregunta por las islas Shetland. Es ahí cuando llegan los carraspeos, las pausas incómodas, los ceños fruncidos por la duda. Las Shetland son un archipiélago al norte del Norte que en el 2013 pidieron mediante un documento elaborado por el Consejo de las Islas que Holyrood y Westminster les concedieran mayor autonomía. Son una comunidad de más de 20.000 habitantes con fuertes lazos culturales e históricos con Noruega. Una gota de agua dentro de la población escocesa. Pero parte de la tarta petrolífera del Mar del Norte les corresponde a ellos.

Alistair Carmichael, ministro británico para Escocia, explicó en una entrevista al diario The Guardian que, si los independentistas ganan el referendo, «quizás las Shetland quieran reconsiderar su situación». Y ha llegado a poner como ejemplo de posible nuevo estatus a las Islas Feroe o la Isla de Man. Carmichael, diputado liberal, representa a este territorio en el Parlamento británico. Su jugada, por lo tanto, es doble.

En las calles de Edimburgo hay socialistas que apoyan el sí que se muestran partidarios de que las Shetland puedan volar solas. «Nosotros vamos a votar, no podemos negarle ese derecho», apuntan. Pero los nacionalistas no lo tienen tan claro y los hay que se resisten «a la amputación». Los unionistas sonríen ante la posibilidad y hacen chascarrillos con la «división de Escocia». Los papeles se intercambian cuando se habla de las Shetland.

No ayudan mucho a tomar en serio las aspiraciones de autogobierno personajes como Stuart Hill, que se autoproclamó en esta zona el primer ministro del microestado de Forvik, una isla de una hectárea a la que llegó de forma poco heroica tras quedarse dormido en su bote y ser evacuado por los servicios de rescate.

En el Reino Unido no solo se preguntan qué pasará con Shetland. Los británicos ponen la lupa en las ciudades partidas por la frontera entre Escocia e Inglaterra. Si vence la independencia, temen flujos migratorios hacia un lado u otro dependiendo de las ventajas que ofrezca a sus ciudadanos cada Gobierno. Eso ya sucede en poblaciones estadounidenses que pertenecen a dos Estados que muestran diferencias sustanciales en los servicios sanitarios.

Durante la campaña, los unionistas han flirteado con la posibilidad de establecer barreras con guardias armados. «Si no queréis fronteras, votad por seguir en Reino Unido», dijo el laborista Ed Miliband. Los separatistas insisten en que todo seguirá igual. En lugares como Berwick-upon-Tweed, la población más al norte de Inglaterra, son necesarios los servicios que ofrecen al otro lado para no ver alterada su vida cotidiana. Allí se definen como «ciudadanos de la frontera». ¿Son escoceses o ingleses? Su condición ha cambiado en trece ocasiones a lo largo de la historia.

Además, los independentistas son conscientes de que con el sí condenarían a los ingleses más septentrionales, tradicionalmente laboristas, a gobiernos conservadores. Se lo recriminaba ayer un unionista a los voluntarios secesionistas. Uno respondió con un lacónico «lo siento».