Cuenta atrás en la frontera

INTERNACIONAL

No son pocos los que creen que apelar a los sentimientos de pertenencia hubiese sido más eficaz que el tira y afloja sobre la libra esterlina o el futuro de Escocia en la UE

18 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Gretna es un pequeño pueblo del sur de Escocia, a unas dos horas de Edimburgo, ya en el límite con Inglaterra, donde la piedra gris da paso al ladrillo rojo inglés de Carlisle. De esa condición fronteriza le viene su fama a Gretna: las leyes matrimoniales siempre han sido más liberales en Escocia, por lo que tradicionalmente era el lugar al que escapaban las parejas inglesas sin consentimiento paterno. Todavía hoy, en el habla popular, un desposorio romántico y repentino se conoce como «un gretna».

Algo de esa idea han querido recuperar un grupo de partidarios del no en el referendo escocés. Desde el mes de julio pasado, decenas de miles de ellos han venido trayendo piedras a este lugar desde todos los rincones del Reino Unido como muestra de su devoción por esa unión, por ese matrimonio político que hoy se va a poner a prueba en las urnas. Es la iniciativa independiente de Rory Stewart, un diputado conservador descontento con el hecho de que la campaña, incluso la del no, se haya centrado en la economía y las finanzas.

Escocés el mismo, Stewart ha querido retomar la tradición local del cairn, los montones de piedras que se usaban antiguamente como puntos de orientación, similares a los milladoiros gallegos. «Dejaré una piedra en tu cairn», dice una vieja bendición escocesa. El resultado son más de 350 toneladas de piedras junto a una curva del río Sark que forman un pasillo o unas manos que se estrechan a través de la frontera y en lo alto las banderas de las cuatro naciones que forman el Reino Unido, y la británica, cuyo diseño es de hecho una superposición de tres de ellas.

En medio de las recriminaciones que ya han empezado a escucharse en el campo del no, muchos piensan ahora que esta clase de acciones que apelan a los sentimientos de pertenencia, en este caso al Reino Unido, hubiesen sido más eficaces en la campaña que el tira y afloja sobre la libra esterlina o el futuro de Escocia en la Unión Europea, que han hecho que el debate acabase pareciéndose inevitablemente a las discusiones típicas de un divorcio. El gran columnista Ian Jack, otro escocés partidario de la Unión, resumía lo que para él era en realidad Gran Bretaña: la serie de televisión Coronation Street, el Museo Británico, la editorial Penguin, el Big Ben, la batalla del Somme...

¿Es en Gretna, el lugar con nombre de matrimonio alocado, donde se salvará esa unión? Así lo creen los constructores de este megalitismo político. Esta noche estarán esperando el resultado de las elecciones, al pie del rompecabezas geológico de Gran Bretaña que han levantado en un lugar que mañana podría ser una nueva frontera internacional o seguir siendo el límite entre dos naciones pero no entre dos países.