El Estado Islámico en los tiempos del reclutamiento digital

AFP

INTERNACIONAL

Los yihadistas han comenzado una potente campaña de propaganda a través de las redes sociales

17 sep 2014 . Actualizado a las 20:32 h.

Los tiempos cambian y la guerra santa ha decidido actualizar algunos de sus métodos para ir caminando por el devenir de los tiempos. Los yihadistas europeos caminan de la mano de las nuevas tecnologías y han decidido emprender su mejor estrategia publicitaria a través de las redes sociales. Los seguidores del Estado Islámico muestran en internet la mejor cara de una cruda realidad. Siria o Irak son presentadas como un verdadero edén, mientras que su día a día parece sacado de uno de los videojuegos más comerciales del mercado. La efectiva propaganda se ha convertido en otro dolor de cabeza para las autoridades, que ya miran con recelo la libertad que estas plataformas les ofrecen a los terroristas.

Una de las imágenes que más se repite es la del selfie bélico. Armados con Kalashnikov, los combatientes de la yihad muestran su mejor sonrisa. Twitter, Facebook o incluso Instagram se han llenado en los últimos días de imágenes que retratan las divertidas veladas que los yihadistas pasan en las lujosas mansiones confiscadas por el Estado Islámico. Noches en las que, curiosamente, nunca falta pizza.

Fotografías sumamente destiladas muestran una imagen idealizada de la yihad. En esta peculiar campaña, la ideología no tiene cabida. Eso viene después.

Los jóvenes europeos pertenecientes al Estado Islámico saben cómo moverse para convencer. Describen su día a día utilizando los códigos más asentados entre los de su generación, un jugoso grupo ultraconectado a las redes sociales. Su capacidad de adaptación es inmensa e incluso utilizan la lengua materna de sus futuros combatientes. En la guerra todo vale.

Abu Abdala G., un apuesto yihadista francés que pasó por Reino Unido y España, es una de los ejemplos que mejor retratan estas circunstancias. Las redes sociales mostraban una cara amable del combatiente, con imágenes y vídeos en los que el terrorista aparecía rodeado de niños afirmando querer «ayudar a los pobres». Un cariz humanitario que poco o nada tenía que ver con las otras fotografías en las que el yihadista salía agarrando cabezas cercenadas. Dos caras para una misma moneda. Su perfil en Facebook, el de un verdadero mártir, contaba con unos 4.000 «amigos» cuando murió en julio.

A pesar de que todo puede parecer un enorme sinsentido repleto de contradicciones, los expertos tienen una explicación para el comportamiento de estas máquinas de matar. «La radicalización surge del encuentro entre un joven muy sensible que se hace preguntas sobre las injusticias y un discurso que lo transforma en salvador de la humanidad. El adoctrinamiento comienza casi sistemáticamente por internet», explica Dunia Buzar, directora del Centro de Prevención contra las derivas sectarias vinculadas al islam en Francia.

Enrolamiento discreto

En Francia, «dos tercios de las personas que se han autorradicalizado a través de internet no estaban fichadas por los servicios de inteligencia y los casos prosperan como champiñones, afectando cada vez más a las mujeres», explica una fuente policial.

«La instrucción religiosa ya no es necesaria. Lo demuestran mensajes del tipo 'me importa un bledo el islam, voy a hacer mi yihad'. Los radicales prefieren vender el Estado Islámico como un nuevo edén, donde el dinero corre a raudales», estima una fuente policial.

Lo cierto es que la organización sigue necesitando combatientes, y con el fin de conseguirlos cualquier adorno es poco. El enrolamiento se ha llegado a producir incluso al estilo de los videojuegos. La inspiración, el popular «Call of Duty», incluso se queda corta. Los vídeos de combates, las ejecuciones sumarias y los ataques sin razón son mucho más salvajes y numerosos en la realidad.

Las redes sociales se han convertido en un instrumento de proselitismo que les permite dar consejos prácticos para viajar sin suscitar sospechas entre sus familiares y las autoridades. El primer contacto físico de la mayoría de los europeos con un yihadista se produce después de haber cruzado la frontera turca con Siria.

Este enrolamiento virtual, muy discreto, complica en demasía el trabajo de los servicios de inteligencia, que en muchas ocasiones no saben como hacer frente a estos métodos 2.0.

La creación en Francia de la nueva Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) se ha encargado en los últimos meses de hacer buen acopio de ingenieros y especialistas que permitan mejorar la detección en internet de estos candidatos a yihadistas y, sobre todo, de sus reclutadores.

Las grandes redes sociales no vigilan pero cierran las cuentas que incumplen las condiciones de utilización, especialmente en el caso de incitación a la violencia, nada más detectarlas. Entonces empieza el juego del gato y el ratón, que consiste en reabrir la cuenta con otra identidad, que será de nuevo cancelada.

El 24 de septiembre, una reunión en la cumbre del Consejo de Seguridad de la ONU se centrará en la amenaza de los yihadistas extranjeros que operan en Siria y en Irak. Estados Unidos espera que el encuentro desemboque en una resolución vinculante que «fije un marco legal» para evitar los alistamientos. Alemania ya se ha dotado el viernes de armas jurídicas que prohíben la comunicación por texto, por imágenes o sonido de todo lo relacionado con el grupo EI, sobre todo en las redes sociales.