La UE prepara una nueva tanda de sanciones económicas contra Rusia

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Un guardia ucraniano vigila el tren con los restos de las víctimas tras llegar a Járkov.
Un guardia ucraniano vigila el tren con los restos de las víctimas tras llegar a Járkov. gleb garanich < / span>reuters< / span>

Moscú sufrirá un embargo de armas y restricciones energéticas si no coopera

23 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El asesinato de los 298 pasajeros que viajaban a bordo del Boeing 777 abatido en cielo ucraniano ha marcado un antes y un después en las relaciones de la Unión Europea con Rusia. «Después de este atentado nada será igual», aseguró ayer en Bruselas el ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, tras la reunión que mantuvo con sus homólogos europeos.

En la sede del Consejo, los 28 debatieron largo y tendido sobre qué respuesta dar a Moscú tras el crimen cometido la pasada semana en territorio controlado por rebeldes prorrusos. La UE acusa a Rusia de apoyar a las milicias separatistas en la frontera este de Ucrania y la responsabiliza de los hechos: «No hay que olvidar que esto ha sucedido por la ayuda de Rusia a los rebeldes ucranianos a través del tráfico de armas en la frontera», indicó el ministro de Exteriores británico, Philip Hammond.

La respuesta es unánime. Ante la gravedad de los últimos acontecimientos en Ucrania, la UE se prepara para activar la temida fase tres de sanciones. Rusia podría hacer frente a penalizaciones de carácter económico, embargo de armas, restricciones en el mercado de capitales, en el sector energético y bienes de doble uso (civiles y militares). Los ministros encargaron ayer a la Comisión Europea y al Servicio de Acción Exterior que presenten mañana la lista de entidades y personas que podrían ser destinatarias de represalias. Dependerá de los líderes europeos apretar el botón verde y abrir las puertas a la guerra comercial. No habrá que esperar mucho para saber si ocurre. Según fuentes diplomáticas, la próxima semana se podría convocar una reunión extraordinaria para precipitar la decisión.

Al presidente ruso, Vladimir Putin, solo le queda una salida: cumplir de forma «rápida y tangible» con todas y cada una de las condiciones que pone la Unión Europea sobre la mesa. En primer lugar, cooperar plenamente con la investigación internacional independiente que trabajará sobre el lugar del siniestro para esclarecer los hechos. También se le exige a Moscú que utilice su influencia sobre los grupos de rebeldes armados para asegurar la zona. Putin adelantó que hará «todo lo que esté en nuestro poder», pero se mostró escéptico sobre los resultados. «No será suficiente», dijo.

La prioridad inmediata es el acceso al área donde reposan los restos del avión para identificar a las víctimas que puedan quedar en el terreno, recoger los enseres personales y evitar la manipulación o destrucción de pruebas. Rusia deberá cortar mientras tanto el flujo de armamento y equipamiento militar a través de la frontera y retirar sus tropas del Este.

 La UE se encuentra ahora en una encrucijada. La muerte de 298 personas exige una respuesta a la altura de las circunstancias. Eso se traduce en que países que hasta ahora se mostraron más blandos con Moscú deberán asumir los costes de las nuevas sanciones. Alemania estudia con preocupación el impacto energético y Francia no quiere ni oír hablar de lo que le costarán. La venta a Rusia de dos buques de guerra de la clase Mistral sembró la indignación de las delegaciones  sueca, británica y lituana: «Venderles armas es difícil de explicar en este momento», manifestó el titular de Exteriores sueco, Carl Bildt. Lo tiene más difícil la propia Holanda, a la que la tragedia ha golpeado de lleno. Su primer ministro, Mark Rutte, siempre se mostró muy reticente a imponer sanciones a Rusia. Ahora se debate entre responder con dureza al atentado o templar los ánimos hasta que recuperen los cadáveres de todas las víctimas.