La justificación de lo injustificable

INTERNACIONAL

Las medias verdades explican por qué nunca acaba el conflicto

22 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo decía el ministro español de Exteriores ayer: Israel tiene derecho a defenderse, pero ese derecho debe respetar una proporcionalidad y unas reglas. Digamos que la policía tiene derecho a detener a un criminal pero no a volar el bloque de viviendas en el que habita. Sin embargo, incluso este razonamiento resultaría torticero, puesto que la población de Gaza no es un criminal ni Israel puede arrogarse la condición de policía. Es un ejército que ocupa otro país y mantiene Gaza bajo un bloqueo efectivo con la colaboración de Egipto. Como sucedía, por ejemplo, en el Sarajevo de los años de la guerra, esa población de Gaza -o los grupos armados que luchan en su nombre y forman parte de ella- está igualmente legitimada para defenderse. También es su derecho, recogido en diversos textos y resoluciones de la legislación internacional.

Donde Hamás y los otros grupos armados palestinos se salen de la legalidad internacional es en algunas, no en todas, sus formas de respuesta. El lanzamiento de cohetes sin sistema de guía contra zonas habitadas se considera ilegal precisamente porque resulta indiscriminado. Sin embargo, hay que decir que Hamás proporciona listas con los blancos militares que pretende alcanzar. El periodista puede, y de hecho debe, desconfiar de estas listas, publicarlas pero tratarlas como lo que son, meras excusas; pero exactamente lo mismo hay que hacer con las justificaciones que el Ejército israelí ofrece para cada ocasión en la que mata civiles. Los avisos antes de los bombardeos -incluso en los casos en los que son verdad- o la cínica leyenda urbana del uso de civiles como escudos humanos forzosos -lo dicen todos los ejércitos cuando matan civiles- son igualmente parte de una campaña de propaganda que uno no puede creerse sin más. Por desgracia, en la guerra nadie intenta ahorrarle sufrimientos a su enemigo y, si alguien nos asegura lo contrario, nos está dando más razones para no creerle. Basta observar que la proporción de bajas civiles en las operaciones israelíes no difiere de guerras similares en las que nadie finge intentar evitarlas.

La gente suele preguntarse por qué el conflicto palestino-israelí no parece terminar nunca. Hay muchas razones que explican ese fracaso, pero entre ellas está esta: el peso de las medias verdades. No es la más importante, pero sí una de las pocas en la que todos podemos hacer algo. Podemos ser más críticos, tener en cuenta que la información nos llega casi exclusivamente de un bando en conflicto y sospechar siempre de las excusas que pretenden justificar lo injustificable.