Los culpables y las consecuencias

INTERNACIONAL

18 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

De nuevo la tragedia se ceba en un vuelo de Malaysia Airlines. Como había sucedido ya el pasado marzo, cuando un avión del mismo modelo de esta aerolínea se perdió misteriosamente en el Índico, el derribo de este otro Boeing 777 sobre el este de Ucrania también aparece envuelto en el misterio, aunque en este caso el misterio pueda tener consecuencias políticas graves.

Si el avión de pasajeros ha sido derribado por un misil, como el radio de dispersión de los restos parece indicar, el principal sospechoso serían las milicias federalistas prorrusas que combaten al Gobierno de Kiev en el este del país. Puesto que carecen de fuerza aérea, son el bando interesado en derribar aparatos enemigos, como de hecho han venido haciendo con éxito desde hace meses. Es cierto que hasta ahora sus objetivos eran invariablemente helicópteros o aviones a baja altura, y también que los rebeldes dicen no disponer de la tecnología necesaria para derribar nada por encima de los 3.000 metros de altitud (este avión volaba a 10.000 metros).

Desgraciadamente para ellos, sin embargo, el mes pasado anunciaron que se habían apoderado de misiles Buk en una base militar ucraniana; y el Buk, un misil tierra-aire, puede llegar hasta los 22.000 metros.

La réplica de los rebeldes de que ha sido el ejército ucraniano resultaría, en principio, mucho menos plausible; como también es improbable la sospecha que Kiev ha lanzado sobre la propia Rusia. Es difícil imaginar que las defensas aéreas de estos dos países, que tienen información detallada de los vuelos comerciales, puedan cometer un error como este. Y eso que el derribo por equivocación de un avión de pasajeros tiene un largo historial. En total, ha ocurrido al menos unas veinticuatro veces desde la década de 1940, incluidos los dos vuelos de pasajeros coreanos que la URSS derribó en 1978 y 1983, el avión italiano que derribó la OTAN sobre el Mediterráneo en 1980 y el iraní que derribó Estados Unidos en 1988.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias? Si la culpa recayese únicamente en las milicias rebeldes, esas consecuencias serían únicamente locales. Para los separatistas supondría un golpe muy duro, quizá mortal, a sus aspiraciones de independizarse de Ucrania. En los últimos tiempos se viene notando el cansancio de Moscú con su causa y este incidente podría servir de excusa para que Vladimir Putin les dejase caer.

Sin embargo, y esto es la cuestión clave en esta crisis, las autoridades de Kiev parecen dispuestas a renunciar a esa ganancia inmediata a cambio de una estrategia más ambiciosa: la de apuntar el dedo no a los separatistas sino directamente a Rusia. Inseguros todavía de qué podía resultar más verosímil, los responsables ucranianos acusaban ayer a Moscú de una forma ambigua que podía significar tanto que creen que la defensa aérea rusa derribó el avión como que proporcionó los misiles a los rebeldes. Esto último no es imposible, pero no será fácil demostrarlo.

Arrinconar a Rusia supone una táctica de alto riesgo. Al encontrarse ciudadanos norteamericanos y europeos entre las víctimas de la tragedia, esta sospecha podría conducir a una internacionalización del conflicto. Conscientes de la cantidad de explosivo que contiene la situación, sin embargo, Washington y sus aliados mantenían ayer una actitud prudente.

Más allá de un endurecimiento de las sanciones a Rusia, ese riesgo de internacionalización parece bajo de momento, considerando que se entiende que en cualquier caso el derribo del avión habría sido un error. De hecho, si repasamos esa veintena larga de tragedias parecidas, incluso las más graves se resolvieron en su momento con meras condenas verbales, sin más consecuencias.