Maduro no consigue cerrar la crisis del chavismo abierta por la carta de Giordani

pedro g. otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Obligado a ser pragmático, es atacado por desembarazarse de los dogmáticos

29 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo que empezó con la defenestración del ministro más emblemático de Hugo Chávez por parte de su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, amenaza con convertirse en una división del partido que lleva 14 años en el gobierno en Venezuela y con crear una crisis política.

La carta publicada por Jorge Giordani, que ocupó el ministerio de Planificación desde 1999 y además fue directivo del Banco Central y de la poderosa petrolera estatal Pdvsa, no se limita a acusar a Maduro de «falta de liderazgo». Como publicó La Voz en su momento, además desnuda la corrupción en el Gobierno y admite que en el 2012 se cometieron toda clase de excesos en las finanzas públicas para garantizar la reelección póstuma de Chávez, excesos que los venezolanos pagan ahora con una inflación del 70% y una escasez de productos superior al 30%.

Giordani no es un cualquiera en la elite venezolana: Chávez lo llamaba «mi padre» y en un gabinete lleno de enroques y de cambios, fue el ministro más constante de la llamada «revolución bolivariana». Comunista dogmático, profesor de la Universidad Central de Venezuela, Giordani, un hombre de pocas palabras y reacio a las entrevistas, manejaba el gabinete económico con puño de hierro.

Sin embargo, Maduro, sin llamarlo por su nombre, lo calificó de «izquierdista trasnochado» y «traidor» pocos días después de la publicación de la carta en el portal oficialista Aporrea.org. «Exijo lealtad», gritó. Pero esto desencadenó otra ola de misivas: Desde otro exministro, Héctor Navarro (que ocupó cuatro despachos diferentes) hasta Ana Osorio (exministra de Ambiente y exembajadora en México) se han solidarizado con Giordani y han criticado la falta de democracia interna en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La formación tenía programadas elecciones internas el mes que viene, pero han sido pasadas para octubre ante el cariz tormentoso de la polémica.

Maduro volvió a dedicarle andanadas a todos esta semana, señalando que «como ministros fracasaron toditos», muy a pesar de que él también fue por seis años canciller de Chávez. El segundo de a bordo del chavismo, Diosdado Cabello, señaló que «la crítica se acepta, pero no puede estar por encima de la lealtad». Mientras, desde Aporrea.org, se discute si la corrupción sí puede estar por encima de la crítica, y se compara el proceso de disolución actual del PSUV con el que en su momento soportó Acción Democrática (AD), que por cuatro décadas dominó la vida nacional.

El debate interno del PSUV ha dado armas a la oposición, que no cesa de lanzar acusaciones sobre la profunda corrupción que padece el país. La diputada Dinorah Figuera (Primero Justicia) ha señalado que la carta de Giordani es de «interés criminalístico» por como muestra que el presupuesto nacional se utiliza para favorecer al partido de Gobierno. El alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, afirma que la carta de Giordani demuestra que el chavismo se encuentra «en fase terminal».

Lo cierto es que Maduro, atrapado entre la falta de recursos y la de liderazgo, puede tener que asumir el costo de la división del chavismo, que su fundador manejaba en forma militar, y sumar lastre a su ya comprometida gestión, francamente impopular.

Analistas como Benigno Alarcón, politólogo y profesor universitario, consideran que Giordani representaba a los dogmáticos en el gobierno de Chávez, y que Maduro precisa de mayor pragmatismo para hacer frente a la crisis económica que vive el país. «A la corriente pragmática, más que conservar el proyecto, le interesa preservar el poder», señaló.