«Hay atracos en las esquinas y es difícil conseguir comida»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / REDACCIÓN

INTERNACIONAL

La colonia gallega explica las protestas porque la gente ya «no aguanta más»

22 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La gente «no aguanta más» y sale a la calle porque «hay atracos en las esquinas y es difícil conseguir comida, hay que hacer colas para ciertos productos o pagarlos muy caros en la reventa». Algo que no está al alcance de la mayoría. El que habla es Eduardo Aller, nombre ficticio de un gallego residente en el estado venezolano de Guárico desde que era adolescente, y que prefiere ocultar su nombre para garantizar su seguridad y la de los suyos.

En Guárico no han estallado las protestas que llevan dos semanas llenando de violencia las calles de otras ciudades, pero la intranquilidad y el temor ha prendido en la comunidad gallega. Para obtener información, está recurriendo a la web, no solo de periódicos nacionales como El Universal, sino también a otras cabeceras extranjeras y, sobre todo, La Voz de Galicia por la vinculación con su lugar de origen. Eduardo lamenta que «posiblemente en unos días, tú te podrás enterar de más cosas que nosotros, porque el presidente Maduro ya ha amenazado con sacar de antena a la CNN». Cuando esto ocurra solo «quedarán las redes sociales y las webs de los periódicos de fuera». La «prensa escrita ya hace tiempo que tiene problemas porque no hay papel, porque hasta eso es importado», explica el joven gallego. Y es que, poco a poco, Venezuela «ha dejado de producir. Aquí no se produce nada».

Ningún plan contra la crisis

Las revueltas «que se extienden por todo el país» no han llegado aún al pueblo de Eduardo. «Aquí aguantamos las larga colas y, lo que es peor, la falta de productos, pero no protestamos». Cuando se le pregunta por qué ha estallado ahora la revuelta, Eduardo lo tiene claro. «Hay que protestar. El Gobierno dice que todo está marchando bien y, al no reconocer que estamos en una fuerte crisis, no muestra ningún plan para salir de ella».

Las dificultades para acceder a los productos básicos son una situación extendida a todo el país. Otra joven, residente en Caracas, pero con familia en un pueblo cercano a la frontera colombiana, María Sánchez (también nombre ficticio) apunta que «cuando te enteras de que hay harina en un comercio, sales corriendo; y no siempre llegas a tiempo», comenta. Alguna vez «mis padres cruzan la frontera para comprar comida fuera del país y procuran aprovechar fines de semana para que crean que vienen a Caracas», explica.

Eduardo apunta que «hay restricciones cada vez más fuertes con el dólar, lo que redunda en más escasez de productos importados, que lamentablemente son la mayoría: medicinas, comida, productos agrícolas, recambios de vehículos e industriales». Los que pueden recorren largas distancias para comprar productos de primera necesidad, repuestos para vehículos y hasta artículos derivados del petróleo, que «no deberían ser un problema en este país. Pero «el colmo es que hay escasez de lubricantes. Hasta se hacen colas para comprar gas».

A los problemas generados por la falta de productos básicos se suma la inseguridad. «Esto sí que es un problema aquí», apunta. Los «atracos son frecuentes» y se producen «en cualquier esquina», lo que les obliga a extremar las medidas de seguridad. Los secuestros exprés están al orden del día, igual que los asesinatos y los «sicarios apareciendo por doquier».