Un nacionalista implacable, sionista de ley

La Voz

INTERNACIONAL

12 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un excesivo pragmatismo para un cometido, la creación del Gran Israel, le llevó a protagonizar las hazañas bélicas que han escrito la historia de Oriente Medio y por las que se ha ganado el apelativo de héroe pero, también, el de criminal. Veinticinco años en el Ejército de su país (ingresó a los 14 años en el embrionario Haganá durante la guerra del 48) le permitieron estar en cada cita bélica regional, como la guerra del 67, cuando con una audaz maniobra atravesó el canal de Suez y consiguió rodear al ejército egipcio; o la guerra de Yom Kipur, en 1973, tras la que se retiró.

En 1953 había fundado la temida Unidad Especial 101, con la que llevó a cabo la operación Flecha Negra en Gaza en 1955, donde murieron 37 soldados egipcios mientras dormían. Sharon siempre tenía justificación para la excesiva fuerza que marca su biografía militar en pos de la seguridad de su país.

Tras un cuarto de siglo, se despide de su etapa bélica, en la arena, y comienza su otra batalla, en la política. Siguió actuando como un halcón, un nacionalista implacable, sionista de ley. En 1981 es nombrado ministro de Defensa, y ordena la interminable y desastrosa intervención en Líbano. Continuó desafiante y protagonizó la histórica visita a la explanada de las mezquitas en Jerusalén, que generó la segunda intifada en el 2000. Hasta que en 2001, arrebatado el liderazgo de Likud a Benjamin Netanyahu, es nombrado primer ministro y sorprende con un giro político aprobando la desconexión de la franja de Gaza. En 2005 evacuó a los colonos, renunciando a mantener todos los territorios conquistados en la guerra de 1967. No todos se lo perdonaron. Formó un nuevo partido, Kadima, con intención de presentarse a las elecciones de 2006, pero la hemorragia lo incapacitó para poder terminar sus planes: establecer los límites de Israel. Suya es la idea del muro de separación.

Sharon nació en la Palestina británica de 1928, en una familia originaria de Bielorrusia. Sin embargo, destinó su vida a consolidar Israel sobre el mapa. Su rudeza y la destrucción de miles de casas palestinas le colgaron el apelativo de «la excavadora». Divorciado y casado por segunda vez con la hermana de su primera mujer, ha dejado dos hijos, y un controvertido legado político.