¿Qué hay detrás de Beppe Grillo?

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

El antisistema cree que «los viejos partidos» llevarán al colapso a Italia

04 mar 2013 . Actualizado a las 10:59 h.

La resaca poselectoral italiana ha dejado en el aire muchos interrogantes. Uno, quizás el de más intriga, se refiere al Movimiento Cinco Estrellas del cómico Beppe Grillo, cuyo éxito ha desatado los análisis acerca del significado de ese voto de protesta. Pero quizás se mira en el lugar equivocado, porque no es en su ideario donde hay que buscar las claves de este movimiento sino en su mecánica; no en el fondo sino en la forma.

Para entender a Grillo quizás haya que olvidarse de Grillo, y concentrarse en lo que hay detrás. Detrás está este hombre: Gianroberto Casaleggio. Antes de conocerle, Grillo tenía tan poco interés por la «Democracia 2.0» que uno de sus números consistía en destrozar en escena un ordenador a martillazos. Fue Casaleggio, un empresario de márketing viral, quien eligió a Grillo. Antes ya había intentado crear un «Grillo» con otro pionero de la anti-política italiana, el juez Antonio di Pietro. Pero no funcionó, posiblemente porque Di Pietro tenía un perfil demasiado ideológico. Grillo, un cómico de escaso compromiso político, es un producto más vendible en un contexto de odio a los partidos.

Casaleggio le instaló su blog y, mediante su empresa, logró colocarlo en lo más alto de los ránkings. También fue él quien ideó los los V-Day, manifestaciones de protesta lo suficientemente genéricas para sumar todo tipo de voluntades. Una vez creado así un vínculo personal entre los participantes, se pasó a la siguiente fase: clubes de seguidores de Grillo por toda Italia, siguiendo el modelo de los clubes de fans, en los que un cierto espíritu de secta sustituye a la relación lejana e intermitente de los partidos tradicionales.

Solo entonces dio Casaleggio el paso de crear un partido político. Significativamente, fue a través de su empresa, y no de una iniciativa ciudadana, como recogió las firmas necesarias.

Perfil de Casaleggio

El perfil de Casaleggio es poco «grilliano». Procede de la directiva de Olivetti y está vinculado a la Telecom italiana, a la que Grillo ataca. Su empresa, Casaleggio Associati, factura dos millones y medio al año. Su socio, Enrico Sassoon, está vinculado a las grandes corporaciones norteamericanas a través de la Cámara de Comercio Americana, y es miembro del Instituto Aspen, al que pertenece precisamente Mario Monti (se dice que fue el Aspen el que lo colocó en el poder).

No hace falta pensar en una conspiración. La realidad es posiblemente más sencilla: Casaleggio simplemente entiende la política como un producto comercial y le aplica las reglas y los trucos del márketing viral. Por eso Grillo resulta tan contradictorio. Un buen producto debe abrir su target lo más posible mediante un mensaje indefinido en el que todos puedan encontrar lo que buscan. La «democracia directa» se convierte así en una reformulación del viejo principio de que el cliente siempre tiene la razón.

Pero, ¿cómo es de «directa» esta democracia grilliana? Un ejemplo: se ha hablado mucho de que los candidatos del Movimiento 5 Estrellas, en estas últimas elecciones, fueron seleccionados mediante una votación de vídeos colgados por ellos mismos en YouTube. No se hablado tanto, sin embargo, de que tan solo 20.000 personas participaron en esa votación electrónica, que se hizo utilizando un programa de la Casaleggio Associati sin control externo alguno. Si a esto sumamos que, según un cálculo, hasta la mitad de los seguidores de Grillo en Internet podrían ser bots (identidades falsas manejadas por un ordenador), nos encontramos con que, en este mundo «orwelliano» de la «democracia 2.0,» no solo Grillo no es Grillo sino que sus seguidores podrían no ser sus seguidores. Lo único real son los votos. Ocho millones y medio. El producto ha funcionado. Ahora habrá que esperar para ver qué es exactamente lo que los italianos se han comprado.