Un exmilitar español entrena a jóvenes rebeldes en Siria

Antonio Pampliega BAB AL HAWA / AFP

INTERNACIONAL

Un grupos de combatientes atiende las explicaciones de Luis Munar (tercero por la derecha).
Un grupos de combatientes atiende las explicaciones de Luis Munar (tercero por la derecha). AFP< / span>

Luis Munar, exoficial de la Fuerza Aérea, no se considera un mercenario

14 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«No soy un mercenario» asegura Luis Munar, un exoficial del Ejército del Aire de España, que dejó a su familia y a la crisis para viajar a Siria y entrenar a los insurgentes. Llegó a Siria porque «nunca he podido ver cómo mataban a niños sin revolverme en el sofá», aunque reconoce que su labor en el conflicto le da la «posibilidad de aumentar mi currículo profesional y poder mantener a mi familia».

Este valenciano, licenciado en Derecho, se financió su primer viaje a este país devastado cuando recorrió las provincias de Idlib y Alepo. Pero esta vez le paga una red internacional de sirios en el extranjero, que lo pusieron en contacto con la Brigada Al Faruk, unidad que asegura tener unos 12.000 combatientes. «Puedo decir con orgullo que todos los que han asistido a mis cursillos aún están con vida y que solo hay dos heridos leves en combates contra las tropas especiales» del régimen, afirma Munar.

Durante su primer viaje, enseñó a los jóvenes combatientes a luchar cuerpo a cuerpo y a utilizar un fusil AK-47. Muchos de ellos jamás habían tocado un arma en su vida, explica.

Luego, el conflicto evolucionó, y los rebeldes empezaron a derribar aviones del régimen. «En mi segunda visita, me pidieron ayuda en la lucha antiaérea y contra tanques», relata. «Centramos el entrenamiento con los medios de que disponen: los cohetes Dushka y las ametralladoras que desmontan de los tanques y que colocan sobre las pick-up», explica Munar.

«Si [los rebeldes] tuviesen tantas armas como dicen que tienen, la guerra habría acabado ya. Saudíes y cataríes no pasan armas porque es muy complicado introducirlas por las fronteras» asegura. «Tienen coraje, valor, fe, y viven al día. En cuanto a armas tienen poco y viejo con que defenderse», dice.

Munar sujeta un vetusto Kalashnikov, mientras permanece apoyado en la puerta que da acceso al patio de una casa. Mira a sus alumnos, muchos de ellos muchachos imberbes. Tienen «entre 15 y 35 años, es una juventud de sueños rotos. Muchos aún no han finalizado sus estudios de bachillerato (...) pero todos tienen algo en común: son muy valientes y se han convertido en veteranos de guerra».

Reconoce que entre los rebeldes «hay miembros de Al Qaida», y «eso los sirios lo saben, y no les gusta». También relata que muchos le preguntan: «¿por qué nadie nos ayuda? ¿Por qué en Libia y aquí no? Muchas veces no he sabido qué responderles», confiesa.