La ONU reconoce a Palestina como estado observador no miembro

Mercedes Gallego / Colpisa

INTERNACIONAL

Con 138 votos a favor, entre ellos el de España, sella su nuevo estatus, semejante al del Vaticano

30 nov 2012 . Actualizado a las 02:32 h.

Hace 65 años la Asamblea General de la ONU aprobó la división del territorio histórico de Palestina en manos británicas para que resultasen dos Estados, uno árabe y otro judío. La resolución se convirtió en «el certificado de nacimiento de Israel», recordó Mahmud Abás, cansado de ver muerte y violencia a lo largo de su vida. Ayer, el presidente de la Autoridad Palestina recordó a ese mismo foro su obligación moral de emitir «el certificado de nacimiento del Estado palestino» con otra resolución que meramente lo convierte en un «Estado no miembro de la ONU», semejante al del Vaticano.

Su aprobación no servirá para que la bandera palestina ondee sobre la Primera Avenida de la Gran Manzana, como pidió el representante turco, ni acabará con la ocupación que sufre ese pueblo de territorio menguante y fronteras difusas. Sin embargo, envía un mensaje de esperanza a quienes todavía entierran cadáveres de la última oleada de ataques israelíes.

«Ciertamente nadie en el mundo necesitaba que decenas de niños palestinos perdieran la vida para reafirmar los hechos», admitió con tristeza Abás, «pero la sangre de estos nuevos mártires sirvió para que algunos países no pudieran evitar su responsabilidad moral». El resultado de 138 votos a favor, entre ellos el de España, con solo nueve en contra y 41 abstenciones, sella su nuevo estatus.

Abás agradeció las «voces de coraje» que son hoy «más importantes que nunca», porque «confirman a nuestro pueblo que no está solo, que la adherencia a la legalidad internacional nunca va a ser una propuesta perdedora». Y eso, en un territorio enfrentado durante miles de años, tiene más valor que cualquier declaración.

Algunos países, como Israel, incapaz de detener por más tiempo lo inevitable, optaron por restar importancia a la resolución. Otros, como Estados Unidos, Canadá y República Checa, por colocarse en el lado equivocado de la historia al votar en contra. Y algunos más, como Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Estonia y Lituania, se decantaron por una cobarde abstención. Con todo, la posición final de las potencias europeas era la más favorable posible, y un gesto pro palestino que deja a EE UU y a Israel más aislados que nunca.

Abás insistió en que con esta petición su pueblo no busca deslegitimar el Estado israelí ya establecido, ni «complicar más el proceso de paz, sino afirmar la legitimidad del Estado que ahora debe conseguir la independencia»

El año pasado Abás dijo en este mismo púlpito que con su resolución no buscaba «deslegitimar a ningún estado -Israel- sino más bien hacer realidad otro -Palestina-». Con todo, Israel es consciente de que cuando sus vecinos ocupados pasan de ser una «entidad» a un «Estado no miembro» de la ONU como el Vaticano, será más fácil que sean admitidos en otras agencias de la ONU y podrán incluso denunciar sus abusos ante el Tribunal Penal Internacional. Algunos países como Gran Bretaña han intentado negociar su voto con Abás para que renunciase a esa posibilidad, pero el mandatario palestino ya no tiene años ni consenso o capital político para sucumbir al chantaje.

Una última oferta

El subsecretario de Estado de EEUU, William Burns, se reunió con él la víspera en un hotel neoyorquino para hacerle una última oferta.

A cambio de que no presentase ayer la resolución, Burns le prometió que Obama se involucraría personalmente en la mediación del conflicto a partir del año que viene. Abás lo rechazó. Como también se ha resistido a las amenazas de Washington de retirar la ayuda económica a su pueblo. «A los palestinos no se les puede chantajear siempre con dinero», dijo Hanan Ashrawi, una alta funcionaria de la Organización para la Liberación Palestina que tenía un estatus informal de observador en la ONU.

Ante la entereza de los palestinos, el congresista republicano Orrin Hatch volvió su rabia contra la ONU que, a su juicio ha traicionado a EE UU y a Israel. Su propuesta legislativa pide suprimir los fondos a Naciones Unidas, como ya hizo el año pasado con los que proporcionaba a la Unesco tras la inclusión de Palestina como miembro. La organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha pagado por este gesto de justicia y valentía con la pérdida de un 22% de su presupuesto.

Todo el mundo dice que hoy nada habrá cambiado para los 4,3 millones de palestinos que viven en Gaza y Cisjordania porque «el camino para una paz duradera pasa por Jerusalén y Ramala, no por Nueva York», insistió la secretaria de Estado Hillary Clinton. Sin embargo, para el millón de refugiados palestinos regados por el mundo y sus descendientes, la resolución trae un punto de dignidad que va más allá de la alta política.

Muzna Shihabi, que cuando abrió su cuenta corriente en un banco de París tuvo que escribir su país de origen como «desconocido», anunció en su página de Facebook que el lunes volverá a exigirles que cambien esa casilla de la infamia.

Palestina había sido reconocida formalmente por 132 países antes de este día histórico, por lo que la victoria se medía en los votos que superasen esa cifra. Abás recordó que su preferencia sigue siendo la inclusión total como miembro de pleno derecho en Naciones Unidas, «que es nuestro derecho legítimo, legal e histórico», suscribió. Por ello expresó su confianza en que el Consejo de Seguridad «un día refiera nuestra petición a la Asamblea General». Algo imposible mientras EE UU amenace con utilizar su derecho de veto para impedir que prospere.

El presidente palestino aseguró que sigue comprometido con la solución de dos Estados. «Nuestra mano sigue extendida hacia la paz», proclamó.

«Tenemos fe en que cada persona con conciencia en el mundo, en cada Estado respetuoso de la Carta de Naciones Unidas, apoyará y contribuirá a que nuestro pueblo ejercite su derecho a la autodeterminación para alcanzar la independencia en su Estado palestino, con Jerusalén Este como capital».

Ese es uno de los puntos controvertidos que se interponen entre los dos Estados que reclaman la ciudad santa como su capital, pero ni mucho menos el único. Con las elecciones israelíes en puertas, nadie piensa que el relanzamiento de las negociaciones esté cerca, pero eso no impidió que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, renovase su llamamiento.

«Lo que necesitamos ahora es valor, así como un sentido de la responsabilidad histórica y una visión para las generaciones más jóvenes», sentenció.