Equinoccio de primavera: el derecho a sentirse mal

C. Barbería REDACCIÓN

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PACO RODRÍGUEZ

Aunque con el aumento de luz se elevan los niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, hay para quien esta estación supone el sentimiento contrario

20 mar 2017 . Actualizado a las 14:49 h.

A la primavera hay tanta gente que la ama como que la odia. Si eres de los que disfruta de una temperatura más agradable y nunca excesiva, de las prendas más ligeras y versátiles, del adiós a las mantas, de muchas más horas de luz y de la explosión de colores y sonidos de la naturaleza, no hay duda de que te encontrarás en el primer grupo. Si, por el contrario, eres de las personas alérgicas al polen, de los que sufren en su cuerpo las consecuencias de los cambios meteorológicos repentinos y de los que disfrutan acurrucaditos en el sofá con una manta encima y una bebida caliente agarrada con ambas manos, seguramente el esperado equinoccio de primavera no sea santo de tu devoción.

Las condiciones meteorológicas del pasado invierno, que ha sido mucho más cálido que en otras ocasiones, hacen que la transición hacia la primavera sea más suave. Pero la inminente estación, que empezó este lunes, 20 de marzo, a las 11.29 hora peninsular y que durará 92 días y 18 horas, se notará igualmente. Sobre todo en la duración de las horas de luz, que se alargará más rápidamente de lo que venía haciéndolo desde el solsticio de invierno, a razón de 3 minutos más de sol cada día.

Una sensación de más horas de luz que muy pronto se verá acrecentada por el cambio al horario del verano que está programado para el próximo fin de semana, concretamente el 26 de marzo, y que hará inmediatamente que en Galicia no anochezca hasta las nueve de la noche.

Un nuevo estado de ánimo

No hay duda que la mayor luminosidad diaria afecta a nuestro estado de ánimo. Según los expertos, el equinoccio de primavera no tiene ninguna explicación clínica, sino que más bien depende de un componente social.

El hecho de salir del trabajo o de acabar los quehaceres diarios y que todavía haya luz solar invita a la gente a hacer muchas más actividades sociales al aire libre. Y, dado que somos seres que necesitamos el contacto humano, eso afecta muy positivamente a cómo nos sentimos.

Un autobús a su paso por Teo
Un autobús a su paso por Teo XOAN A. SOLER

Pero lo cierto es que la luz solar aumenta los niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, que a su vez activa una especie de reloj interno que nos hace estar más energéticos durante las horas de luz y más relajados durante la noche. Con lo cual nuestro nivel de actividad aumenta considerablemente durante el equinoccio de primavera.

Aunque hay para quien esta estación supone el sentimiento contrario. Ante la publicidad y las ideas socialmente imperantes, que venden la primavera como una época siempre feliz, la gente que lo está pasando mal puede, por contraste, pensar que su vida es más triste. Así que lo mejor siempre es no tratar de imponerle esta visión estacional a nadie.

Un gran momento para nuestro armario

El tiempo, más templado, también ayuda. Aunque la primavera, especialmente en Galicia, no implica una meteorología perfecta (sobre todo teniendo en cuenta que el invierno que la ha precedido ha sido bastante plácido), lo cierto es que la situación se vuelve más estable y las prendas pesadas empiezan a pasar más tiempo en el armario y menos sobre nuestros hombros.

La temperatura, mucho más apacible, permite también una mayor versatilidad en nuestro vestuario. Y también una mayor visibilidad de nuestras últimas compras. Y eso anima a cualquiera. El equinoccio de primavera el momento de sacar a relucir, por fin, todas esas prendas que quedaban ocultas bajo los jerseys y los abrigos o que no destacaban con los cielos encapotados. 

Pero entrando en materia, ¿qué es lo que se va a llevar esta primavera? Pues, como ya se ha podido ver en estas semanas previas, en las que el tiempo ha ayudado, lo que predominarán son las capas y más capas de ropa, a veces incluso usando las prendas que menos parecen tener que ver entre sí. Esta primavera, más que nunca, todo vale. Sí, prácticamente todo.

Entre los colores, y siempre según las pasarelas, el blanco ha sido un gran protagonista. Pero eso sin olvidarse de los colores. A los más arriesgados les va a encantar el color block, que consiste en combinar en un mismo estilismo varias prendas de colores sólidos que pueden ser opuestos o complementarios, y que les hace destacar gracias al contraste. ¿Rosa y rojo? ¿Por qué no? ¿Morado y rosa? Ni te lo pienses. Pero ahí no se acaba la cosa. Como en años anteriores, el estampado seguirá triunfando.

En cuanto a las formas y estilos, los hombros redondeados e incluso los extragrandes se llevan, igual que los volantes. También los vestidos más finos y suaves o las prendas deconstruidas Puede que algunos parezcan lencería, pero ahora, más que nunca, es su momento. Y si apuestas por un aire retro o romántico, con eso también triunfarás.

Para los hombres, el rollo camuflaje vuelve (una vez más) esta primavera. Y si es en una bomber, mejor que mejor. No asustarás a nadie que vaya a la moda si apuestas por las americanas de hombros anchos ni tampoco si optas por un estampado de leopardo. Los monos, los pantalones anchos y también los siempre socorridos chinos, que están viviendo una nueva juventud son un acierto seguro. Y si los llevas enseñando el tobillo, mucho mejor.

En cuanto a los colores, se van a llevar los pastel. Tonalidades suaves, como el azul cielo, el mandarina, el coral o los cítricos, combinados con otras prendas de colores claros, como los tierra o los blancos.

Y, si eres de los fans de las mochilas, estás de enhorabuena. Ya no necesitas ninguna excusa. No hace falta que vayas al gimnasio, de viaje o a clase. La mochila está más de moda que nunca.

Ahorrar... y disfrutar más del día

Aunque todos sabemos que el cambio de hora se hace para ahorrar en energía, donde más lo notamos es en la sensación de que podemos aprovechar más las horas de luz para hacer cosas y que nuestro horario civil y laboral se adapta mejor al solar.

Pues bien, en realidad, la idea primigenia de este cambio horario en el equinoccio de primavera vino de un hombre que tenía precisamente esta preocupación.

Fue en 1905, mucho antes de que se adoptara esta fórmula de ahorro, cuando el constructor Wiliam Willet, que solía cabalgar muy temprano con su caballo, se lamentaba de que nadie podía disfrutar de esas tempranas y agradables horas de sol. Todo el mundo estaba durmiendo.

No solo eso, sino que, para rematarla, en las horas que él tenía para practicar su pasatiempo favorito, el golf, anochecía enseguida. Y eso era algo que ya lo superaba.

El hombre se dio cuenta de que había una disparidad entre los horarios de las personas y las horas que marcaba el reloj, así que inició una campaña para cambiarlo. Se plantó delante del gobierno británico para exigirlo y, en un principio, nadie le hizo caso. Hasta que publicó su controvertida propuesta.

El que la llevó a cabo fue, durante la Primera Guerra Mundial, Guillermo II de Alemania, quien pensaba que se podía ahorrar energía. La prueba fue no solo positiva, sino tremendamente exitosa. El ahorro era espectacular. Y, a partir de ahí, muchos decidieron mantenerlo tras la Gran Guerra. ¿La paradoja del asunto? Willet murió un año antes de que Alemania lo aplicase.

Los últimos rayos de sol europeos, en Galicia

El inicio de la primavera también trae consigo, cada año, esta feliz coincidencia. Desde el 24 de marzo hasta el 23 de abril, tanto el cabo Touriñán como el vecino cabo da Nave de Fisterra son testigos de los últimos rayos de sol de la Europa continental. La diferencia entre ambos, de solo treinta centésimas de segundo, es casi imperceptible.

Hasta este día, fueron primero el cabo San Vicente (hasta el 21 de febrero) y el cabo da Roca (hasta el 4 de marzo) en Portugal; y cuando acabe el reinado de la Costa da Morte en despedir al sol cada día, le sucederán las localidades noruegas de Aglapsvik-Tromso (hasta el 1 de mayo) y Masoy (hasta el 20 de mayo).

Así que de aquí en treinta días, si quieres vivir esa mágica experiencia de notar hasta el último rayo de sol europeo, no te olvides de visitar cualquiera de esos puntos de la costa gallega. Si no tienes tiempo, no te preocupes, porque desde el 18 de agosto al 19 de septiembre tienes una nueva oportunidad.

El problema del calendario

En el año 325, en el concilio de Nicea, se ordenó que la primavera comenzase cada año el 21 de marzo. ¿Por qué se había establecido esta fecha? Porque es cuando el sol, moviéndose por la elíptica, la línea alrededor de la Tierra por la que «transcurre», atraviesa el punto Aries. Desde que lo cruza una vez hasta que lo hace la vez siguiente, ha pasado lo que se conoce como año Trópico. Pero había un problema, ya que la duración de ese período es de 365,24 días.

Todos sabemos cómo lo solucionaron: añadiendo, cada cuatro años, el conocido como bisiesto, que tiene 366 en vez de 365 días.

Lo que no se dieron cuenta es que con la solución que habían encontrado para retrasar el calendario, al final lo que habían conseguido era adelantarlo más de lo debido. Tanto, que en 1582 el equinoccio tuvo lugar... ¡el 11 de marzo!

Para compensar ese error, llegaron a una solución: eliminar once días de al calendario y, además, que los últimos años de cada siglo que no fuesen divisibles por cuatrocientos (1700, 1800, 1900) dejaran de ser bisiestos.

Unos apaños que han conseguido que, al final, el calendario se ajuste a la duración del año Trópico de la mejor manera posible.

La estación del estornudo

Todos conocemos la parte más negativa de la primavera: las alergias. Los campos rebosan de color, los insectos se ponen las botas, las plantas aprovechan para expandirse allá donde pueden. Pero, mientras, las personas alérgicas al polen sufren las consecuencias de esa explosión de procesos reproductores de las plantas.

En esta época, los niveles de gramínea, el tipo de polen que más afecta a los gallegos, aumentan de forma exponencial. ¿La consecuencia? Ojos rojos y llorosos, estornudos y problemas respiratorios.

Pero no es el único problema que trae el equinoccio de primavera. Aunque este otro no está avalado unánimemente por la comunidad científica.

Se trata de la astenia primaveral, que viene a ser un trastorno adaptativo a la nueva estación. No es una enfermedad y, como tal, no existe tratamiento. Pero afecta a más gente de la que parce. Todos esos a los que veis más cansados, faltos de energía, con dificultades para dormir o sin apetito seguramente la estén sufriendo aunque nunca le hayan puesto nombre.

¿Hay solución? Pues claro. Y es haciendo lo que más nos gusta: deporte, ocio, socialización y una alimentación rica en fibras y líquidos.