Simone de Beauvoir, la pensadora existencialista que adelantó la revolución sexual

La Voz REDACCIÓN

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La existencialista francesa, compañera de Jean Paul Sartre, desperezó el feminismo en Europa, dándole una vuelta de tuerca a la figura de la mujer estereotipada

09 ene 2014 . Actualizado a las 15:47 h.

Simone de Beauvoir cumpliría hoy 106 años, la filósofa que se adelntó veinte años a la revolución sexual. Marxista convencida, publicó en 1949 su obra esencial El Segundo Sexo, mil páginas de tratado de corte marxista y existencialista con un análisis profundo sobre la historia del papel del género femenino.

«Si somos iguales, seremos más libres», escribió Simone de Beauvoir, mito del feminismo, abanderada del existencialismo europeo más puro, defensora de la mujer como identidad propia, desligada de un sistema que, en la época en la que le tocó vivir, oprimía y relegaba al «segundo sexo» a la condición de esposa, madre, hija. Siempre un papel secundario, privado de libertades, ahogado y sin voz. Beauvoir se alzó como símbolo de la igualdad, respaldando sus teorías más sólidas, que sostenían que «la mujer no nace, se hace», con un estilo de vida independiente, coherente con su manera de ver el mundo. Se convirtió junto con Jean Paul Sartre, su gran compañero en la vida, en un icono de transparencia en la pareja. El adiós a Simone de Beauvoir llegaría en 1986, cuando falleció a los 78 años.

Entre Sartre y Simone de Beauvoir primó su amor esencial frente a los amores contingentes ocasionales, pese al calado emocional que algunos de estos llegaron a alcanzar. Por sus vidas desfiló una extensa y enmarañada galería de amantes, muchos de ellos compartidos por ambos. Porque también para ambos, el hombre tiene la obligación de ser libre, y esa obligación, llevada a las últimas consecuencias, marcó no solo sus vidas, sino la de miles de decenas de miles de europeos.

Las ideas de Simone de Beauvoir y Sartre quedaron grabadas en la memoria colectiva. La escritora francesa se adelantó a la revolución sexual sin perder en ningún momento, a pesar de ser una marxista convencida, el glamur de las parisinas de la época. Su obra El segundo Sexo aterrizó de golpe en los años cincuenta con un discurso tildado de subversivo que se propuso analizar a fondo algo tan denso y poco homogéneo como es la condición femenina. El tomo surgió de una anécdota, de una chispa encendida por Jean Paul Sartre. Beauvoir aseguró que ser mujer no había supuesto para ella ninguna traba en la vida. «Sin embargo, no has sido educada como un chico, convendría que reflexionases sobre eso», replicó él. Y lo hizo. Y dio a luz un millar de páginas con un conjunto de análisis considerados pensamientos fundacionales del movimiento feminista moderno. Una doctrina que, con sus logros y sus compromisos pendientes, demuestra que la evolución no es una línea recta, sino una senda en zigzag.

La obra culmina con un alegato sobre la necesidad de la igualdad entre sexos que elevó el trabajo a Biblia del feminismo. Simone de Beauvoir «pedía la igualdad de los géneros desde la reflexión filosófica propia del feminismo francés, muy lejos de la vertiente política y radical de las mujeres anglosajonas -explica José María Paz Gago, catedrático de Literatura de la Universidade de A Coruña-. Ahora podemos decir que sus aportaciones para conseguirlo se han cumplido, al menos en el mundo occidental».

La apuesta de Simone de Beauvoir para conseguir esa igualdad pasaba por batirse en dos frentes: «Concienciar a la mujer de que su papel es tan solo una construcción social imaginaria a base de tópicos y mitos creados por los hombres -explica Paz Gago-, y exigirle al hombre una revisión de sus perspectivas». Pero la obra de Simone de Beauvoir no se reduce al movimiento feminista. Son relevantes también sus aportaciones sobre la incapacidad del hombre para huir de la muerte y sus obras biográficas -escritas durante cuatro décadas-, donde reflejó la sociedad parisina y cómo la vida de una mujer podía estar marcada por una figura masculina, a pesar de vivir como iguales.