Bergoglio: Un religioso crítico con el autoritarismo

La Voz AGUSTÍN BOTINELLI / BUENOS AIRES, CORRESPONSAL

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Dio la comunión a Videla, pero su nombre no aparece en ningún documento oficial sobre las investigaciones de los criminales de la dictadura militar

14 mar 2013 . Actualizado a las 12:10 h.

Como buen argentino, Bergoglio tampoco está alejado de la pasión por el fútbol y hasta supo bailar el tango en su juventud. El club de sus amores es San Lorenzo de Almagro, de la máxima categoría. Es, tradicionalmente, el equipo de los gallegos en Argentina, también conocido como el Ciclón, del barrio de Almagro. Es socio del club con el número 88.235.

En distintos actos recibió camisetas y hasta el carné de socio del San Lorenso. Él mismo recordó que su padre fue jugador de baloncesto en el club Boedo, por lo que frecuentaba las instalaciones del Cuervo. Bergoglio llegó a decir en una misa oficiada en las instalaciones del club que no se perdió partido alguno de San Lorenzo en la campaña de 1946.

Entre sus escritores preferidos se encuentran su compatriota Jorge Luis Borges, así como el alemán Friedrich Hölderlin y el ruso Fedor Dostoievski. En materia de cine privilegia las películas del neorrealismo italiano, que ahora tendrá bastante más cerca.

El nuevo papa es un jesuita moderado, defensor del dogma de la Iglesia y un severo crítico de los Gobiernos argentinos desde que fue arzobispo de la ciudad de Buenos Aires entre 1998 y el 2012.

Sus homilías fueron temidas por los presidentes. En el caso del matrimonio Kirchner, por ejemplo, trasladaron los oficios religiosos por la celebración de la independiencia del país a provincias del interior para evitar las regañinas que monseñor Jorge Bergoglio les mandaba desde el púlpito de la catedral metropolitana.

Hombre de muy escasa relación con la prensa, de hecho no ha dado entrevistas personales en los últimos años, sostiene que los obispos deben hablar a través de sus sermones y documentos episcopales. El nuevo pontífice es un constante crítico de la generación de pobreza, de la trata de personas, del trabajo infantil, de la corrupción política y, últimamente, un encendido crítico del matrimonio entre homosexuales y la posibilidad de que adopten niños.

Precisamente este último punto generó uno de los más duros enfrentamientos con el matrimonio Kirchner. No dudaron en responder a Bergoglio cuando este definió la ley del matrimonio igualitario impulsada por el Gobierno -tanto el de Néstor como el de Cristina- como «una movida del diablo que puede herir gravemente a la familia». Dijo también que era «una guerra de Dios».

La presidenta se encargó de contestarle enseguida, y le espetó que «es preocupante escuchar declaraciones como las de Bergoglio, que nos remiten a los tiempos de la Inquisición y de la Edad Media».

Cristina acudirá a Roma

Sin embargo, ayer mismo, al poco de conocerse su designación como papa Francisco, Cristina Fernández le envió una nota de salutación y felicitaciones por su elección, y confirmó que asistirá a la ceremonia de entronización en el Vaticano.

Los argentinos recuerdan las homilías de Bergoglio por su terminología dura y la vez sutil, con la que se enfrentaba al poder político. Algunas de sus sentencias han quedado en la memoria del pueblo, como cuando dijo que «los gobernantes deben dejar de lado sus ambiciones personales y esforzarse por dejar los enfrentamientos estériles, que no conducen a ninguna parte».

Hasta el 2012 oficiaba Bergoglio una misa para niños en un estadio de fútbol y les dedicaba unas palabras de aliento para el futuro. Sin duda, las carencias de los niños de su país son una preocupación para el nuevo papa.

Pero atrás quedaron sus relaciones con los Gobiernos. Incluso durante la dictadura militar su postura fue crítica, aunque, por protocolo, tuvo que dar la comunión al dictador Videla, imagen que ahora recorre el mundo, pero que está lejos de cualquier complicidad. Queda demostrado en el hecho de que su nombre no aparece en ninguno de los documentos oficiales sobre las investigaciones de los crímenes de la dictadura militar.

Quienes conocen a Jorge Bergoglio saben de su pensamiento cristiano y democrático, siendo un severo crítico con los gestos autoritarios de los gobernantes.

El flamante papa ha demostrado durante su arzobispado que hay temas concretos que le preocupan especialmente. Los más recurrentes son la trata de personas, la corrupción política y la pérdida de los valores cristianos tradicionales.

Quienes lo han tratado más de cerca diagnosticaban ayer en Argentina que no es de esperar que, como papa, Bergoglio promueva grandes revoluciones en la Iglesia, pero sí aseguran que intensificará el diálogo del Vaticano con los Gobiernos, que prestará especial atención a los países emergentes y que reclamará incesantemente una mejor distribución de la riqueza.