Cuentos de hadas de los hermanos Grimm: 200 años de historias mágicas que no tenían final feliz

La Voz REDACCIÓN

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Los cuentos de los hermanos Grimm no eran en origen las historias infantiles que han llegado hasta nuestros ideas. Todos estos relatos infantiles con leñadores salvadores, príncipes e inocencia eran en origen algo que la mayoría de los padres no contarían a sus hijos, historias de la tradición oral alemana con oscuras reminiscencias medievales. Hoy se cumplen 200 años de la primera edición de esta recopilación de historias que los hermanos Grimm recogieron de la tradición oral alemana. Los cuentos de los hermanos Grimm vieron la luz como crudos relatos, lejos de la atmósfera que hoy envuelve las dulces historias de Blancanieves, Cenicienta o Caperucita Roja. Esta última es la gran protagonista hoy de Google, a través de un colorido doodle ilustrado que relata con 22 dibujos las aventuras de caperucita, la abuela y el lobo feroz. El buscador ha querido, sin embargo, contar su propia versión de este cuento de los hermanos Grimm, una peculiar adaptación del relato, distinta a la que popularmente conocemos y también a la que se publicó el 20 de diciembre de 1812.

Los cuentos de los hermanos Grimm, traducidos a 170 idiomas y desde el 2005 parte del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, fueron modificados después de la publicación de la primera de sus ediciones. Wilhem Grimm cambió las historias originales de los cuentos de los hermanos Grimm que él y su hermano reunieron, no escribieron, en un volúmen orientado a los interesados en el folclore alemán, pero no a los más pequeños. Varió algunos aspectos y los finales de ciertas historias e incluyó alteraciones lingüisticas que pulieron los textos macabras e incluso sádicos, deshaciéndolos de los detalles violentos, suavizando los capítulos crueles y suprimiendo los contenidos más duros, no aptos para niños y rechazados por la sociedad de su época.

Un ejemplo de la transformación de los cuentos de los hermanos Grimm es Caperucita Roja. La versión actual elimina a un lobo que tienta con la carne a la niña, en el sentido sexual y literal, ya que le ofrece comerse la de su propia abuela, todo un alegato a los poderes de la carne. Y es que los finales felices no proliferaban en los primeros cuentos de los hermanos Grimm, como Blancanieves, La Cenicienta, Hansel y Gretel, Rapunzel, La bella durmiente o Juan sin miedo. Las versión sin descafeinar de Hansel y Gretel presentaba a una madre, en lugar de la madrastra que se incluyó posteriormente en el cuento, que convencía al padre para abandonar a los niños en el bosque para que muriesen porque no podían darles de comer.

La identificación de la madre con el antagonista del cuento también sucedía en Blancanieves. En la primera versión de los cuentos de los hermanos Grimm era la progenitora de Blancanieves la que quería acabar con la vida de su hija, y no la madrastra, y la rivalidad madre hija radicaba en el sexo y no en la falta de alimentos. En la Rapunzel original, otro de los cuentos de los hermanos Grimm, cuando el príncipe escalaba hasta la torre por la trenza de la princesa, la dejaba embarazada, un aspecto que se omite en la versión final del relato.

Tal y como recoge el blog Ovejas Eléctricas, la dureza de los castigos de los cuentos de los hermanos Grimm tampoco convencía a los sectores más convencionales del siglo XIX. Las historias recopiladas por los hermanos Grimm hacen referencia a crueles represalias a los personajes de los cuentos: a la madrastra de Blancanieves le calzaban unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo y la obligaban a bailar con ellas hasta caer muerta; una de las hermastras de Cenicienta se cortaba un dedo del pie para que le sirviese el zapato de cristal, la otra se cortaba el talón y a ambas unos cuervos les arrancaban los ojos como castigo. En Los doce hermanos, otro más de los cuentos de los hermanos Grimm, la madre del rey era condenada por su hijo a morir metida en una tinaja llena de aceite hirviendo y de serpientes venenosas y en La doncella sin manos, un molinero pacta con el diablo cortar las manos a su hija a cambio de salir de la pobreza.

Menos conocido, de entre todos los cuentos de los hermanos Grimm, es El hueso cantarín que, al final de la historia, narra como el rey condena a muerte a uno de los dos hermanos protagonistas, lo mete en una bolsa y lo entierra vivo.

Los cuentos de los hermanos Grimm fueron finalmente revisados y reeditados, publicándose numerosas ediciones posteriores a la original de 1812. En 1819 salió a la luz la segunda, en 1822 la tercera. En 1840 se publicó la cuarta edición de los cuentos de los hermanos Grimm, la quinta en 1843, en 1850 la sexta y la séptima en 1857.

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