Chicago 1970, la herencia celtista en forma de peña de Don Ramón

ZONA CELESTE

Una de las últimas comidas de la peña con la presencia de Ramón.
Una de las últimas comidas de la peña con la presencia de Ramón. CEDIDA

El fundador del primer colectivo del Celta en América quiso garantizar antes de morir que la agrupación seguiría viva y lo ha logrado

14 jul 2016 . Actualizado a las 10:53 h.

La de la peña Chicago 1970 es una historia atípica. La gestó en la ciudad que da nombre a la peña Ramón Cabezas Díaz, emigrante allí y celtista que a su regreso a Vigo refundó el colectivo, ya en casa, manteniendo su nombre. Y cuando su salud empezó a resentirse quiso que la peña tuviera un futuro garantizado y pasó el testigo. Pero no lo hizo a un amigo ni a un familiar, sino al que en aquel momento era un desconocido para él, Roberto Villar Besteiro, Vilbes, que acabó viendo en Ramón, fallecido el año pasado, a su «tercer abuelo».

Con su pancarta en el estadio de Balaídos
Con su pancarta en el estadio de Balaídos

«Cogí la peña de casualidad. En un viaje a Cartagena, en quince horas de viaje te aburres y con los peñistas actuales empezamos a hablar de que con tanto que viajábamos podíamos formar una peña», dice Roberto. Esa era la idea inicial. Formar una agrupación celtista partiendo de cero; llegaron incluso a ponerle nombre, Pasión Celeste, pero nunca llegó a ser realidad. «Se lo comentamos a Víctor, el gerente del Movie -cafetería en Balaídos que funciona como sede de varias peñas celtistas- y nos dijo que Ramón le había comentado que buscaba a alguien que se hiciera cargo de su peña», recuerda el actual presidente. Tomar las riendas de una peña ya creada le evitaba los trámites y el trabajo de ponerla en marcha desde cero. Así que no se lo pensó.

Pero Roberto no se limitó a coger la peña e incluir a sus amigos. Siempre ha tratado de conocer -mientras tuvo ocasión, a través de su fundador- la historia de Chicago 1970, de cuidar a los socios antiguos e intentar que el nombre no fuera lo único que se mantuviera. «Ramón siempre contaba que la peña nació el 17 de noviembre de 1970 y firmaron los papeles a las orillas del Michigan, en Illinois. Su familia había estado primero en Canarias y luego en Cuba. Fue un trotamundos que después de Chicago volvió aquí».

Con Mouriño e integrantes de otras peñas en la convención de este año
Con Mouriño e integrantes de otras peñas en la convención de este año

Fue la primera peña creada en América -aunque hoy es ya considerada viguesa-, previamente a la de Venezuela, y en su día fue todo un acontecimiento. «Ramón envió una carta al presidente pensando que no iba a tener ninguna respuesta, pero le enviaron banderines y pancartas con el escudo para poner en el local de la peña que tenían allí». De regreso en Vigo, el fundador mantuvo contacto inicialmente con los miembros residentes en América, pero poco a poco se fue perdiendo. A cambio, incorporó a amigos y vecinos de su barrio, O Calvario, donde tenían la primera sede antes del Movie.

Actualmente en la directiva que encabeza Roberto conviven antiguos miembros con otros nuevos. Con la idea de formar un todo sin diferencias entre los de antes y las incorporaciones. «Le dije a Ramón que tenía que ser mitad y mitad. Si no muchos peñistas que le conocen a él perderían la conexión, como si se tratara de una peña nueva. Nunca quise eso, intenté que no dejaran de sentir Chicago 1970 como suya». Y en líneas generales lo ha logrado, aunque admite que algunos socios prefirieron no continuar una vez que faltó Ramón, primera alma del proyecto.

Ahora esa alma es Roberto, que como le ocurrió en su día a Ramón, asegura que al menos mientras él viva no va a dejar que la peña decaiga. Lo ha asumido como un reto y como una responsabilidad. «Rondamos los 35 y con miras de ampliar, pero aunque se reduzca a un grupo e amigos, yo me voy a encargar de que siga en activo, aunque tenga que aportar dinero de mi bolsillo», señala. Esa es su idea porque con Chicago 1970 ha cumplido su sueño de tener una peña y, por ello, cree que se lo debe a Ramón. «Él me dio esa responsabilidad y yo la acepté. Le dije que conmigo la peña no iba a morir».

Aunque a Roberto le hubiera gustado compartir más tiempo con Ramón, sabe que él estaba orgulloso de su labor. «Nunca habían tenido bufandas y nosotros diseñamos una. Él estaba muy contento de tenerlas por fin tanto tiempo después». Roberto dice que la suya con la peña es una historia bonita que lo sería más si Ramón siguiera a su lado. Pero por él piensa seguir adelante con la peña mientras viva.

El fundador, rodeado de otros miembros, entre ellos Roberto
El fundador, rodeado de otros miembros, entre ellos Roberto