Alvelo: «De mi etapa en el Celta me llevo amigos, cariño de la afición y buenos recuerdos»

ZONA CELESTE

Alvelo, posando para La Voz en el 2011 con los compañeros de uno de los ascensos que logró como céltico
Alvelo, posando para La Voz en el 2011 con los compañeros de uno de los ascensos que logró como céltico M. MORALEJO

El excéltico repasa sus cinco años como jugador del primer equipo, al que accedió desde las categorías inferiores

09 mar 2016 . Actualizado a las 11:43 h.

Admite que su carrera, frustrada por un fatídico accidente de tráfico, fue más corta de lo que le hubiera gustado. Pero esa trágica circunstancia no ha sido impedimento para convertir a José Manuel Alvelo (Lugo, 1962) en uno de los futbolistas célticos más queridos y recordados. Formado en la cantera celeste, permaneció en el primer equipo durante cinco años en los que vivió momentos inolvidables como el ascenso de Sestao. A día de hoy, sigue sintiendo el calor del celtismo e incluso cuenta con su propia peña, en Ribeira, de las más veteranas.

-¿Cómo recuerda su subida de la base y sus primeros pasos en el equipo, allá por 1983?

-Pues estuve casi desde que empecé en las categorías inferiores del Celta, menos al principio de todo, que jugaba en el colegio, en los Maristas, en un club que se llamaba Fátima. De ahí pasé al Celta: infantiles, juveniles y filial, que era el Gran Peña. Subí con Carriega de entrenador y ya me quedé hasta el accidente, en la temporada 1988/1989.

-En el momento de dar el sato, ¿le cogió por sorpresa o contaba con ello? 

-Bueno, cuando estás en un filial siempre piensas en esa posibilidad. Ya había hecho la pretemporada con el primer equipo con dieciocho años, luego estuve dos años más en el B y a esa edad normalmente se acababa, después de haber estado tres años. Ahí era donde se veía si tenías opciones de subir o no y fue en ese punto cuando yo lo acabé haciendo. Estaba Pavic, vino Carriega en su lugar y decidió contar conmigo.

«Ya entonces nuestra cantera no tenía nada que envidiar a ninguna otra»

-¿Hasta qué punto era habitual entonces que subieran canteranos al primer equipo?

-Era bastante frecuente, aunque no todos los que quisiéramos. El club tenía una política de fichajes propia que consistía en fichar a bastantes jugadores españoles, pero que venían de otros equipos y no de la base. Y eso que nuestra cantera no creo que tuviera nada que envidiar a las de otros sitios y a los jugadores de otros equipos. Al final dependía más que nada de si el entrenador decidía apostar por nosotros o no.

El que fue canterano del Celta, en el 2007
El que fue canterano del Celta, en el 2007 M. Moralejo

-Y Carriega lo tuvo claro con usted. ¿Cómo recuerda aquel partido debut frente al Las Palmas?

-Lo recuerdo perfectísimamente. Se vive con mucha ilusión, porque además de venir del filial, estaba sancionado con tres partidos, pero debido a la muerte de Artemio Franchi hubo una media amnistía y el castigo que tenía de tres partidos quedó finalmente en uno. No pude jugar la primera jornada contra el Palencia, que fue el partido que sí cumplí, y ese día se lesionaron varios compañeros que no estaban disponibles para el partido siguiente, que era el Las Palmas. El entrenador confió en mí y le debí de gustar, porque a partir de ahí empecé a contar y tuve una regularidad grande durante el resto de la temporada, jugando igual 33 o 34 partidos. Solo me perdí alguno por lesión y algún otro por sanción. Fue algo importante teniendo en cuenta que llegaba a un Celta con gente veterana, con experiencia, que además siempre son los que te ayudan a pasar ese primer trago.

-Anotó un total de once goles. ¿Recuerda el primero?

-Pues vagamente, la verdad. Fue una temporada complicada, cambiamos de entrenador y me tocó jugar en distintos puestos en el equipo. Recuerdo que había jugado como defensa central y aquel partido contra el Tenerife creo que fue uno de los que me tocó ahí. Pero ni idea de cómo fue el gol, no lo recuerdo. 

-¿Con qué se queda de su paso por el equipo como momento más especial?

- Los ascensos siempre son lo que más recuerdas, igual que la permanencia, porque no deja de ser una garantía de que vas a poder jugar en la máxima categoría otro año más. Pero me quedo quizás con los ascensos y, dentro de eso, el más emotivo que recordamos todos es el de Sestao, aunque los dos son importantes.

«Recuerdo el campo de Sestao copado por nuestros seguidores y el recibimiento que nos dieron luego al volver a Vigo»

-Hablaba de la huella que dejó el ascenso de Sestao a nivel colectivo. ¿Cómo se vivió aquello en primera persona?

-Creo que íbamos con la idea bastante clara de que si no encajábamos ningún gol éramos equipo de primera otra vez. Pero el Sestao también se jugaba la pequeña oportunidad que tenía de ascender, así que era un partido difícil, una semana complicada en la que la afición se había volcado muchísimo, habían fletado trenes y aunque el campo era pequeñito, estaba casi copado por seguidores del Celta. También recuerdo aquella amenaza de bomba, que nos levantaron del hotel a las cinco o a las seis de la mañana. Te marca todo eso, pero sobre todo la ilusión de toda la ciudad, cómo nos estaban esperando cuando volvimos. Hablando con los compañeros siempre es de esas cosas que acaban saliendo en conversación.

Cartel de un acto de su peña, con su imagen en la época de futbolista
Cartel de un acto de su peña, con su imagen en la época de futbolista

-¿Cómo diría que era la afición celtista entonces en comparación con ahora?

-Fíjate que creo que antes era más exigente. Ahora a los jugadores no es que les perdonen, pero animan mucho más, están con ellos en las buenas y en las malas. Antes pedían más, eran más exigentes y cuando a veces no teníamos el nivel que nos hubiera gustado para enfrentarnos a equipos importantes nos exigían igualmente que ganáramos o que por lo menos diéramos guerra. Y a veces no es posible, igual que ahora a veces tampoco lo es. 

-En lo deportivo, ¿cuál fue su momento más amargo?

-Los descensos, pero siempre sabiendo que son cosas que pasan en el fútbol, y también las lesiones, toda esa parte fea. Hay que ser conscientes de que entra dentro de lo que es el deporte y que no queda más remedio que asumirlo.

«Con Addison era gracioso, porque hablaba inglés y necesitábamos traductor»

-¿Hubo algún entrenador que le marcara de manera especial?

-Tengo un grato recuerdo de todos. Nunca te olvidas del que te da la ocasión de debutar, y luego co Félix tuvimos una temporada muy buena, ascendimos y fueron llegando otros que a lo mejor estuvieron menos tiempo y tienes menos trato, como García Traid o Addison, con los que la relación también era buena. Con Addison era gracioso, porque hablaba inglés y teníamos al preparador físico, Alberto Giráldez, que nos hacía de traductor. Al principio era complicado, pero luego te acabas entendiendo porque el lenguaje del fútbol es prácticamente universal, a no ser que te diera unas indicaciones muy determinadas a través del traductor, sabías más o menos solo con el gesto lo que nos pedía y lo que quería. Era cuestión de cogerle el truco al principio. Luego a García Traid lo tuve al final de mi carrera y era un técnico diferente, tenía sus cosas, pero llevaba muchos años en el mundo del fútbol y tenía muy claro lo que quería. 

-¿Con qué compañeros de aquellos años continúa teniendo relación?

-¡Con muchos! Sobre todo con Maté, y también Arteaga, Lucas, Gustavo Loureiro, Atilano, Vicente... Son esos de mi época de cinco años en el primer equipo, con los que coincidí más tiempo, pero luego también hay otros que aunque hayan estado menos tiempo nos vemos, nos hablamos y nos saludamos, aunque algo menos a menudo.

«A día de hoy disfruto muchísimo del Celta y del juego que hace el equipo»

-¿Y usted cómo vive el celtismo a día de hoy?

-Viendo casi todos los partidos, salvo alguno que no pueda por causa de fuerza mayor. Los veo casi todos y difrutando mucho con el fútbol que hacen últimamente, de los resultados de un equipo que está dando la cara con circunstancias que no siempre son muy favorables.

-¿Ve al equipo clasificándose para Europa este año?

-Es complicado, porque hay varios equipos en la lucha por esas plazas y todavía queda bastante liga. Es pronto para decirlo, lo que está claro es que el equipo tiene tantas opciones como los demás. Está jugando bien, haciendo buen fútbol y espero que el campeonato no se les haga largo, porque la plantilla ha sido corta. Pero aunque no se clasificaran, creo que habría sido una buena temporada ya solo por el hecho de estar salvados a estas altas.

-Volviendo a usted, ¿cómo resumiría sus cinco años en el primer equipo?

-Los recuerdos que me quedan son de buen compañerismo, de buenos amigos, de algún sinsabor y de alegrías con los ascensos. Pero en general todo lo que me he llevado del fútbol son buenos amigos, buenos recuerdos y el cariño de la afición.

«Estoy muy agradecido a mi peña, para mí es muy importante que sigan con ella»

En un acto con su peña, en Ribeira
En un acto con su peña, en Ribeira

-La mejor muestra es la peña que a día de hoy continúa llevando su nombre, en Ribeira.

-Sí, es una gran alegría. Antonio Arca y Nico empezaron con ella y han querido mantenerla, por lo que les estoy muy agradecido. Han hecho un montón de cosas, manteniendo siempre esa ilusión, vienen a Vigo a ver los partidos y siempre que puedo me acerco yo también a verles. Para mí es muy importante también que continúen con ella.

«Del accidente me queda la pena de no haber podido seguir ejerciendo mi profesión»

-Esos cinco años de carrera hubieran sido más de no ser por el accidente que sufrió. ¿Cómo afronta un deportista de élite una situación así?

-Son circunstancias de la vida, un accidente en la autopista y de los que íbamos en el coche el peor parado fui yo. No te puedo decir mucho más. La pena que me queda es que no pude seguir ejerciendo mi profesión, y la tristeza de un accidente que te deja en una silla de ruedas y de impide hacer una vida normal diaria. Pero gracias a mi familia y mis amigos, las cosas son un poco más fáciles de llevar.

-También el celtismo se volcó con usted. ¿Lo sigue haciendo?

-Sí, además teniendo como tuve una carrera relativamente corta, sí que sigo notando el cariño del celtismo. Me paran cuando voy por la calle, me saludan, me conocen... Llevo viviendo aquí toda la vida y a lo mejor las generaciones nuevas no se acuerdan, es normal, pero la gente mayor o de mi edad sí que me sigue dando muchísimo cariño.

En un acto con el presidente Feijoo
En un acto con el presidente Feijoo M. MORALEJO