Rodilla: «El primer Celta europeo era un equipo normalito, el secreto fue nuestra unión»

ZONA CELESTE

Rodilla militó en el Celta entre 1970 y 1976.
Rodilla militó en el Celta entre 1970 y 1976. XOÁN CARLOS GIL

El canterano se convirtió en un emblema del club en los 70 y formó parte del grupo que protagonizó el debut continental. Actualmente, está en la Agrupación de Veteranos.

27 may 2015 . Actualizado a las 18:51 h.

Retirado del mundo del fútbol desde hace más de 30 años y jubilado desde hace pocos meses, Fernando Rodilla (Vigo, 1950) sigue vinculado al Celta no solo como el aficionado que nunca ha dejado de ser, sino también a través del colectivo de exjugadores del club. Cuando echa la vista atrás y repasa su carrera, aparecen momentos duros, pero también la satisfacción del canterano vigués que cumple el sueño de jugar en su equipo y que, además, graba su nombre en la historia de la entidad llegando a ser internacional y a formar parte del primer Celta europeo de la historia.

-¿Cómo resumiría sus seis temporadas como jugador del Celta?

-Mi debut supuso una satisfacción enorme. Fue en Balaídos contra el Sporting de Gijón y acabé disputando unos 160 partidos. Es muy bonito para una persona que viene de la cantera jugar en el primer equipo del club de su ciudad. Luego la cosa no acabó bien, me tuvieron un año en blanco y al siguiente tuve que marcharme.

-¿A qué se debió?

-Nunca lo supe. Tuve una entrevista con el presidente, que era Antonio Vázquez, y le dije que si no contaban conmigo tenía una opción de irme al Zaragoza y no pasaba nada. Me respondió que no, que ni me dejaba irme ni tampoco iba a jugar con el Celta. Te queda un poco de decepción, pero las personas son las que gestionan los clubes y a mí me tocó esa.

-¿Era complicado que un canterano llegara arriba?

-Quizá un poco más que ahora, porque solo existía el juvenil y no podías empezar antes. Ahora hay una estructura, la cantera se cuida y se procura conseguir que haya gente que llegue arriba. En aquella época igual era más difícil, pero los que valían llegaban y había tres o cuatro, una cifra similar a la actual.

El futbolista llegó al primer equipo procedente de las categorías inferiores.
El futbolista llegó al primer equipo procedente de las categorías inferiores.

-De usted ha quedado la imagen de un delantero que no marcaba demasiados goles, pero sí era generoso dando asistencias. ¿Se siente identificado con ese retrato?

-Sí. Cada uno tiene una forma de jugar. Cuando estuve en el Langreo -cedido- sí metía goles porque jugaba en mi puesto inicial, que era mediapunta. Luego en el Celta me cambiaron, me colocaban de delantero o extremo derecho y ahí cambió mi manera de ver el fútbol y de jugar. No fui un goleador, pero sí creaba espacios y tenía rapidez.

-En total hizo cinco goles, ¿Los recuerda?

-Recuerdo el que conseguí contra el Betis, porque fue el primero, y luego otro contra el Espanyol, en un partido en el que me lesioné. Por lo demás, mi memoria es frágil en ese aspecto, no soy de los que retienen demasiado esas cosas.

«La satisfación de debutar en el equipo que sientes como propio es imborrable»

-Mencionada antes su debut, con una victoria en Balaídos frente al Sporting. ¿Cómo fue aquel día?

-Me viene a la cabeza la satisfacción y la ilusión de cualquier futbolista que tiene la suerte de debutar en el equipo que siente como propio. Son momentos inolvidables, recuerdos que nunca se te van a borrar mientras vivas, ni a ti ni tampoco a tu familia.

 -¿Y su último partido?

-Si te digo la verdad, eso sí que no lo recuerdo. Había sido una temporada muy desafortunada desde esa reunión que tuve con el presidente. Sabiendo que no contaban conmigo y que me querían perjudicar profesionalmente, no tenía moral para nada.

Rodilla protagonizó el corto homónimo en el año 2009.
Rodilla protagonizó el corto homónimo en el año 2009. XOAN CARLOS GIL

-Los que seguro que no ha olvidado son los partidos contra el Aberdeen en la primera participación del Celta en la UEFA, en 1971.

-Sí, fue una experiencia muy bonita. Lo conseguimos siendo un equipo normalito, el secreto fue la unión que había entre los jugadores. Duró poco, solo una eliminatoria, porque tuvimos muy mala suerte en Balaídos. El portero, Gost, era de Mallorca y no estaba acostumbrado al campo mojado, no le iba y tuvo un par de fallos. Luego allí jugamos muy bien e incluso merecimos ganar, pero finalmente no conseguimos pasar.

 -¿Es la más especial de sus vivencias como jugador céltico?

-Una de ellas, pero me quedaría con haber jugado en Lisboa con la selección de Europa en el homenaje a Coluna. Estaban los mejores y es algo que muy pocos han vivido.

-¿Qué sintió viendo al Celta de los 90 disputando competiciones europeas 20 años después de que lo hubieran conseguido ustedes por primera vez?

-Como aficionado lo sientes de otra forma, disfrutas como cualquier celtista. Pero al ser exjugador también sabes que si alguien lo disfruta de verdad son los futbolistas que están sobre el césped. Teníamos un equipo buenísimo y fue un privilegio para el celtismo poder gozar de él.

-¿Qué cambios percibe en el mundo del fútbol entre sus años en activo y la actualidad?

 -Ahora todo es mucho más específico: los entrenamientos, la preparación física, la táctica? Se estudia más al contrario, hay especialistas para cada parte del campo, preparadores físicos que no existían en aquella época. Antes era todo más simple, el entrenador concentraba prácticamente todo, no había entrenamiento personalizado para cada jugador. Actualmente están mejor preparados, todo está más profesionalizado y las parcelas de trabajo están más delimitadas.

-Las lesiones también marcaron su carrera.

-Sí, creo que fue lo que me impidió estar más tiempo arriba. Arrastré una lesión en el cuádriceps casi seis meses, infiltrándome los sábados para jugar los domingos en la temporada 74/75. Luego me operaron y no quedé bien, perdí velocidad y nunca me recuperé del todo. Estuve mal asesorado, si me hubiera curado sin operarme, hubiera sido diferente.

-Del Celta se fue al Valladolid.

-Esa es otra historia que tengo para escribir un libro. Iba a firmar por el Cádiz, me llamó el Valladolid a última hora, me dijeron una cosa y cuando llegué allí fue otra. Me fichaban por un año prorrogable si jugaba 20 partidos y cuando llevaba 19 me dijeron que me podía marchar, que no iba a disputar más. Esa es la historia del fútbol de antes, cuando no había contratos y te echaban cuando querían. Éramos como esclavos de los clubes, pero las cosas funcionaban así. Luego me fui al Reus, porque al no jugar al final en Segunda, se creen que tienes algún problema y ya no te llaman equipos de esa categoría. Luego me retiré y entrené un tiempo en Tercera, pero no acabó de convencerme esa vida y lo dejé.

«Las circunstancias me impidieron demostrar que podía haber seguido jugando»

-¿Quedó desencantado del mundo del fútbol?

-Deportivamente, sí. Quedas fastidiado, porque no es que no hayas valido, sino que no te han dejado desarrollar tu vida profesional de una manera libre. Se dan unas circunstancias que no responden a tus aptitudes, a que seas bueno, malo o regular. En mi caso, creo que era más bien bueno, pero las circunstancias me impidieron demostrar que podría haber seguido jugando.

-¿Fue duro el dejar atrás su carrera deportiva?

-El primer año no lo pasé bien. Luego empecé a trabajar en una entidad bancaria y tuve una muy buena vida profesional hasta que me jubilé hace poco, cuando cumplí los 65 años. Ahora estoy retirado en todos los aspectos, deportivo y profesional.

El exjugador, en una imagen reciente.
El exjugador, en una imagen reciente.

 -Sin embargo, sigue en activo en la Agrupación de Veteranos del Celta.

-Sí, la creamos hace 18 años, sobre todo compañeros míos de los 70, con el fin de jugar partidos y ayudar a ONG o a gente co problemas. Lo primordial, si se puede, es echar una mano económicamente a exjugadores que lo necesiten, y en este momento lo estamos haciendo con tres. Se creó para eso, para estar unidos y apoyar a los compañeros que en un momento dado lo necesiten.

 -¿Con qué compañeros de su etapa celeste mantiene el contacto?

-Con los que salieron de la cantera, como eran Quique Costas, Manolo, Luis Villar... Después, con los que estamos en la junta: Francisco Doblas, que es el presidente; Sánchez; Waldo... Y también con otros compañeros como Juan Fernández, Castro, Lezcano o Jiménez, que están por aquí y es con los que más relación tengo. Con el resto, aunque haya trato, es diferente porque son de otras épocas.

 -¿Cómo ha visto al Celta de esta temporada?

-Muy bien, tiene una buena base de equipo y habrá que hacer dos o tres retoques para ver si podemos aspirar a algo más que este año. La cantera la están manejando de manera ejemplar, y en el aspecto económico el Celta es de los equipos más saneados de la liga, con proyección importante. Tanto con la compra del Mercantil como con la meta de cambiar A Madroa por Valladares, creo que es momento de auge para el Celta.

-El club animó a la afición a soñar invocando al equipo de 1971. ¿Llegó a pensar que lo lograrían?

-Hubo momentos en que se pudo haber llegado y era bueno tener esa ilusión una vez conseguida la permanencia, pero pienso que en este momento el club necesita un año más para asentarse en primera. Se ha visto con el Athletic que equipos que llegan muy justos de plantilla y tienen una competición a mayores lo pueden pagar. En todo caso, la afición tiene que estar encantada con cómo está funcionando en todos los aspectos.

«Soy celtista y lo voy a seguir siendo siempre»

-Una afición en la que se incluye, ¿no?

-Sí, voy todos los domingos y lo vivo intensamente. Incluso cuando en Segunda íbamos 4.000 estaba ahí sufriendo con el Celta. Hay que estar a las malas y a las buenas y ahora toca disfrutar. Soy celtista y lo voy a seguir siendos siempre.

-¿Sigue sintiendo el calor del celtismo?

-Cada vez menos, porque uno se hace mayor mientras que la afición rejuvenece. Pero sí, sobre todo la gente desde 50 años te conoce, te pregunta... La juventud se centra más en lo que ellos mismos han vivido, y es lógico.

El cromo que propició el corto «Rodilla» en el 2009.
El cromo que propició el corto «Rodilla» en el 2009.

 -Hace unos años (2009) sí se acordaron de usted para un corto. ¿Cómo fue?

-El director quería hacer un corto sobre un cromo que le faltaba de niño, en el que salía yo. Es de Barcelona y en una reunión en su oficina donde lo comentó había un chico que había estudiado con mi hija Marta, así contactó conmigo, me contó la historia y me propuso participar. Lo del cromo era una realidad y creó alrededor una historia ficticia, conmigo interpretando a un taxista, una experiencia de actor muy bonita y que nunca había vivido. Además, el corto fue un éxito, pero no por tenerme a mí como actor (risas), sino por la historia que el director creó.