Cavallero: «Con el tiempo fui más consciente de la calidad que tenía el Celta del que formé parte»

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El que fue portero del equipo vigués asegura que le une un gran efecto a un equipo que tuvo un papel clave en su carrera

28 ago 2018 . Actualizado a las 22:48 h.

Pablo Cavallero (Buenos Aires, 1974), actual secretario técnico de Vélez, es uno de los guardametas que defendieron la portería del Celta durante los años dorados de Europa. Llegó a conseguir el reconocimiento de Zamora al portero menos goleado y asegura que ha necesitado el paso del tiempo para ser plenamente consciente de la calidad del equipo del que formó parte. Sus recuerdos de aquella época son, asegura, inmejorables.

-¿Cómo se fragua su llegada al Celta?

-Estaba en el Espanyol y la idea era pegar un salto de calidad. Surgió la posibilidad del Celta a través de Víctor Fernández, al que estoy muy agradecido por confiar en mí. Había otras opciones y fue una semana de negociación en la que el club dueño de mi poder se inclinó por el Celta. Lo viví con ilusión, suponía crecer a nivel deportivo. Y por suerte me tocaron cinco años muy bonitos a nivel personal y futbolístico.

-Al principio le tóco ser suplente. ¿Contaba con ello?

-Sí, cuando llegué yo iba a cubrir el espacio que había dejado Dutruel, pero en los últimos tiempos Pinto estaba jugando de inicio y el técnico me dejó claro que tenía que esperar mi oportunidad, que mientras tanto iba a jugar UEFA o Copa del Rey. Con el correr del tiempo me pude hacer con la titularidad y tener continuidad.

Oscar Vázquez

-¿Cómo era su relación con Pinto?

-Muy buena, teníamos casi la misma edad y entrenábamos muy fuerte. Las cosas las había puesto claras el entrenador, que había tenido que poner a Pinto porque Dutruel ya estaba dando vueltas porque se quería ir, y Pinto les había sacado las castañas del fuego. En el día a día teníamos un gran entrenador como Covelo y eso al arquero, que siempre está un poco más fuera del grupo, le ayuda mucho.

-¿Hasta qué punto le resultaba apetecible aquel Celta?

-Muchísimo. Cuando un entrenador te llama, se pone a disposición, te cuenta la interna del club y muestra interés contigo, uno va sumando y en la balanza son cosas importantes a la hora de decidir.

-¿Qué fue lo mejor que vivió en el club?

-Los dos primeros años fueron buenos. Consigo el Zamora con una clasificación para la Champions en un año muy bonito en que viajaba mucho con la selección. Para mí meterme en la historia de ese trofeo fue muy importante a nivel personal. Fueron años lindos en los que el equipo peleaba por estar arriba. Sin los compañeros, no hubiera sido posible.

M. Moralejo

-Le tocó vivir el contraste de la Champions al descenso en el mismo año. ¿Qué le viene a la cabeza al recordarlo?

-La dureza del momento. El equipo se había descompensado a nivel futbolístico, no pudo sostener la doble competencia y entró en un momento difícil donde no se pudo sobreponer y terminó perdiendo la categoría. Pasamos de una situación a la opuesta, pero a veces hay que pasar por momentos difíciles para que las instituciones sigan creciendo y darse cuenta de que no es fácil armar una plantilla y pelear por cosas importantes.

-¿Qué hay de aquella final de Copa del 2001?

-Tengo una espina que guardo adentro. El día antes cuando llegamos a la Cartuja para el reconocimiento que te prestan entramos sobre uno de los córneres y tuvimos que esperar lejos mientras terminaba el Zaragoza. En el otro arco estaban pateando penales y el lanzador tiró dos veces a la derecha del arquero. Yo, como argentino desconfiado, dije: 'Lo está haciendo a propósito y si mañana hay penal, lo va a tirar a la izquierda'. Pensé que era adrede para engañarme. Y llegó el momento e hice caso a mi cabeza, porque soy una persona estructurada y de pensarlo todo, así que me tiré a la izquierda en vez de hacer caso a mi corazón. Me dolió porque lo hubiera atajado. De todas maneras, se nos puso de frente y no supimos sostenerlo, no tuvimos esa suerte.

Oscar Vázquez

-Tenía fama de parapenaltis. ¿Se consideraba como tal?

-Bueno, me consideraba un arquero respetado en el ambiente, con buenas condiciones, y lo de parapenaltis era un agregado más que a uno le ponían. Tuve esa suerte de parar bastantes penales y se recuerda con cariño que te llamen así.

-¿Pensaba que permanecería tanto tiempo en el Celta?

-Nunca sabes, pero cuando uno cambia mucho de un equipo a otro no es buena señal. Si yo me quedé cinco años, que son bastante tiempo en una carrera futbolística, fue porque me sentía útil y valorado dentro del plantel.

-¿Y qué puede decir de su adiós al equipo?

-El club se encontraba en una situación incómoda económicamente donde se estaba desligando de contratos altos y surgió una posibilidad para que yo rescindiera los seis meses que me quedaban y recibieran un dinero. Me fui al Levante, que era el que me volvió a dar la oportunidad de continuar en España.

-¿Sintió que la afición comprendía cómo sucedió todo?

-Creo que sí, porque uno fue bondadoso a la hora de ser profesional en el día a día. A veces hay cosas que uno no termina de manejar, que el club hasta no las contempla pero surgen. Era positivo para todos llegar a un acuerdo de esa forma para que rescindiera y me marchara.

Oscar Vázquez

-¿Qué recuerdo se llevó del celtismo?

-De los mejores. Te doy el ejemplo de que cuando llegué el club me abrió una cuenta en una entidad bancaria cerca de Balaídos, en Castrelos, y 18 años después la sigo teniendo. Voy a Vigo, tengo amigos y los mejores recuerdos, allí nació mi segundo hijo y también tengo propiedades. Me une un afecto muy grande, y antes de final de año espero volver.

-¿Qué importancia le concede al Celta en el conjunto de su carrera?

-Una delas mayores. La gente acá en Argentina, donde jugué poquito, me conoce por dos cosas: por ser el arquero del Celta y de la selección nacional. Eso marca mucho. El fútbol español se ve mucho, cuando hablo con allegados o simpatizantes siempre me identifican con la camiseta del Celta y eso me enorgullece. Tengo amigos que me abrieron las puertas de sus casas y con los que mantengo una relación bárbara.

-¿También tiene contacto con sus excompañeros?

-No tanto, porque no se va alejando. Pero sí con Gallego Méndez o Gustavo López cuando viene a Argentina a ver a su familia, que nos cruzamos. El resto más por vía telefónica. Fue una etapa linda la que compartimos, lo siento así.

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-¿Cuáles fueron los mejores jugadores con los que compartió vestuario?

-Karpin fue muy importante en mi carrera, me marcó como profesional, como compañero; era un tipo bondadoso, con mucho carácter, que sabía asumir la presión. Y luego por supuesto Mostovoi y otros como Cáceres, Gustavo, Mido... Teníamos un equipo impresionante, con un montón de futbolistas que te podría nombrar. Con el tiempo te das cuenta de la calidad que tienen, sobre todo viendo el fútbol de hoy, valoro lo que aprendí como persona y profesional.

-¿No era del todo consciente en el momento, entonces?

-Te acaba pareciendo normal. Cuando estaba en el Celta llevaba unos años en la selección argentina con los mejores del mundo, tipos reconocidos. Entonces a vos te parece normal, pero a medida que se aleja en el tiempo tienes el ojo mucho más objetivo y te das cuenta de la calidad que había ahí.

-¿Sigue actualmente al Celta?

-Sí, bastante, estoy al tanto de que hizo grandes campañas y que tiene una buena plantilla, con chavales jóvenes. Me pone contento porque uno se encariña con los lugares donde lo trataron bien y eso no se va nunca. También sé que está el Turco Mohamed.

-¿Qué puede decir sobre el nuevo entrenador?

-No le conozco personalmente, pero sí he seguido su carrera de jugador y entrenador. Es un técnico moderno, que tiene much ida y vuelta con los jugadores, se relaciona mucho con ellos. Estoy seguro de que le va a ir bien.

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-¿Existen similitudes con Berizzo, al que también conoce?

-Son totalmente diferentes en la metodología de trabajo sobre todo. Berizzo es más parecido a Bielsa, más estructurado; Mohamed es más del día a día con el jugador, de darle confianza para que se anime y se sienta protagonista. Los dos son grandes entrenadores.