Francés y celtista por orígenes, curiosidad y locura

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

CEDIDA

Damien, aficionado galo, explica cómo surgió su pasión por el equipo

26 may 2017 . Actualizado a las 13:01 h.

Damien siempre ha ido contracorriente en lo que al fútbol se refiere. Francés de origen gallego, no le inculcaron el celtismo desde niño ni mucho menos, pero sus raíces sí tuvieron que ver para que se acabara aficionando. Actualmente gestiona con otros dos celtista de su misma nacionalidad la cuenta de Twitter RC Celta France, pero además, hace unas semanas redactó un texto explicando en una web francesa el porqué de su celtismo que también ha querido compartir con Grada de Río

«La pregunta 'de qué equipo eres' c es inevitable cuando se empieza a hablar de fútbol. Solemos escuchar respuestas como el OM, el PSG, el Madrid, el Barca o cualquier otro equipo grande. Así que os podréis imaginar la reacción de la gente cuando, con orgullo, les digo que soy hincha del Celta de Vigo», relata Damien. De pequeño era del Mónaco para «distinguirse» de sus compañeros. Pero llegó un momento en el que ese club dejó de generarle sentimiento alguno.

En el verano del 2008 se empezó a fraguar la pasión de la que hoy presume. «Después de un viaje de 1.400 km en coche, me voy de vacaciones con la familia para descubrir el lugar dónde nació mi madre, en las profundidades de Galicia», dice. Describe aquello como «el flechazo», el descubrimiento de sus raíces, que le «deslumbraron». Visitó brevemente Vigo y al pasar cerca de Balaídos vio unas camisetas a lo lejos. «Una de ellas era de Nené, que en aquel momento estaba en el Mónaco. La semilla ya estaba ahí», rememora.

Volvió al año siguiente, cada vez poniendo ya más atención en el club, que militaba en Segunda. «Empecé a seguir los resultados. El primer partido que vi, en el que creo que me enamoré de verdad, fue en enero del 2010 en Copa contra el Atlético en el Calderón después de eliminar al Villarreal», cuenta. Lo que le atrapó de aquel equipo fue «que giraba y hacía piruetas, haciéndole pasar un mal rato al Atlético de Kün Aguero. Con Trashorras dirigiendo, y ya el joven Iago Aspas jugando en punta». Aquel duelo terminó en empate (1-1). «Pero hoy en día todavía tengo la sensación de que habrían merecido ganar», agrega.

«Aquel juego con pelota, ofensivo, me sedujo completamente. Un poco como si Jessica Alba te lanzara una sonrisa», compara. Y ya enamorado o en proceso de estarlo vivió el play-off contra el Granada -«en plena Feria de Nîmes, actualizando mi teléfono cada 5 minutos para estar al tanto del resultado y lamentándome por la eliminación en los penaltis»-. En la siguiente temporada ya empezó a seguir los pasos del equipo «en serio», dice. «Uno de los partidos me marcó un Recreativo - Celta de principio de temporada, marcado por una victoria 1-2 del Celta. Hay partidos como ese, que parecen insignificantes pero quedan gravados en nuestra memoria. Aquella temporada, el Celta se precipitó a gran velocidad en la Liga y se puso en marcha mi Celta-manía».

Desde el 2012 se empapó de la historia del club y regresó a España, conoció A Madroa. «Fue una especie de peregrinación», detalla. Dos años más tarde tuvo ocasión de ver al equipo fuera en un Espanyol-Celta a raíz del cual entró en la Peña Blau Cel. «Sin mis raíces españolas no apoyaría el Celta. Creo que me convertí en un aficionado del Celta por mis orígenes y mi curiosidad. Y mi locura. Cuando uno tiene la idea de ver un partido de Segunda española un domingo por la noche creo que más bien se le llama pasión». Y esa pasión, indica, le hace vibrar por un club que representa sus raíces. «Me llena de orgullo llevar los colores del Celta en Francia y de esa manera hacer que todos puedan descubrir o conocer mejor este club».