Miedo escénico en el área rival

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

El Celta se amilanó ante la meta del Shakhtar en una noche en la que le faltó precisión en el pase

17 feb 2017 . Actualizado a las 11:46 h.

Un contragolpe mal cortado fue el que puso patas arriba la eliminatoria para el Celta, pero los problemas en las filas celestes no estuvieron solo en el potencial del rival, sino en las carencias propias. Los hombres de Eduardo Berizzo se asustaron ante el arco rival, pecaron de precipitados y el exceso de aceleración se vio reflejado en la precisión. Tres aspectos que castigaron a conciencia el sueño de octavos. 

El pase

Uno mal de cada cuatro. El Celta salió mandón y con la intención clara de hacer su fútbol combinativo y ambicioso. Pero desde el arranque encontró dificultades para que sus pases llegaran limpios a sus destinatarios. El problema en las entregas se comprobó en la estadística final, que recogía que el Celta había acertado en el 75 % de sus pases, o lo que es lo mismo, uno de cada cuatro no alcanzaba su destino. Ante un rival de la entidad del Shakhtar cada entrega fallida cuesta, como se comprobó. La línea defensiva fue la más solvente en este apartado; el centro del campo entregó balones que eran sinónimo de peligro ucraniano, y en los últimos metros los pases fallados se tragaron poco a poco la moral céltica. 

La precipitación

Prisas y riesgo. ¿Por qué falló tantos pases el Celta? Por la precipitación y por un exceso de riesgo innecesario. El equipo quiso ser ambicioso y alcanzar trenzar su fútbol, pero en ocasiones sacrificaba la seguridad de los pases por querer jugar de memoria ignorando que el rival también presionaba. El equipo pecó por momentos de exceso de confianza al complicarse entregando en corto o buscando pases que el rival cortaba con facilidad. Y si a eso se le añaden las prisas y la precipitación con la que intentaban acelerar el juego, la ecuación se complica. 

La elección

Cuestión de colocación. Berizzo apostó por jugar con Guidetti y Iago Aspas de salida, y para acomodarlos sobre el terreno de juego hizo que el de Moaña se encargase del costado diestro, dejando al sueco en punta. El problema es que donde mejor rendimiento da Iago es como referencia ofensiva, ya que en la derecha pierde llegada y el puesto es más exigente defensivamente. Tanto, que en el primer tiempo se veía al delantero bajar a defender hasta la línea de fondo propia para ayudar. Berizzo percibió que estaba sacrificando a su pichichi sin obtener rédito alguno y tras el paso por vestuarios modificó el dibujo, encomendó definitivamente a Wass el ataque por la derecha -hasta la entrada de Jozabed- y Aspas pasó a formar pareja de delanteros con Guidetti. El doble nueve, que dice el Toto. A partir de ahí se vio una versión mejorada del de Moaña, aunque sin alcanzar su nivel de antaño. En parte, por el temor a disparar, la principal deuda del Celta ayer. 

El problema

Un tiro entre los tres palos. Quizás lo más preocupante del partido del Celta y el principal motivo por el que los octavos de final de la Europa League están más lejos es el miedo a disparar a portería que exhibió el equipo ante el Shakhtar. En 90 minutos tuvo nueve disparos de los que tan solo uno fue a portería y otro acabó blocado por Pyatov. Ni rastro de mordiente. El miedo a portería que atenazó a los vigueses se encarnó principalmente en la figura de Guidetti. Hasta en tres ocasiones encaró la meta rival desde el costado zurdo y en las tres optó por retrasar el balón en vez de probar a disparar. Ni tuvo fe en su tiro ni en la posibilidad de que el rechace provocase una segunda jugada. Ni tan siquiera se atrevió a disparar en un claro uno contra uno con Pyatov. Y de similar cuerda fue Aspas. La obsesión de los célticos por buscar disparos francos, por un ataque de arabescos, acabó siendo la mejor defensa de un Shakhtar poco exigido defensivamente. Si en el Calderón los célticos parecían oler sangre en cada llegada, frente a los ucranianos las piernas les temblaron. Y así no se gana en Europa.