Un Celta serio, sobrio y solvente

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

El conjunto celeste se amparó en la profesionalidad para dejar su portería a cero y controlar el partido sin caer en el nerviosismo

09 dic 2016 . Actualizado a las 15:31 h.

Las grandes gestas se construyen con goles, nombres propios y también con sangre fría. La que tuvo el Celta en el Apostolos Nikolaidis para hacer sus deberes y clasificarse para los dieciseisavos de final de la Europa League en un partido que tuvo poco de brillante, pero mucho de serio. Había que marcar y se marcó. Había que evitar deslices y se evitaron. No se podía encajar gol, y la portería de Rubén Blanco acabó a ceros. La noche perfecta bajo el cielo de Atenas.

El primer reto de los célticos ante el Panathinaikós consistía en marcar goles y de eso se encargaron John Guidetti y Fabián Orellana. El siguiente era no recibir goles, y visto el partido del Benito Villamarín, había ciertas dudas sobre cómo respondería el grupo. Berizzo tiró de ortodoxia para organizar la defensa, los laterales de gala, Hugo Mallo y Jonny, y Cabral y Roncaglia para el centro de la zaga, quedando así patente la apuesta del Toto por los centrales argentinos.

En la parcela central quiso ir sobre seguro y se la confió a un Radoja que superó sus molestias en la rodilla derecha y a un Wass y un Tucu que, sin tener una noche brillante, cumplieron intentando hacerse con el control del balón, el elemento que a la postre fue la clave del partido. Porque el Celta vivió un primer tiempo con pocos sobresaltos gracias a que mantuvo atada la pelota a sus botas y los griegos apenas la disfrutaron un 38 %. En el momento en que los helenos pusieron más empuje y asumieron el esférico, a los vigueses se les hizo más cuesta arriba el choque. Si bien fue ahí donde apareció el poso que habían echado en falta en otros encuentros. 

Equipo experimentado

Esta temporada el Celta está viviendo un mar de dudas en defensa que le llevan a ser uno de los equipos más goleados de la Liga y ya ha visto cómo tras adelantarse en el marcador sus rivales le daban la vuelta al partido. Véase lo que sucedió en Las Palmas o el empate con el Betis. En ambos partidos a los chicos del Toto les faltó poso. Carecieron de la pericia y la experiencia necesarias para esconder el balón, para impedir que el rival se fuese arriba y les machacase. Ayer en Grecia sí consiguieron sofocar las intentonas del Panathinaikós. Supieron interpretar lo que el partido necesitaba en cada momento y con esfuerzo lo pusieron en donde más les interesaba. Y lo hicieron con la pelota.

El Celta tiene un don especial para tratar el balón y cuando lo quiere y lo mima es un rival muy difícil para los adversarios. Y más si le imprime intensidad, un elemento que en Atenas fue fluctuante. En la recta final del partido fue cuando más presionaron los celestes llevados por la necesidad de esconder la pelota y evitar cualquier intento del Panathinaikós de amargarles la noche. Esas ganas, encimar al rival y recuperar balones perdidos gracias a una buena colocación sobre el terreno de juego permitieron al grupo vivir un final de partido sin agonías. Sin tener que pensar en Lieja.

Porque más allá del fútbol, ayer en el Apostolos Nikolaidis el Celta necesitaba manejar los nervios. Centrar su mente en el Panathinaikós y en su duelo sin pensar en lo que pudiese estar pasando en Lieja. Y lo hicieron. No hubo nervios. No hubo precipitación. La noche en la que Berizzo más en serio se lo tomó a la hora de dibujar la plantilla, con permiso del partido frente al Standard en Balaídos, el Celta presumió de madurez. De equipo hecho listo para dar rienda suelta a su sueño europeo. Ahora todo lo que venga será un premio.