Manual para ganar al Barcelona

GRADA DE RÍO

La presión, el agotamiento, la fe y el sufrimiento se esconden tras la victoria celeste

03 oct 2016 . Actualizado a las 08:42 h.

Lo primero que hay que hacer para ganar al Barcelona es sufrir. Hasta el tuétano. Ahogarle hasta la extenuación, cortocircuitar sus ideas y su centro del campo, cansar a los blaugranas de tanta presión a la que son sometidos, robarles balones y, ya de paso, tener un día glorioso de cara a la portería. Ese es el manual del que el Celta echó mano ayer para hacer que el campeón de Liga mordiese el polvo por segundo año consecutivo en su visita a Balaídos. En un ejercicio de lucha, agotamiento y sufrimiento, David venció a Goliat.

El planteamiento

La presión como guía. El Celta de la temporada pasada, el que presionaba hasta la extenuación a sus rivales, apareció por sorpresa en Balaídos para plantar cara al Barcelona. Durante cerca de 40 minutos realizó un ejercicio de acoso tan brutal que dejó sin aire ni ideas al equipo de Luis Enrique. Tan al límite jugaban los celestes, que Iago Aspas parecía la sombra de Ter Stegen, puesto que el ideario del Toto instaba a sus futbolistas a adelantar las líneas más allá de lo razonable y a presionar la salida de balón hasta el límite. Así lo hicieron los vigueses, y les salió bien gracias a la intensidad que acompañó al equipo. Los hombres de Berizzo no daban respiro a su rival, les acosaban individualmente y al tiempo contaban con una red solidaria de ayudas que impedía que el castillo de naipes diseñado por Berizzo se fuese al suelo. La presión fue la que permitió a los vigueses manejarse con soltura con y sin balón. La que facilitó los robos, las recuperaciones y también los contragolpes. Fue esa presión la que hizo que una mala salida de balón de Ter Stegen acabara en poder del Celta, y la que permitió al Tucu Hernández incrementar su cuenta de goles peculiares.

La defensa

Sólidos y trabajadores. Tuvo que ser un central, Piqué, el que metiera el miedo en el cuerpo a los célticos, ya que la línea de vanguardia de Luis Enrique, con tanta calidad como precio, estuvo maniatada por la zaga viguesa. En todo el partido no hubo ni una sola noticia de Luis Suárez, y eso se explica con la soberbia actuación de un Cabral atento e intenso a partes iguales. Hugo Mallo supo apagar la magia de un Neymar que solo pudo marcar desde el punto de penalti y Roncaglia cubrió con éxito a Arda Turan. Todos los problemas del Celta llegaron desde la segunda línea, con jugadores con una movilidad apabullante como Iniesta o después Denis Suárez, que se aprovecharon del desgaste que ya tenían encima los célticos.

La pegada

De repente, un idilio con el gol. El Celta ha dado la vuelta de una manera radical a su relación con la portería. De carecer de pegada, a meterlo casi todo. Porque ayer, de los cuatro disparos entre los tres palos que tuvieron los célticos, tres fueron gol. Ante el Barcelona el equipo de Berizzo fue capaz de generar peligro en contragolpes tejidos a la velocidad de la luz que el entramado barcelonista no fue capaz de frenar. Acciones vertiginosas, verticales, de pocos toques, que pillaron desprevenido a un Barça que en el primer tiempo no consiguió imponerse en el centro del campo. Otro punto que se marcó el Toto. El ritmo de Pione, la calidad de Aspas, el trabajo sucio de Wass, el empeño de Hernández,... Todos los astros se alinearon con el Celta. Incluso el central y el portero rivales.

El sufrimiento

Agotamiento extremo. Ganar al Barcelona exige una alta dosis de sacrificio, y también de sufrimiento. Y a eso se dedicó ayer el Celta en la segunda mitad. El planteamiento del Toto era tan brillante como extenuante -como ejemplo, el trabajo inmenso de Wass, Aspas o Hernández-, y eso pasó una enorme factura física al equipo, que aunque acabó el encuentro bastante entero, vivió en el alambre durante casi toda la segunda mitad. Las piernas no llegaban a donde la cabeza pretendía, y cuando el Barcelona, venido a más y con Iniesta en el campo, recortó distancias el miedo ayudó a atenazar los músculos de los celestes. Fue el tanto del Tucu y el apoyo de la grada el que permitió revivir.

ÁLBUM: El 1x1 del Celta-Barcelona

El ánimo

Una semana para la gloria. Ganar al Barcelona, marcarle tres goles en menos de un cuarto de hora y ofrecer una imagen de equipo superior supone una inyección anímica para un Celta que poco tiene que ver con el que arrancó la temporada hace mes y medio frente al Leganés. En cuatro días los vigueses, quizás con más definición que fútbol, han sido capaces de mutar y reciclarse para ganar al Panathinaikós y al Barcelona con media docena de goles incluidas.