De la timidez a la Rianxeira

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

La hinchada se animó con el paso de los minutos hasta vibrar con el triunfo

30 sep 2016 . Actualizado a las 13:06 h.

La tarde en Balaídos no comenzaba muy diferente a la de cualquier otro partido. Nada la distinguía en apariencia de, por ejemplo, el último compromiso de Liga que acogió el municipal vigués ante el Sporting. A falta de media hora, las gradas presentaban un aspecto bastante pobre, algo en lo que también incidía el horario. Pero sin llegar a lograr una gran entrada, los huecos se fueron cubriendo y poco a poco se empezaba a respirar un ambiente distinto. El de ayer era el primer partido del Celta como local en Europa después de nueve años, seis meses y 21 días.

El himno a capela no recordó a las mejores tardes. Sobre todo la primera mitad. Pero con el paso del tiempo todo iba a mejor, como sucedió con el propio partido aunque hubiera que esperar al tramo definitivo. Cuando los jugadores saltaron al campo y sonaron los acordes de la competición europea sí se pudo percibir que se trataba de una cita ansiada por un celtismo que o bien se estrenaba en una ocasión así o que revivía momentos que llevan a un decenio añorando. Pero el feliz regreso coincidía a su vez con tiempos convulsos para una afición que vive con incertidumbre las noticas sobre el futuro institucional. Y eso también se hizo notar.

La hinchada celeste comenzó tímida, al igual que el equipo. Pero a poco que le daban los jugadores, un buen pase, una buena acción individual, la grada se venía arriba. Los gritos de «Celta» o la recurrente aclamación a Guidetti ante cualquier detalle iban apareciendo cada vez con más fuerza. También se pedía a Aspas ya en el primer tiempo, aparte de ovacionar a Sergio con la doble parada que evitó la ventaja visitante.

Los goles, inesperados por una hinchada que había visto más cerca la posibilidad de tener el marcador cuesta arriba que la de la victoria, supusieron el éxtasis. Casi sin tiempo de gritar, saltar y festejar suficiente el primero, llegaba el segundo. Y fue ahí cuando las noches de las grandes gestas -europeas y no solo- revivieron en las gargantas del celtismo. Porque si en los minutos previos al inicio había sonado por megafonía el Miña terra galega, la banda sonora del final la puso la grada con la Rianxeira y el Miudiño. Tras el pitido final, bufandas en alto e himno. No fue otra gesta, pero sí una noche inolvidable para la colección.

La grada, contra los planes del presidente: «Mouriño, atende, o Celta non se vende»

En una noche de fiesta para el celtismo, la situación de incertidumbre por el futuro del club que se vive en estos momentos también tuvo cabida en el partido. La afición no es ajena a los planes del por el momento presidente, Carlos Mouriño, de vender el club a un grupo chino y aprovechó la ocasión para hacérselo saber.

En el primer partido en casa desde que trascendió la información, uno de los cánticos más repetidos y audibles durante la contienda fue dirigido al máximo accionista del club. «Mouriño, atende, o Celta non se vende», gritaron multitud de aficionados que alternaron estas consignas con las de apoyo al equipo, presentes también durante todo el compromiso que acabó con victoria.