El Celta, a los pies del Atlético de Madrid

Lorena García Calvo
LORENA GARCÍA CALVO VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

ALBA PEREZ

Una notable primera parte y una horrenda segunda convivieron en un conjunto celeste que no sostuvo la presión

11 sep 2016 . Actualizado a las 15:48 h.

Fue un mazazo. Un jarro de agua bastante más helada de la que cayó sobre Balaídos en la segunda mitad del Celta- Atlético. Porque tras una primera parte para la esperanza, el segundo tiempo fue un dolor para los de celeste. Los de Berizzo, tras 45 minutos vibrantes e intensos, cayeron en barrena, se descoyuntaron y acabaron a merced de un rival que pagó con ellos sus tropiezos ante Alavés y Leganés, y de paso le devolvió el golpe de la eliminación copera. Y todo, porque los célticos no fueron capaces de sostener la presión que habían desplegado en el primer tiempo ni supieron asimilar el gol colchonero. 

El once

Ni un solo fichaje. Para la visita del candidato al título Eduardo Berizzo no echó mano ni de uno solo de los fichajes de verano. Apostó por un once reconocible cuya principal novedad era la presencia de Josep Señé. Radoja, de lo mejor del partido, asumió el mando en el centro del campo con Wass y Hernández como colaboradores más cercanos, y con una línea de ataque en la que Bongonda se encargó de la izquierda, el catalán Señé se estrenó por la derecha y Iago Aspas, intenso en la presión, en punta. Cabral, Sergi Gómez y los laterales de la casa integraron una línea defensiva que acabó hecha trizas. 

La clave

Sostener la presión. La clave del partido contra el Atlético era la presión, someter al rival y librarse de la ajena. El Celta supo manejarse en el primer tiempo. Aunque en el centro del campo la batalla era infernal, a base de ayudas constantes, de marcajes extremos y de muchas carreras, los del Toto fueron haciéndose con el partido, no solo con la pelota. La recuperación tras pérdida funcionaba y aunque al Celta le costaba encontrar huecos para atacar y por momentos se regodeaba en el estéril fútbol horizontal, las ocasiones llegaron. Un pase largo de Sergio que Señé no atinó a rematar o el de Bongonda, que se fue por un palmo, podrían haber cambiado el sino del encuentro. Pero la pelota no entró, y el armazón que permitió al Celta superar al Atlético, se desmoronó tras el descanso. 

El cambio

El esqueleto se derrumba. Tras pasar por vestuarios el Celta cayó en picado. Como por arte de magia, o quizás debido a que la primera mitad les había dejado extenuados, el entramado que sostenía su fútbol se desmoronó. Permitió al Atlético desembarazarse con facilidad de una presión mucho más liviana, y ahí los de Simeone se fueron arriba. La intensidad del Atlético ganó la batalla y en el bando celeste llegaron las imprecisiones, las pérdidas de balón, los errores en las marcas e incluso los fallos no forzados. Del fútbol vibrante de la primera mitad no quedó ni la sombra, los de Simeone lo detectaron y, al oler la sangre, llegó la carnicería. La defensa del Celta fue una verbena, el centro del campo perdía la partida ante el de un Atlético que cotizaba al alza, y el ataque celeste no tenía ni balón ni fuerzas. Y los cambios no ayudaron. 

La gestión

Berizzo, fiel a su costumbre. Tras encajar el primer gol, Berizzo buscó el empate poniendo en bandeja la victoria al rival: sacó a un centrocampista -Wass, ya sobrepasado- e hizo debutar a Rossi. El italiano ejerció de mediapunta, pero casi ni tocó balón, y el Atlético, en el que poco antes había entrado Gameiro, se lo pasó en grande encontrando espacios y sacando los colores a cada error que cometían los celestes. Para entonces Jonny -con un gran primer tiempo- y Cabral estaban totalmente superados, y el Celta se movía al ritmo rojiblanco. 

El ataque

El problema del gol. Un gol en tres partidos. El Celta se ha encontrado con graves problemas ofensivos en forma de falta de definición. Aunque el equipo es capaz de generar algunas ocasiones, se le resiste la definición. Justo cuando más atacantes hay.