Un nubarrón en los metros finales

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

LOF

El equipo, que acabó con tres tiros en su cuenta, estuvo gris en ataque y el banquillo no ayudó

20 abr 2016 . Actualizado a las 13:16 h.

Al Celta no le gusta Cornellá. Aunque logró al menos sacar un punto del estadio del Espanyol, la imagen que ofreció el equipo estuvo lejos de la que se exige a un conjunto que aspira a acabar quinto. Hasta el gol se vio a un Celta combativo, intenso y con buen fútbol, pero tras adelantarse en el marcador su espíritu se fue apagando hasta ser un proyecto inacabado que, cuando alcanzaba la línea de tres cuartos, navegaba sin brújula. La gestión de los cambios del Toto esta vez dejó que desear.

El plan

Se salvó el arranque. El Celta se mostró fiel a sí mismo hasta que Iago Aspas metió su golazo. A partir de ahí se relajó, se confió y comenzó a bailar al ritmo que decretaba un Espanyol mucho más enchufado. Los pericos presionaron y pusieron el partido donde querían para lograr empatar. Luego, aunque el balón regresó a las botas celestes, a los de Berizzo les costaba saber qué hacer o, al menos, hacer lo que pretendían.

Las imprecisiones

Demasiados regalos. El Celta regaló demasiados balones y, sobre todo, lo hizo por fallos propios y en zonas complicadas. Esa fue una de las grandes rémoras del equipo en todas las zonas del tapete. Como si la sangre celeste estuviese inflada de confianza, una y otra vez se jugaban el tipo con pases muy ajustados que en un buen puñado de ocasiones interceptaron los pericos, dispuestos a presionar a lo largo de todo el terreno de juego. Que la mayor parte de las pérdidas fuesen por errores un forzados añadió gravedad a la cuestión.

El ataque

El problema del último pase. Una de las zonas en las que menos preciso estuvo el Celta fue una vez superada la línea de tres cuartos. Ahí el equipo intentaba una y otra vez jugar de memoria, pero sin conseguirlo. Con Orellana perdido por la derecha y un punto abajo de su nivel habitual -quizás por su golpe en la rodilla- y con Nolito mucho más enchufado, pero sin éxito, solo el centro lateral que el chileno metió a Aspas encontró remate bueno. Y eso, porque Aspas lo hizo bueno. A Planas y Jonny les costó mucho más meter centros laterales y solo los balones que el Tucu conducía desde el centro del campo parecían incomodar a los pericos, que respondieron bien a casi todas las acometidas viguesas.

El bagaje

Tres tiros, uno a portería. En los últimos tiempos al Celta le costaba lo suyo llegar con claridad a la meta rival, y sobre todo, marcar, pero en Cornellá marcó un nuevo registro. En los 93 minutos que duró el encuentro tan solo disparó tres veces y solo un tiro fue a portería, el gol de Iago Aspas. Los de Berizzo son capaces de pasarse media vida en territorio rival, asomándose al área o achicando metros cerca de los córneres, pero parecen haber perdido el desparpajo y la osadía a la hora de disparar. Ayer se ralentizaban en los contragolpes, se enredaban en el juego horizontal y buscaban las soluciones más difíciles, muchas veces buscando pases poco plausibles en medio de un mar de piernas. Algo inconcebible teniendo en cuenta la calidad del ataque celeste y su gusto -ahora en suspensión- por el fútbol vertiginoso y letal. Ir a Europa exigirá que vuelva el Celta que atacaba a la velocidad de la luz y, sobre todo, que entraba a matar permanentemente. No le valen las medias tintas.

Los cambios

El punto negro de Berizzo. El Toto no dio con la tecla a la hora de tomar medidas y revitalizar el partido. Su primer cambio fue dar entrada a Guidetti por Iago Aspas, quizás el hombre más vertical del ataque, y no agitó más el árbol hasta el minuto 89, cuando decidió retirar a Nolito y meter a un Bongonda que ya no tuvo tiempo ni para entrar en calor. Ni los nombres, ni la tardanza, ni el dejar de hacer el tercer cambio, ayudaron a revivir a un Celta que suma dos puntos de los últimos seis.