Demasiado Sevilla para el Celta

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

CRISTINA QUICLER | Afp

Los vigueses pusieron intención, pero no encontraron la fórmula del éxito ante un rival que plasmó su guion

05 feb 2016 . Actualizado a las 18:02 h.

La ilusión del Celta y la seriedad con la que el equipo se tomó la ida de la eliminatoria no fue suficiente para frenar a un Sevilla que siguió a pies juntillas el guion que había escrito Emery. En la primer mitad los hispalenses hicieron valer su superioridad a balón parado y en la segunda se dieron un festín en el contragolpe para hacer sangre de un Celta con muy buenas intenciones pero al que penalizó al máximo cada error. El sueño copero se agotó en el Pizjuán, y ahora ya toca retomar el pulso de la Liga.

Las claves

Intensidad e inteligencia

El Sevilla tuvo en todo momento el partido donde quería. A la hora de ponerlo en práctica, fue más inteligente que un Celta que quiso pero no supo. La intensidad del primer acto acabó pasando factura a los vigueses en el segundo tiempo, y la enorme solidaridad defensiva de los atacantes del Toto durante los primeros 45 minutos les agotó las ideas en el segundo, cuando el Celta ya solo podía confiar en que alguna genialidad de los de arriba le salvase. Y no fue el caso. La magia de Orellana se esfumó, y Guidetti y Aspas no encontraron el camino ante una defensa sevillista perfecta y que sacó lustre a su envergadura.

Medio partido

Un duelo de varias caras

Ni Celta ni Sevilla salieron a tumba abierta. Todo lo contrario. El respeto mutuo, aunque con un punto más de ambición de los de Emery, marcó el arranque de un encuentro en el que los visitantes tenían la pelota y los hispalenses el control. Tácticamente el equipo del Toto propuso un trabajo y una solidaridad notable que exigió desgaste a raudales y que mentalmente costó a un vestuario habituado a mirar más hacia campo contrario. Y eso fue lo que hizo el grupo del Toto tras el penalti. Se dio cuenta de que sobrevivir en su campo no era una opción ante un ataque tan demoledor como el del Sevilla, así que cambió de táctica y decidió, aunque sin fortuna, ir a por el partido. Así nacieron las llegadas y las dos ocasiones célticas en la primera mitad. Una dinámica, que, sin embargo, rompió el gol antes del descanso.

La clave

El balón parado

El Celta viajó a Sevilla concienciado de que era imprescindible que minimizase las opciones a balón parado que concedía a su rival. Sin embargo, el primer tiempo acabó siendo una sucesión de saques de esquina que permitieron a los de Emery generar sensación de peligro, poner en tensión el trabajo defensivo visitante y adelantarse en el marcador. Porque, tanto fueron los hispalenses hasta la esquina del tapete, que acabaron encontrando la fórmula para batir a Rubén Blanco. Justo lo que quería el Sevilla, que en la primera mitad se alimentó una y otra vez de los rechaces y las segundas jugadas.

La segunda mitad

Sangre al contraataque

El Sevilla hizo sangre con cada error del Celta. Sobre todo, con los no forzados. Dos balones perdidos en ataque se tradujeron en dos contragolpes de Gameiro que sacaron los colores al equipo con tan solo dos minutos de diferencia. Primero, por un error de Jonny, que también permitió el 4-0, y luego con los centrales inoperantes ante la cabalgada del francés. El 2-0 fue grave porque los célticos sabían de antemano que el Sevilla intentaría machacar en el contraataque, pero el 3-0 lo fue aun más al tratarse de una jugada calcada y en el lapso de un par de minutos. Los saques de esquina a favor acabaron siendo un enemigo para los vigueses.

La buena noticia

La reivindicación de Rubén

El partido en el Calderón dejó tocado a Rubén Blanco. Físicamente y también en cuanto a dudas sobre su rendimiento bajo palos. Sin embargo, la falta de solvencia que trasladó en encuentros anteriores se dinamitó en la primera media hora en el Pizjuán. Una parada a bocajarro y un penalti detenido cargaron las pilas al portero, que antes del descanso tuvo que salir para despejar varios balones peligrosos.

El ataque

Poco y muy justito

Quizás por el cansancio, el Celta acabó errando en lo más fácil. En malas entregas que le costaron carísimas, en imprecisiones y en una solidaridad que se fue licuando al tiempo que sudaban la camiseta. Si en la primera mitad una cruceta de Sergi y un tiro del Tucu avisaron a Sergio Rico, en la segunda los vigueses solo fueron capaces de fabricar una ocasión, ya que se enredaban y pecaban de timoratos a pesar de la necesidad. El exceso de celo llegó tarde. Cuando ya el sueño copero se había disipado. Duró una hora.