Una de arena en el Gran Canaria

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

LOF

Las decisiones arbitrales acabaron condicionando a un Celta falto de frescura y un punto indolente

01 feb 2016 . Actualizado a las 12:36 h.

Alcanzar la felicidad completa parece imposible. Si el miércoles los celtistas daban rienda suelta a la euforia con el partidazo de su equipo y la clasificación para las semifinales coperas, ayer tocaba probar una de arena en el estadio de Gran Canaria. En un partido insulso, falto de chispa, carente de frescura y con un arbitraje con decisiones desfavorable para los intereses vigueses, los del Toto no fueron capaces de mantener un punto que hubiese sido el mal menor. Por lo de pronto, el equipo duerme fuera de Europa por primera vez en la temporada y se prepara para su particular Tourmalet con Orellana y Hugo Mallo sancionados en Liga. El encuentro contra el Las Palmas, en el que los célticos pecaron de una actitud relajada en exceso, acabó con tintes de pesadilla.

Los protagonistas

Un once reconocible. Berizzo no quiso repetir el experimento de Vallecas y, aunque sentó a Wass y a Guidetti, armó un once reconocible y competitivo que, sin embargo, estuvo muy lejos del rendimiento del Calderón. Beauvue vivió su segunda titularidad en Liga, pero quedó claro que todavía no ha interiorizado la idiosincrasia del Celta. Y, en contra de lo que venía siendo habitual hasta el momento, Fabián Orellana no salió al rescate del equipo. El chileno lleva muchos partidos encima y en algún momento tenía que bajar su nivel estratosférico.

La dinámica

La incomodidad. El Celta apenas llevó la iniciativa ante el Las Palmas durante un puñado de minutos. De hecho, fueron los insulares, jugándose la zona de descenso, los que apostaron por el control del balón y del partido, reduciendo al Celta durante mucho tiempo a ser un acompañante de juegos, restando a los de Berizzo su mejor arma, el balón, y metiendo el duelo en una dinámica carente de fluidez y que no ayudó en lo más mínimo a los intereses célticos. Los partidos al tran tran no suelen ser favorables a los vigueses, que ayer no pasaron de un 43 % de posesión, medio punto menos que la que tuvo en el partido de la primera vuelta con el Barcelona.

La clave

Indolencia o cansancio. Aunque el Celta nunca se sintió dominador del partido, durante la primera mitad, sobre todo tras el gol de Bongonda, transmitía una notable facilidad para plantarse en la meta de Javi Varas a la que no sacó rendimiento. Jugando al primer toque y con velocidad abría grietas en un Las Palmas al que superaba en calidad, pero no en ganas ni intensidad. Y eso acabó pasando factura a los de Berizzo. Por momentos, el equipo parecía pecar de indolente, mientras que en otros era la falta de frescura la que noqueaba al grupo, que en ningún momento apretó al rival. Y el Celta, sin su intensidad, deja de ser el Celta.

El arbitraje

Decisiones clave. Tres decisiones arbitrales marcaron el rumbo del partido, y todas ellas, cayendo del lado contrario a los intereses célticos. Primero el colegiado señaló fuera de juego en dos acciones en las que Iago Aspas y Fabián Orellana se disponían a encarar portería solos y con todo a favor. Ambas acciones eran legales, pero el colegiado entendió que debían ser penalizadas. Lo mismo que la mano de Gustavo Cabral que, a la postre, marcaría el encuentro. El central del Celta estaba de espaldas al balón en la jugada, por lo que era imposible que adivinase la trayectoria del esférico. Sin embargo, el árbitro decidió, a instancias del línea, pitar un penalti que costó el gol a los vigueses. Incluso en la expulsión de Orellana el árbitro no tuvo en cuenta que el chileno se levantó rápidamente y sin llegar a reclamar el penalti.

La plasmación

El descontrol. Las últimas semanas han puesto en el escaparate a un Celta de luces y sombras. Capaz de lo mejor y de lo peor. Cuando los vigueses aprietan, juegan con voracidad y se muestran como un equipo compacto, pueden noquear a cualquier rival. Sin embargo, cuando el grupo pierde esa consistencia, queda a expensas de las individualidades. Ante el Las Palmas, ni el equipo fue compacto ni las figuras del vestuario tuvieron el día. Aunque Berizzo armó su medular con titulares, ni Radoja ni Hernández, que tuvo que cubrir la posición de Beauvue en un buen puñado de ocasiones, lograron afianzar al equipo en el centro del campo. De hecho, en el segundo tiempo, hasta la entrada de Wass, en la medular reinó la anarquía.

Los detalles

Otro problema añadido. Al Celta le faltó claridad de ideas y ser capaz de llevar a buen puerto muchas de sus intenciones. Porque los pequeños detalles también marcaron diferencias en Las Palmas. Los celestes perdieron demasiados balones y solo acertaron en el 74 % de los pases. Las segundas jugadas, los balones divididos y las disputas no cayeron del lado de un Celta que en todo el segundo tiempo apenas llegó a incomodar a un Javi Varas que, superado el gol de Bongonda, vivió una tarde de lo más plácida.