Noviembre gris para los celestes

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

MARCOS MÍGUEZ

El Celta ha perdido tres de sus cuatro últimos compromisos y arroja grandes dudas en defensa

23 nov 2015 . Actualizado a las 14:44 h.

El Celta recibió un duro correctivo en Riazor. No solo por perder tres puntos y un derbi, sino porque no fue capaz de demostrar el fútbol que tiene en las botas. El equipo que hacía magia con el balón y era capaz de desbaratar los planes de cualquier oponente a base de presionar, morder y marcar, ha hecho un paréntesis en la Liga. Aunque la máxima de que ni antes eran tan buenos ni ahora son tan malos se adapta como anillo al dedo al caso celeste, lo cierto es que los hombres de Berizzo necesitan volver a disfrutar de un buen partido y un marcador cómodo para espantar los fantasmas del pasado. En Riazor los celestes dejaron la imagen más pobre del equipo desde la derrota del año pasado en Cornellá, cuando habían perdido 1-0 después de que el Toto tirase el partido de Copa.

El rendimiento

Las derrotas han llegado. El Celta había malacostumbrado a su gente. No perdió hasta que el Real Madrid se cruzó en su camino, encajó en Riazor su primera derrota como visitante y se ha pasado lo que va de Liga con números de grande. Sin embargo, en este tramo de competición parece que se le han juntado todos los males. Ha perdido tres de sus últimos cuatro partidos, ha encajado doce goles en cuatro jornadas y se ha dejado parte de su presión por el camino. Tras un arranque espectacular, el rendimiento del equipo ha caído y resulta inevitable acordarse de la racha de diez jornadas sin ganar de la liga anterior, que también comenzó en el mes de noviembre. «Nosotros no perdimos nuestra forma de jugar, sabemos lo que tenemos que hacer, solo que se nos dieron dos resultados malos. Creo que el partido pasado tuvimos muchas situaciones que no convertimos y hoy no estuvimos finos a la hora de definir, pero tenemos una identidad de juego y hay que respetar eso», respondía Pablo Hernández en Riazor al ser preguntado por esta cuestión. El argentino considera que el fútbol del equipo es su mejor aval y confía en que el sábado revertirán los malos resultados.

Presión y precisión

La receta se resiente. El fútbol ofensivo y creativo del Celta necesita de un derroche físico brutal y de una presión exitosa en todas las zonas del campo. Cuando esta falla, bien sea por problemas propios o por méritos ajenos, el equipo se resiente y lo paga caro. Eso le pasó en Riazor, donde el acoso al rival no cuajó y el Deportivo acabó haciéndose con rebotes, segundos balones y robos. El centro del campo, la zona más delicada en el entramado céltico, no fue capaz de hacer valer su ley, por lo que el equipo jugó partido y a expensas de un rival que supo que apretando al Celta desde el primer momento le cortocircuitaría. En los tres últimos encuentros la precisión del Celta en el pase ha estado por debajo del 78 %, cuando en partidos como el del Villarreal, el Levante, e incluso el Real Madrid, había sobrepasado el 84 %.

La defensa

La inseguridad como rival. El Celta ha encajado doce de sus veinte goles en las últimas cuatro jornadas. La seriedad que presidía esa tarea en los inicios del curso se ha volatilizado para dejar paso a un trabajo defensivo coral que hace aguas. Desde la visita del Real Madrid a Balaídos, los célticos han concedido 20 disparos directos a portería a sus rivales, mientras que en las ocho primeras jornadas solo habían cedido 24. Los números mandan, pero también las sensaciones, y lo que el Celta transmitió en Riazor fue que su defensa daba muestras de agotamiento. Fontás tiene el depósito de la confianza en mínimos, a Jonny la acumulación de partidos le ha restado frescura, y aunque Sergi Gómez y Hugo Mallo parecen ajenos a la problemática, su aportación no es capaz de compensar el descontrol general.

El sistema

Los mismos y lo mismo. Uno de los grandes valores de Berizzo es que ha sido capaz de dotar al Celta de una identidad propia y reconocible que no se modifica en función del rival. Eso, que a priori es una bendición, también puede ser un escollo cuando los contrarios te toman la medida. Los vigueses han perdido el factor sorpresa, los adversarios saben a lo que juega y manejan, al menos sobre el papel, la forma de contrarrestar su ímpetu. Cuando el juego céltico se mantiene a pleno rendimiento, da igual lo que intenten los rivales, pero cuando la presión se resquebraja, el equipo se resiente. «Hay que ver que cuando nosotros jugamos y hacemos correr el balón somos otra cosa, pero cuando nos molestan y nos cortan la intensidad que ponemos, sabiendo que ellos en pelota parada salen beneficiados porque son más altos, por ahí podría ir la cosa», razonaba Hernández a raíz de lo vivido en Riazor. En todo caso, el internacional considera que el problema en el derbi fue que «no estuvimos hoy a nuestro mejor nivel y pasó lo que tenía que pasar».

Los protagonistas

¿Y Guidetti? ¿Y Drazic?. A nivel de onces el Celta juega con las cartas marcadas. Tiene un equipo titular muy definido que solo las lesiones parecen modificar. Más allá de Daniel Wass y Iago Aspas, el último mercado de verano no ha cambiado el paso a Eduardo Berizzo, puesto que Guidetti, que cuenta con el beneplácito del público tanto en el campo como en el banquillo, sigue sin ser un jugador importante, y Drazic ni tan siquiera fue convocado a Riazor. Teniendo en cuenta que el fondo de banquillo celeste ya es muy limitado, la falta de resolución de los suplentes es un hándicap más.