El armario más celeste de Chile

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

CEDIDA

José Marino, aficionado chileno hijo de gallegos, acumula 150 camisetas del Celta y otros objetos del conjunto vigués tras comenzar la colección en 1993

16 oct 2015 . Actualizado a las 11:54 h.

Primeras equipaciones, segundas, terceras, europeas e incluso más de una repetida. Así, hasta las 150 camisetas del equipo vigués que componen la colección del celtista chileno José Marino, fruto de un ritual que comenzó su padre -Severo, natural de As Neves- en 1993. «Fue entonces cuando me trajo la primera que tengo. Ahí quedé comprometido a hacer lo mismo cada temporada». Transcurridos 22 años, sigue cumpliendo.

En cada viaje a Vigo hace nuevas adquisiciones. Y no solo en la tienda. «He logrado contactar con mucha gente de allí que a estas alturas son amigos y con los cuales fui intercambiando». Tampoco acaban ahí las vías. «Conseguí otras por medio de amigos o familiares de chilenos que pasaron por el club», dice. Incluso tuvo a la suerte de sumar una gracias a ganar un sorteo. Pero si tiene que elegir, no duda: su mayor tesoro es «un brazalete de capitán de Augusto».

Todas son serigrafiadas y en su mayoría, usadas en partidos. «Tengo muchas de Contreras por la facilidad de conseguirlas en Chile, pero también de Mazinho, Karpin, Mostovoi o Gustavo López». La más querida, sin embargo, es «la usada por Jesuli contra el Milan en Champions». Las guarda en una caja grande de plástico donde las preserva «del polvo y las temperaturas» y no las usa. «Tengo camisetas de salida que me pongo para los partidos», señala. No faltan firmas como las de Aspas y Álex López, así como de varias plantillas completas.

La gente de su alrededor suele decirle que está «loco», pues a las prendas suma «desde pins a los objetos más inimaginables relacionados con el Celta». Pero, al mismo tiempo, ha conseguido contagiar a su entorno. Presume de haber logrado que «amigos chilenos y sus hijos estén atentos cada fin de semana al equipo» e incluso luzcan pulseras que rezan «orgullosos do noso». Igual que su sobrino, de cinco años y que va camino de alcanzar su nivel de celtismo. «Son méritos de los que me siento orgulloso».

Su afición por el equipo vigués le viene a Marino de sus padres, ambos gallegos que emigraron «muy chicos» y se conocieron allí. «La primera vez que viajé a Vigo tenía dos años, en el mundial del 82», relata. A partir de ahí, su progenitor le llevaba a Balaídos siempre que estaban en Vigo en fechas de partido. «Sagradamente vuelven cada año y eso me permitió enamorarme de esas tierras y de mi Celta», confiesa.

En este tiempo ha ido viendo cómo el club «ha dejado de ser solo el equipo de tal futbolista chileno» para despertar cada vez más interés por sí mismo. «La presencia de Orellana, como antes la de Contreras o hasta el paso más breve de Pinilla causaron que la prensa diera más cobertura al club». Ahora los aficionados del Celta no se restringen a los gallegos. «Las buenas campañas aumentaron la afición y no somos pocos los que seguimos cada paso semana a semana desde acá».

El paso del tiempo también se ha traducido en facilidades para seguir al Celta. «Hoy, con la televisión por cable, no me pierdo ni un partido», comenta. Además, en sus escapadas a Vigo tuvo «la fortuna» de presenciar algunos de los duelos europeos más recordados. «Qué espectáculo era ver a Mostovoi, Karpin, Makelele... Pude estar en partidos de UEFA y espero que pronto se pueda repetir». Y así seguir ampliando el fondo de armario.