Borja, ante la reválida de mayo

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Chorén

El centrocampista, una de las opciones de Berizzo para sustituir a Augusto Fernández en Valencia, compagina el fútbol con sus estudios de magisterio

14 may 2015 . Actualizado a las 13:55 h.

El césped de A Madroa y la Escuela de Magisterio de Vigo se han convertido en dos puntos neurálgicos en la vida de Borja Fernández (Vigo, 1995). En el primero se deja la piel para convertirse cada día en un futbolista mejor, y en el segundo se prepara para cuando su futuro esté lejos de los estadios. «La carrera de futbolista es muy corta, son doce o quince años, y luego hay que buscar una salida. Además, soy de los que necesito hacer algo porque creo que si no, la cabeza se distrae, y es mejor tenerla ocupada que estar sin hacer nada», razona el estudiante de Educación Primaria, que el próximo domingo, ante el Valencia, podría volver a la titularidad de la mano de Eduardo Berizzo.

Durante todo el curso Borja ha repartido sus horas entre Primera División, Segunda B y sus estudios. Tres campos diferentes, pero que en su día a día conviven con total naturalidad. Con la temporada languideciendo, es ahora cuando llega la hora de la reválida. Ya ha sellado la permanencia con el filial, está dispuesto a luchar por Europa con el primer equipo, y afronta con ganas los exámenes de la carrera en una agenda maratoniana.

Cuando el mediocentro del Celta superó secundaria, decidió matricularse en INEF, pero cuadrar clases y deporte le resultaba muy complicado, así que este año apostó por Magisterio en Vigo, «para luego tirar hacia educación física. Aquí tengo más posibilidades de compaginarlo y me ponen algunos horarios personalizados». A lo largo de los últimos meses se ha acostumbrado a mañanas maratonianas en las que nada más acabar de entrenar se pega una ducha y se marcha a la carrera para la facultad. «En el vestuario siempre hay algún cachondeo. Cuando salgo corriendo siempre me dicen ?¡Venga, para clase!?, y ese tipo de cosas», cuenta entre risas.

Compartir pupitre con un compañero que el domingo anterior ha jugado en el Camp Nou o que se ha visto las caras con el Athletic no es lo más habitual, y Borja reconoce que al principio sus colegas de estudios se extrañaban un poco. «Al principio les resulta extraño verte en la tele o saber que estás en el equipo, pero luego te tratan como a uno más y se acostumbran». Los lunes, cuando llega a clase, ya se ha habituado a que sus compañeros le hablen de los partidos del fin de semana, «cuando gana el primer equipo siempre son elogios, si pierde, pues te dicen que podría haberse echo esto o aquello». Aunque admite que algún profesor le ha pedido su firma en alguna camiseta, subraya que «me tratan como a uno más», sin privilegios más allá de algún cambio en los horarios de los exámenes para poder compaginarlos con los entrenamientos, los viajes y los partidos.

Entre balones y libros

Aunque la pasión de Borja Fernández es el fútbol, asegura que está disfrutando con sus estudios. «Me está gustando, es una carrera bastante entretenida. Lo más difícil es compaginar horarios para estudiar para los exámenes y que estos no me coincidan con entrenos o que esté viajando, pero me dan cierta flexibilidad». Ahora, con el final de la temporada, espera dedicarle más tiempo a los libros y aprobar más materias. «La asignatura que más me está gustando es la que trata de adaptar la programación y las tareas para alumnos con problemas y discapacitados, y la que peor se me da es informática», reconoce. Ahora, en plena recta final del curso, al centrocampista le toca hacer un último esfuerzo en los campos y en las aulas. Tiene claro que el que algo quiere, algo le cuesta, y si algo le ha enseñado el fútbol, es que el esfuerzo tiene su recompensa.

«He aprendido a jugar con presión y más concentrado»

Borja Fernández se ha acostumbrado a marchas forzadas a moverse entre Primera y Segunda B. «Ha sido un año distinto, nunca había vivido una temporada de ir con un equipo un fin de semana y con otro al siguiente, pero creo que ha sido positivo y de todo se aprende», asegura. De la mano del filial se ha familiarizado con la obligación, «partíamos con la presión del año pasado y jugar con ese tipo de presión fue beneficioso en el sentido de aprender a manejarla». Del primer equipo, mientras tanto, «he aprendido muchas cosas. Es otro mundo. Se juega con más velocidad, la gente está mucho más concentrada, tienes que estar más pendiente, más rápido y jugar bien con velocidad».

Aunque pudiera parecer que tanta exigencia no permite paladear los buenos momentos, Borja asegura que ha disfrutado. «Por ejemplo cuando salí en el Camp Nou en el momento ni me planteé dónde estaba. Solo te importa hacer lo que te manda el míster. Luego, al acabar los partidos, sí te das cuenta de lo que acabas de vivir, pero en el momento la tensión y los compañeros te llevan solo a pensar en el partido», asegura.