Iago Aspas es un futbolero nato, un enamorado del fútbol rebelde y con carácter capaz de no quedarse conforme ni cuando le arbitrabas un partido alevín en un entrenamiento. También es un chico cariñoso, mimoso y le hace falta estar a gusto en un sitio para desarrollar la invención y la creación en el fútbol que su mente le dicta. Probablemente eso fue lo que le faltó en el Liverpool. Tuvo que ser duro verse lejos y tratar de adaptarse al fútbol inglés y a un club donde apenas participó. Ahora le está pasando algo similar en el Sevilla, con muy buenos delanteros como Bacca, que con sus goles se lo puso difícil. Seguro que en cuanto tenga continuidad y se sienta partícipe podrá volver a demostrar el gran futbolista que es, llamado a jugar en un equipo grande, pero donde se sienta bien. La vuelta a Balaídos será emotiva, porque es celtista como pocos. Recuerdo cuando venía a mi despacho casi cada semana a pedirme que le dejara ir de recogepelotas. Quería vivir el fútbol de cerca y lo seguirá haciendo.