«Soy una enamorada de la Praza»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Iba para periodista pero no pudo escapar a su vocación de cocinera; desde pequeña preparaba platos para toda la familia, ahora prepara su desembarco en Nueva York

03 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lucía Freitas es compostelana por los cuatro costados. Se crio en el Ensanche y en la adolescencia se trasladó a Galeras. Allí vivía la familia de su madre, y allí, hacía muchos años, su bisabuela había regentado un restaurante. Nunca lo conoció, pero se ve que algo heredó del saber hacer de su antepasado. Revoltosa de niña, no superó la fama que habían dejado los hermanos Freitas en el Rosalía, «ellos hacían más ruido que yo, yo era más coitadiña», cuenta.

No fue hasta que comenzó sus estudios de cocina cuando se convirtió en una gran alumna. Y eso que no lo tuvo tan claro. Cocinera precoz, quería ser periodista, pero ahí pesó la sensatez de sus padres, que sabían lo dura que era la vida del plumilla y la animaron en su vocación por la gastronomía. «Realmente, excepto mi bisabuela en mi familia no había ninguna conexión con la hostelería, por lo que no sabían hasta qué punto es de dura, pero en todo caso mis padres nos apoyaron en lo que decidimos hacer tanto a mí como a mis hermanos», explica.

No recuerda cuál fue su primer plato. Cocinaba con su padre. Eran platos vinculados a la huerta, salían a pescar, elaboraban recetas tradicionales... Su padre había sido aprendiz de panadero y asegura Lucía que sabe hacer de todo, «él cose, cocina... el hombre que todas las mujeres queremos lo tiene mi madre», dice con orgullo. Su casa fue siempre una casa abierta a amigos y familiares, y la encargada de llenar los estómagos era Lucía, «cocinaba cosas que había aprendido en el programa de Arguiñano, recetas de un libro muy antiguo de pastelería que tenía mi madre, y lo que sí recuerdo es que siempre tuve ese perfeccionismo que no me permitía tolerar que algo no saliese como tenía que salir, supongo que gracias a ese afán estoy hoy aquí», apunta.

A los 18 años se fue a Bilbao a una escuela de hostelería. En aquel momento la cocina vasca era un referente y allí se fue. Dice no obstante que en Santiago está el mejor centro de hostelería, pero no se arrepiente de la decisión: «Creo que aquí no hubiera alcanzado tantas cosas, porque el hecho de salir de las faldas de mamá y tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo me espabiló». Allí la recibieron con los brazos abiertos y se sintió arropada. Tras finalizar se fue a Barcelona a cursar pastelería, «porque creo que si tienes un restaurante tienes que ser buen cocinero, buen pastelero, buen jefe de sala, buen picas -el que friega los platos-, y hagas lo que hagas tienes que disfrutarlo». Dice que sus casi diez años fuera «me hicieron crecer muchísimo, descubrí además a otra Lucía».

Pero la familia tira y no podía estar más tiempo lejos de la suya, así que con 27 años abrió A Tafona, primero con un socio para después ocuparse ella sola. Todos los días de su vida, excepto domingos y lunes, va a la Praza a elegir las materias primas: «Soy una enamorada de la Praza de Abastos, para mí es el lugar mágico de Santiago».

Conciliar

Lucía tiene un niño pequeño y admite que es difícil conciliar. Pero lleva a su hijo a la lonja y a los showcookings «y la gente no solo lo acepta sino que lo valora, porque saben el esfuerzo que hay detrás». Su pequeño, además, llegó con un pan debajo del brazo. Al mes de dar a luz, unos clientes americanos que acudieron a su restaurante se quedaron encantados con su cocina y le ofrecieron abrir un restaurante en Nueva York, entre Little Italy y Chinatown. Así que en junio viajará a la Gran Manzana para abrir una taberna gallega que, como adelanta, puede que no sea su último proyecto gastronómico.

Nombre. Lucía Freiras Rodríguez, nació en Santiago, en donde reside.

Profesión. Cocinera. Regenta A Tafona.

Rincón elegido. La Praza de Abastos, «porque tiene grandes productos y no nos damos cuenta que es de las mejores, o la mejor, en calidad y cantidad».