La empanada de chipirones cotiza al alza en A Bandeira

SOCIEDAD

miguel souto

El certamen gastronómico recuperó la subasta de piezas y el público pujó por una de ellas hasta los 300 euros

23 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice José Luis Prada, fundador de la cadena de restaurantes berciana Prada a Tope, que en su infancia la empanada era sinónimo de fiesta. Su madre hacía una de «cebola, patacas e chichos [zorza]» con la que el empresario inauguró en el año 80 su primer restaurante en Cacabelos. Para él -que ayer fue pregonero en la Festa da Empanada de A Bandeira-, este manjar es «una forma de reencontrarse con el pasado». «Hay que recuperar las tradiciones que se pierden. Olvidarse del pasado significa muerte», advirtió.

En A Bandeira lo saben de sobra. Por eso llevan desde 1974 reencontrándose con la empanada y reinventándola en cuanto a masas, rellenos y formas. El concurso celebrado ayer da fe. Se celebró de forma acelerada. Tras el chaparrón de primera hora de la tarde, la organización aprovechó la escampada para degustar empanadas a todo meter. El jurado no puso reparos. La empanada es lo que tiene. Va bien para cenar o para merendar. En la categoría de aficionados hubo empanadas dignas de restaurante con estrellas Michelín. Los nombres, al menos, eran de mucho nivel. Se impusieron una de raxo con salsa de Cabrales, una típica argentina de carne agridulce y picante con uvas pasas y otra de harina de centeno con yuca, huevos, trigo, chorizo, panceta y queso del país. Hay menús completos con menos sustancia.

Entre los profesionales -más conservadores- triunfaron los sabores del mar. El primer premio se lo llevó una empanada de chipirones en su tinta de Panadería Paulino, de Rellas (Silleda); el segundo, una de zamburiñas de Sala Gradín-Pazo de Xerliz (A Estrada); y el tercero, otra de zamburiñas del Bar Atly (Bandeira).

La del Pazo de Xerliz hizo doblete y ganó también el premio absoluto al sabor más tradicional. La de yuca -cocinada por un vecino de A Bandeira que se erigió en profeta en su tierra- también acumuló dos reconocimientos: el segundo debido a su originalidad. Empanadas con forma y relleno de buey o de vaca cachena pusieron la nota curiosa en el ámbito morfológico.

El concurso terminó con la subasta de la empanada ganadora en cada categoría. En los buenos tiempos, en la década de los años noventa, todas las piezas a concurso se subastaban. Por las ganadoras llegaban a pagarse más de 300.000 pesetas. Con la crisis la puja dejó de celebrarse. Ayer se retomó, pero el público ajustó más el presupuesto. Por la mejor empanada de las amas de casa se pagaron 140 euros. Por la de los restaurantes, 300. El picoteo sale caro, pero, como dice José Luis Prada, la tradición hay que mantenerla.

Juan Salgueiro, «el referente a seguir»

In memoriam. El pregonero, José Luis Prada, citó al fundador de la fiesta, Juan Salgueiro, como ejemplo a seguir «para que esto siga funcionando a tope».

Concurso. A la competición se presentaron 19 empanadas: 10 elaboradas por restaurantes y 9 por concursantes particulares.