Casi la mitad de los ataques son engaños bancarios y fraudes de tarjetas de crédito

Gladys Vázquez
Periodista de La Voz de Galicia. Convencida de que siempre hay más que contar

Se llaman sniffer, malware o phising. Nombres imposibles de estafas en la Red que afectan a miles de gallegos.

Solo en el 2017, según los últimos datos disponibles, Galicia fue víctima de casi 6.000 ciberdelitos. 2.800 más que cuatro años antes, es decir un 87 % más. Con respecto al 2016, el crecimiento es de un 30 %. Es decir, 1.400 más. Todo esto convierte a la comunidad en la sexta más atacada del país. Los ciberdelincuentes buscan incautos por todas las vías pero, en el caso de Galicia, sobresalen dos tipos de delito: la estafa bancaria y el engaño a través de tarjetas de crédito y débito. Tanto que solo en 2017 se registraron más de 2.600 de estos delitos.

La Guardia Civil acaba de advertir sobre un tipo de engaño en auge. La víctima es una persona de mediana edad o mayor que oferta, por norma general, material agrícola a través de páginas de compraventa. El timador acepta el precio marcado, pero después asegura que le resulta imposible realizar una transferencia bancaria clásica. Con todo tipo de excusas, le dice al vendedor que conoce un nuevo método de pago. Solo necesita los datos de su tarjeta, incluido el código de seguridad. El resultado es que el engañado comienza a recibir cargos en cuenta de inmediato. «La estafa a particulares en páginas de compraventa es la más habitual. Incluso en grupos de redes sociales en los que se ofertan artículos. Se intentan hacer incluso engaños por zonas geográficas», dice Pilar Vila, perito judicial informático. La más habitual que detectan los expertos es el anticipo de dinero. «Tú compras algo y te convencen de que pagues por adelantado. Es un ‘págame y confía en mí’. La petición de los datos de la tarjeta también es muy habitual. Incluso hay personas llamando por teléfono a mayores en nombre de marcas que antes vendían puerta por puerta diciéndoles que, si quieren el producto, les tienen que hacer un adelanto. También les piden los datos de la tarjeta: numeración, caducidad y código de seguridad. A veces incluso te envían un correo suplantando a tu banco. La excusa es renovarte la tarjeta y tú le das todos los datos». Pilar Vila recomienda fijarse en si la página es segura, en los comentarios o incluso rastrear en un buscador los perfiles. «Se aprovechan de nuestra buena fe. Hay que pensar que estas personas dedican su jornada laboral a engañarnos».

Alberto González, responsable del Equipo de Estafas Telemáticas de la Guardia Civil de A Coruña confirma la tendencia: «En la compraventa una persona se fía de la otra y son páginas creadas para comprar de particular a particular, en cercanía, y eso lo hemos trasladado a relaciones a miles de kilómetros». Este sargento ha detectado que el perfil del estafador en estos casos es de reincidentes. «Es su medio de vida. No temen las consecuencias porque suelen ser engaños con un coste inferior a 400 euros, un delito leve». La Guardia Civil ha redoblado los esfuerzos para perseguirles. «Las víctimas habituales suelen ser personas entre los 18 y los 25 años. Nos fiamos porque el vendedor nos da un nombre de pila o un teléfono. Eso no tiene nada de fiable. Cuando denuncian, necesitamos todos los datos posibles. El rastreo dependerá de la profesionalidad del estafador», dice.

El letrado especialista en delitos informáticos Luis Jurado tiene, por ejemplo, sobre su mesa, casos de gallegos que han comprado motos a través de una conocida página web y nunca las han recibido. «Sean empresas o particulares, los delitos preferidos son las estafas informáticas, más del 60 %, seguido de amenazas y coacciones». Asegura que es difícil sentar a los culpables en el banquillo. «Salvo que sea muy burdo o tenga una gran entidad. No es igual un ataque de 100 millones que uno a una pequeña empresa o un particular que ha perdido 300 euros. Salvo honrosas excepciones, la falta de medios y conocimientos son abrumadores. Se hace lo humanamente posible. El archivo de muchas causa viene motivado porque no se llega a conocer a los autores».

«Sextorsión» y falsas relaciones: «Te camelan o te graban para robarte el dinero»

Parte de la vida diaria se ha trasladado a las redes y, con ella, las relaciones. Ahí es donde encuentran los estafadores otro punto débil. «Una persona entabla amistad con otra en la Red, hablan y poco a poco la víctima cree que están saliendo. El estafador suele estar en otro país, te cuenta que su hijo está enfermo y necesita dinero. Unos 2.000 euros que el engañado le envía. Después borra su perfil en la red social y no vuelves a saber nada», explica Pilar Vila. «Hacer un rastreo es difícil y la víctima valora si le compensa. A veces entre la pericial y el abogado, le sale más caro que el dinero que le han estafado». Algo similar sucede con la sextorsión. Personas que contactan con otras a través de un servicio de vídeo. El estafador le pide por medio de imágenes grabadas que se desnude. «Graban a la víctima y después le piden entre 600 y 1.000 euros por no subir el vídeo a la Red», dice Vila.

La clave es no pagar

Las empresas también son víctimas de estos ataques. Un clásico es el ransomware que bloquea el sistema y pide un rescate. «Si caes en coacciones, eres una víctima aún más fácil. Nadie te garantiza que te desbloqueen el equipo o te exijan más cantidades una vez que pagas. Hay que acudir a las Fuerzas de Seguridad», dice Alberto González. «Las más atacadas son empresas de pequeño o medio tamaño con un volumen de facturación alto. Piensan que nadie se va a fijar en su empresa, que llevan toda la vida igual y no pasa nada. La sorpresa puede ser mayúscula», dice el letrado Luis Jurado.