¿Quién hablará de las mareas?

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

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El PP cambia de objetivo en sus roces políticos para atacar al PSOE y dejar en segundo plano a la izquierda rupturista

08 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vuelve el bipartidismo peleón de siempre. El vuelco en el Gobierno de España ha alterado el ecosistema político en Galicia, donde la estable tercera mayoría de Feijoo y el errático rumbo del PSdeG provocó que todos los partidos de la oposición apuntasen al PP, con lógica, mientras que este escogió como único saco de boxeo a las «mareas de Podemos», como suelen referirse los dirigentes populares para recordar el pedigrí del adversario.

La estrategia general, diseñada justo después de las autonómicas desde el comité de expertos de San Lázaro, estuvo orientada más que nada a golpear a los gobiernos municipales de A Coruña, Santiago y Ferrol, una decisión coherente con el calendario electoral al tratarse de la siguiente cita con las urnas tras la travesía más larga sin campañas que nos ha dado la democracia. Pero su efectividad, a falta de que los ciudadanos quiten o den razones, ha sido más bien pobre. El desgaste de los tres tenores que llegaron para cambiarlo todo no ha aparecido en el radar de la última encuesta de Sondaxe y, de existir, es por los tiros que se pegan en los pies sin ayuda de terceros.

Que el PPdeG haya puesto el foco permanente en En Marea y se dedicase a tratar hasta ahora a los socialistas gallegos con cierto paternalismo ha sido beneficioso para los rupturistas, que han conseguido llegar al ecuador de la legislatura visibilizados como el primer partido de la oposición, de ahí que exista un cambio de táctica que la dirección conservadora no oculta, porque entre otras cosas se han dado cuenta de que todo el tiempo y esfuerzo invertido en las mareas no renta en el resto de Galicia, donde la organización instrumental no es tan influyente en clave local.

La veta buena, la que va a dar siempre filones, es la del PSOE y su agrupación gallega, que se ha subido a la ola de Sánchez y que también tendrá que cambiar su estrategia, porque ya no puede ir al ataque a ciegas y también tiene que dedicar una buena parte de su tiempo mediático a defender, a veces con verdadera dificultad, lo que hace o dice su líder en Madrid.

Por ello, en los nueve meses que restan hasta las elecciones, el marcaje popular pasará de ser zonal a individual, y en las tres ciudades coruñesas se librará una batalla en la que socialistas y nacionalistas corren el riesgo de quedar descolocados. Y el mismo efecto puede ocurrir a nivel gallego. Cuando En Marea deje de liarse a mandobles en su propia casa, puede que salgan a la calle y que ya casi nadie hable de ellos. Ni siquiera mal.

Las redes sociales contaminan los argumentarios

Las redes sociales están envenenando el discurso político y las apreciaciones inexactas empiezan a colarse en los argumentarios oficiales. Miguel Tellado, secretario del PPdeG, fue el último en dejarse engatusar al afirmar que Sánchez bajó el IVA del cine y quiere subir el diésel «dos que van traballar». El asunto cultural ha sido recurrente estos días entre los activistas digitales escorados a la derecha, que obvian que la decisión fue de Montoro.

O Marisquiño y las causas perdidas de los plenos locales

Una concejala popular urbana no repetirá en las listas de las municipales porque se confiesa hastiada, entre otras cuestiones, de llegar a casa a las tantas los días de pleno. Está hasta el moño de sesiones que acaban a medianoche abordando mociones, ruegos y preguntas relativas a causas perdidas de evidente carga ideológica pero que se dirimen a miles de kilómetros, «como si esto fuera la ONU». ¿Puede la primera ciudad de Galicia despachar un accidente como el de O Marisquiño, con 467 heridos, en 18 minutos?