El Gobierno, que ya es el más longevo, cambiará en septiembre

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

La decisión del presidente aplaca el revuelo entre los líderes territoriales, en alerta estas semanas

21 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El actual equipo de diez conselleiros de Feijoo es, desde hoy, el más longevo de su era política al frente de la Xunta. Al cumplir la jornada 990 consecutiva de trabajo -con unas elecciones por el medio- supera al primer Ejecutivo del 2009, que mantuvo intacto hasta principios de enero del 2012. Entonces, un triunfador Mariano Rajoy comenzó a cubrir los segundos y terceros niveles del Gobierno central, llevándose a distintos puestos de la Administración a Pilar Farjas, Marta Fernández Currás, Samuel Juárez y Roberto Varela.

Sin embargo, al actual equipo le quedan pocos hitos por delante. A lo sumo, redondear el millar de jornadas a las órdenes del presidente, que de no ser por la moción de censura ya hubiera activado algún movimiento con vistas a las municipales de mayo del 2019. Dos de las salidas siguen planificadas -Beatriz Mato para competir en A Coruña, y José Manuel Rey, en Ferrol- y solo falta escoger la fecha concreta y los relevos. 

Presentaciones comprimidas

La idea inicial del PPdeG era una presentación de candidatos urbanos en cascada, esparcida a lo largo del mes de julio para multiplicar el efecto mediático y coronada con un gran acto conjunto para poner punto y final al verano o para saludar ya el otoño de precampaña. La pérdida de poder en Madrid y el congreso ha comprimido las fechas, así como el objetivo de que los cabezas de cartel aprovechasen el buen tiempo para pisar la calle y las fiestas estivales con la seguridad de verse en la foto electoral. Tendrán que esperar a que acabe el ruido de sables del congreso -20 y 21 de julio- y sus ecos, que dejan prácticamente bloqueado el mes de julio. Como agosto no cuenta, todo quedará para septiembre.

Los relevos sí son una relativa incógnita. Feijoo ha nombrado a una veintena de conselleiros y consiguió que no se filtrase ni uno solo, pero más que los nombres propios, esta vez lo más significativo será el perfil. Si opta por el currículo técnico o la promoción interna para cubrir las vacantes en Política Social y Medio Ambiente estará mandando un mensaje: aquí sigo mandando yo, sin sombras. Si opta por mover el banquillo político y repartir galones, la lectura sucesoria o de poder territorial será inevitable. En la medida en que los recambios se circunscriben a la provincia coruñesa, bien podría resolverlos con dos diputados que cuentan con ventaja sobre los demás, la compostelana Paula Prado y el ferrolano Diego Calvo, también presidente provincial coruñés. 

Movimientos preventivos

Feijoo dijo al llegar al poder que no iba a tener en cuenta las cuotas territoriales para formar sus equipos, y de momento no ha tenido motivos para faltar a ese compromiso. Sin embargo, la hipótesis de que se fuera a Madrid, a mitad de mandato, demostró que el PPdeG no estaba preparado para el cambio drástico que vendría a continuación.

En estos momentos, el único popular que combina poder ejecutivo y orgánico es Alfonso Rueda, vicepresidente y líder provincial en Pontevedra, e internamente inquietó el ruido de fondo que empezó a escucharse en Lugo (¿otra vez Barreiro?) y especialmente en Ourense, donde Manuel Baltar mantiene una relación compleja con Santiago. Sin alborotar de más, dejó entrever que daría la batalla por liderar a los populares gallegos o por posicionarse con vistas a un congreso gallego exprés.

Pero nada de eso va a suceder, al menos en los próximos meses. La decisión de Feijoo ha tenido una efectiva capacidad sedante, y los movimientos preventivos para tensionar la organización se han apagado: «Todo el mundo ha sido muy prudente», sostiene aliviado el secretario general, Miguel Tellado, que ya anuncia su intención de ponerse a la fila de los que van a pedirle insistentemente al presidente que siga al frente de partido para las elecciones de otoño del 2020. Pero ese debate, avivado desde el pasado lunes a las ocho de la tarde, también quedará adormecido salvo que haya que desmoralizar a la oposición.