«Javi, amigo, fuiste brutalmente asesinado por tu padre, aunque nunca ejerció como tal»

Alberto Mahía A CORUÑA / L AVOZ

GALICIA

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El abuelo del niño al que mató su progenitor en un monte de Oza-Cesuras le escribe una emotiva carta

05 jul 2017 . Actualizado a las 07:47 h.

Dionisio Curto es un hombre roto por el dolor de haber perdido a un nieto. Es el abuelo del pequeño Javier, el niño de 12 años asesinado a manos de su padre el pasado mes de mayo. Desde lo más hondo escribió una carta, que envió a La Voz de Galicia, al niño, a su «mejor amigo», en la que le dice cuánto lo quiere, le recuerda sus charlas y le confiesa el «profundo dolor» que para él y su familia supone su pérdida. Es la carta de un abuelo que perdió a su nieto de la peor manera imaginable. A manos de un padre «que nunca ejerció como tal».

Así comienza Dionisio Curto esta carta que es un emotivo homenaje: «Javi, amigo, fuiste brutalmente asesinado, supuestamente por tu padre, por llamarle de alguna manera, porque nunca ejerció como tal». Estas palabras cargadas de rabia se refieren a la relación distante que el niño tenía con su padre biológico, separado de la madre desde que el crío apenas tenía meses.

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«Tú sabes lo que te queremos; tu madre, tu yaya, tus tíos y primos y, por supuesto, tu padre, que, aunque no es el biológico, es quien jugaba contigo, quien te llevaba al cine y te enseñaba mil cosas con la paciencia y el amor que solo tienen los padres de verdad. Él nunca te hubiera hecho daño», prosigue su abuelo, enalteciendo la figura del actual marido de su hija.

«Tatiño, decías que él jamás te sacaba de casa y la vez que te sacó fue para no volver jamás a nuestro lado»

Continúa Dionisio: «Estamos sufriendo mucho. Tenemos un gran dolor y una impotencia infinita. Todavía esperamos que vengas. Creemos que vamos a escuchar tu voz o tus risas. Después nos damos cuenta de que eso jamás va a ser posible y el dolor se hace insoportable. Tú llenabas nuestras vidas de alegría con tu simpatía, tu bondad y el cariño hacia todos nosotros. Si estás en alguna parte desde la que nos puedas ver, ayúdanos a soportar el dolor que sentimos».

«Tatiño, decías que él -refiriéndose al parricida- jamás te sacaba de casa y la vez que te sacó fue para no volver jamás a nuestro lado». El abuelo recuerda así cómo eran los fines de semana del pequeño cuando le tocaba estar con su padre biológico, un hombre que se encerraba en casa con él, jamás iban al parque ni de paseo.

«Siempre me decías: “Abu, tú y yo somos los mejores amigos”. Así fue, así es y así seguirá siendo mientras yo viva. Te lo prometo porque tu recuerdo nunca desaparecerá de mi cabeza ni de mi corazón, igual que te prometo cuidar siempre de tu madre y de tu yaya, tal y como tú querías, para que algún día puedan volver a sonreír. Un beso muy fuerte, mi Tatiño. Siempre te querré y me moriré recordándote».

«Siempre me decías: “Abu, tú y yo somos los mejores amigos”. Así fue, así es y así seguirá siendo mientras yo viva.»

Así concluye este abuelo una carta que hasta ahora no pudo escribir y que recoge el amor y la complicidad que le unía tanto a su nieto que lo consideraba su «mejor amigo».

La instrucción de este caso continúa en manos del Juzgado de Violencia contra la Mujer de A Coruña. El parricida, Marcos Javier Mirás, se encuentra en la prisión de León, adonde fue enviado para protegerlo de los ataques del resto de los reclusos en Teixeiro. Después de que su primera abogada de oficio se opusiera a defenderlo y de que se le asignaran otro letrado de Justicia, ahora su familia ha contratado a un nuevo penalista que lleva su defensa, Ignacio Espinosa.